Entre la propiedad y el alquiler
El acceso a la vivienda en Alemania y España
En España ocho de cada diez personas son propietarias, mientras que en Alemania lo son cinco de cada diez. ¿Por qué existe en España esta tendencia mientras Alemania tiene la fama de ser un país de inquilinos? ¿Qué puede aprender el modelo español del alemán?
De Francisco Rouco
España es un país que definitivamente prefiere comprar a alquilar, mientras que en Alemania no hay tanta diferencia. Según Eurostat, en España el 77,8 por ciento de la población tiene un piso en propiedad o lo está pagando; en Alemania, el porcentaje de dueños de piso es del 51,7 por ciento. Hace ocho años había más propietarios en ambos países: en España, el 79,6 por ciento, en Alemania, el 53,2 por ciento. Son modelos distintos, resultado de políticas igualmente diferenciadas. Si en España apenas ha habido control durante décadas y se ha dado vía libre a los constructores e inmobiliarias para que determinen cuánta vivienda hay y el precio de los alquileres, en Alemania existe desde hace 40 años un índice de referencia para el precio de los alquileres (Mietenspiegel). Estas diferencias no sólo han marcado dos caminos muy distintos para acceder a la vivienda, sino que también han influido en ámbitos como el paisaje urbano o el número de casas vacías.
Dos modelos muy distintos
Si el modelo español invita a que todos los españoles sean propietarios, el alemán no busca esto. “El modelo alemán expulsa a los que no pueden comprar”, explica Sergio Nasarre Aznar, profesor de Derecho Civil en la Universidad Rovira i Virgili y director de la Cátedra UNESCO de vivienda. Esta expulsión se produce porque el grifo del crédito es muy restrictivo en Alemania, y muchas veces se pide hasta el 40 por ciento del valor de la vivienda directamente al futuro propietario. “Los alemanes han expulsado al estrato medio-bajo de la propiedad, pero, a cambio, han creado un régimen de inquilinos muy proteccionista, con los precios del alquiler referenciados en tablas desde los años 70”. El resultado es una sociedad con unas diferencias muy marcadas entre propietarios e inquilinos. Los propietarios tienen rentas altas, mientras que los inquilinos pertenecen a clases más modestas, pero cuentan con medidas para su protección como la ya citada tabla referencial con los precios de los alquileres (Mietenspiegel) o la más reciente Mietpreisbremse o “freno al precio de los alquileres”. Esta norma, introducida en 2015, establece una subida máxima del 10 por ciento en el precio de la renta respecto a los alquileres de viviendas equivalentes en la zona.En el caso español, el acceso a la vivienda es “universal”, dice Nasarre. En tiempos previos a la crisis, los bancos financiaban sin hacer preguntas hasta el 100 por cien del valor de tasación de la vivienda, pero hoy los bancos se han vuelto más precavidos y no conceden crédito con tanta facilidad. Y a falta de crédito, emerge con fuerza la otra alternativa: el alquiler. Desde 2008, el porcentaje de inquilinos ha pasado del 19,8 por ciento al 22,2 por ciento, un crecimiento de la demanda que ha multiplicado los precios: sólo en 2017, el precio de los alquileres subió entre un 8,9 por ciento y un 18,4 por ciento de media, según los portales de alquiler líderes en España. “Es una burbuja forzada”, explica Nasarre, “no es que la gente quiera alquilar, es que no puede hacer otra cosa. A medida que los bancos se vayan relajando, se abrirá la manga y más gente accederá al crédito”.
Cuando el mercado moldea la oferta de vivienda
Con los grandes movimientos migratorios de los 60 y 70, cuando miles de personas abandonaron los campos para buscar trabajo en la ciudad –España empezaba a industrializarse en aquella época–, los grandes constructores “vieron la oportunidad y planificaron las grandes operaciones urbanísticas: bloques de viviendas destinados a acoger a la población rural”, explica Echaves. Para el profesor, la intención de los constructores era aprovechar al máximo el espacio, así que las torres de viviendas se convirtieron en el edificio estándar, independientemente del paisaje urbano ya construido.Otro dato interesante es que España es hoy uno de los países de Europa con más viviendas vacías. En España hay unos 3,4 millones de viviendas vacías –no segundas residencias, viviendas vacías– según el INE, lo que representa un 13,5 por ciento del total de viviendas, que ronda los 25,2 millones. Son datos de 2011. (Numerosas inmobiliarias publican datos más actualizados prácticamente cada año, y dan una horquilla de entre 300.000 y 1,5 millones de viviendas vacías. No los consideramos datos fiables porque dichas inmobiliarias son fuente interesada en que se extienda la idea de que hay menos vivienda vacía de la real). En Alemania hay 1,8 millones de viviendas vacías, según el Zensus 2011, lo que representa el 4 por ciento del total, que es de 41 millones de viviendas.
Para los críticos con el modelo de vivienda español, la proliferación de bloques de pisos de alta densidad y la aprobación de nuevos PAU (Programa de Actuación Urbanística) –con más bloques de alta densidad incluidos– en un escenario con más del 10 por ciento de casas vacías son consecuencia de una política de vivienda que se ha construido a partir de los intereses de las constructoras, del mercado. “No digo que per se el mercado sea malo, pero conlleva aspectos negativos como la especulación”, explica Echaves. Prueba de que en España se ha especulado con la vivienda es la montaña rusa del precio de la vivienda en los últimos tiempos. En los años previos a la crisis, España se permitió incrementos interanuales de hasta el 14 por ciento, cuando en Alemania se producían incluso rebajas. A partir de 2008, España corrigió los precios con descensos superiores al 16 por ciento, como en 2012, mientras que Alemania, que venía de crecimientos más moderados, se mantenía en positivo. Hoy, a pesar de lo sucedido en el último lustro, el precio de la vivienda en España ya crece el doble que en Alemania.