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Sexualidad
En la cama con Kafka

Franz Kafka creado por inteligencia artificial
Franz Kafka creado por inteligencia artificial con Ideogram | Imagen: © Víctor Millán a partir de Ideogram.ai

La complicada relación de Franz Kafka con su sexualidad ha sido un tema de constante especulación y análisis. Revisamos sus cartas y la opinión de expertos para intentar sacar algo en claro.

“Ayer, de pura soledad, me llevé a una prostituta a un hotel. Era demasiado vieja para seguir siendo melancólica. Y solo le apenaba que los hombres no fueran tan cariñosos con las prostitutas como lo son con sus amantes. Y no la consolé porque ella tampoco me consoló”.

Este es un extracto de una de las cartas que Franz Kafka escribió a su amigo y posterior editor de su obra, Max Brod. En ella relata algo que sabemos que era habitual en su vida: la visita a burdeles y ser cliente de prostitutas. Sin embargo, a partir de ahí, su relación con el sexo y la sexualidad del escritor praguense siempre ha levantado comentarios y teorías. A lo largo de las últimas décadas se ha especulado con que pudiera ser homosexual –una tesis ahora menos estimada–, que tuviera algún tipo de filia o fobia, o una relación extraña o incluso neurótica con las mujeres. Pero: ¿Sabemos algo a ciencia cierta?

Reiner Stach, autor de la enorme biografía en tres tomos de Kafka, sostiene que el escritor diferenciaba de forma drástica a las mujeres por las que tenía verdaderos sentimientos de las que le eran indiferentes, y que con las primeras experimentaba una especie de respeto que la hacía separarlas completamente del ámbito sexual.

Una relación ambivalente con las mujeres

“Algo típico de los hombres neuróticos es que dividen a las mujeres en dos grupos: las apetecibles sexualmente y las dignas de afecto. En resumidas cuentas: la madre y la prostituta”, escribe Stach en su biografía. Para otros, Kafka también tenía miedo al compromiso. Felice Bauer fue su gran amor, cuya relación se sustentó en cartas debido a la distancia. En una de esas misivas fechada en 1913 le confiesa: “Mi verdadero miedo –no se puede oír nada peor– consiste en que jamás podré poseerte”. Sin embargo, poco después le pidió matrimonio, aunque nunca llegarían a materializarlo. Parte de esta actitud recelosa para algunos se refleja en el personaje de Georg en La Condena, quien cavila continuamente en el relato poco antes de casarse. Todo esto apoyaría la visión de Stach, que no obstante también suscita críticas. Especialmente, por quienes le acusan de sacar conclusiones sobre los sentimientos del autor de La Metamorfosis de una forma demasiado categórica.

Elisa Martínez Salazar, profesora de Filología Alemana de la Universidad de Zaragoza y experta en la figura de Kafka y su peso en España, quita hierro al análisis que se ha hecho de su vida sexual. “Si en alguna ocasión ha generado interés, creo que se debe a la cantidad de material autobiográfico (diarios y cartas) que se conserva y a la capacidad de autoanálisis del propio Kafka. Todo ello ha sido muy jugoso para emprender aproximaciones desde un enfoque psicoanalítico. También se debe, seguramente, al contraste de un aspecto tan físico e íntimo como la sexualidad con la imagen idealizada que se tuvo de Kafka, en buena medida porque así quiso presentarlo su amigo Max Brod”, señala.

Martínez Salazar también aporta su punto de vista de la relación epistolar entre Felice y Kafka, por momentos muy ambigua y cargada de contradicciones: “A ojos actuales, surge la pregunta de cómo Felice Bauer fue capaz de aguantar tanto tiempo el tira y afloja psicológico al que Kafka la sometió mediante sus cartas. Él se comportó como el perro del hortelano: ni comía ni dejaba comer. Exigía a Felice cartas constantes pero, a la vez, se presentaba a sí mismo como un mal partido incapaz de comprometerse con nada que no fuese la escritura. Esta contradicción refleja una lucha interna no del todo inconsciente, pues Kafka llegó a hacer una lista con los pros y los contras de casarse”.

Kafka trasciende, pero era hijo de su época

Ahora bien, aunque Kafka pudiera tener sus dilemas: ¿Es justificable que acudiera con tanta asiduidad a citas con prostitutas? Sigrid Cervera es sexóloga en el Museo de la Erótica de Barcelona. Ella nos indica que si bien a comienzos del siglo XX se comenzaba a tratar la sexualidad de forma más analítica, “nos situamos en una época marcada también por la represión moral y religiosa, donde se enfatizaban los peligros de las relaciones sexuales ante, entre otras cosas, las enfermedades y donde se promulgaba la pureza frente a la obscenidad. Aunque, por otra parte, acudir a prostíbulos era algo entonces común entre muchos hombres, incluso jóvenes y atractivos”.

Kafka también era Kafka en la cama

Jordi Isidro Molina, psicólogo de adultos y parejas en Cedipte-Psicología, ha analizado también los escritos de Kafka y encuentra similitudes entre su obra y su visión de las relaciones afectivas y sexuales. Kafka era en muchos sentidos imposibilidad: una dicotomía y (otra vez) contradicción constante. “Vivió su vida balanceándose entre el deseo y la culpa, por un lado disfrutaba de relaciones carnales, pero luego parece que se arrepentía y aparecía una posible culpabilidad. Sus novelas reflejan una persona obsesiva que busca la perfección. Sobre todo El Castillo y El Proceso reflejan que sus obsesiones eran a la vez la necesidad de control y su ansia de libertad”. De nuevo, dos horizontes enfrentados, como su relación con las mujeres.

Los escritos de Kafka son para muchos tan trascendentales por ser el eterno ejemplo de la dualidad del ser humano, viviendo en un perpetuo conflicto interno entre el anhelo y el remordimiento. Quizá Kafka se sintiera también en el aspecto sexual como Gregorio Samsa aquella mañana después de un sueño intranquilo: como alguien que no reconocía y que tampoco era capaz de transmitir a los demás cómo se sentía ni qué necesitaba en realidad.

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