Equidad de género   Crear ciudades feministas

En Barcelona se están haciendo esfuerzos para aumentar la accesibilidad para los peatones. Un enfoque consiste en áreas pintadas de amarillo y azul que marcan las zonas libres de automóviles.
En Barcelona se están haciendo esfuerzos para aumentar la accesibilidad para los peatones. Un enfoque consiste en áreas pintadas de amarillo y azul que marcan las zonas libres de automóviles. Foto (detalle): Albert Gea © picture alliance / REUTERS

Las ciudades tienen el potencial de mejorar la vida de las mujeres. Pero en realidad, la planificación de los espacios urbanos muchas veces prioriza las rutinas de los hombres y deja de lado las necesidades y hábitos de las mujeres. ¿Cómo se vería una ciudad feminista?

La primera vez que me di cuenta de que la ciudad que amaba acaso no correspondía ese amor, estaba atrapada en una acera preguntándome cómo iba a subir un escalón con mi cochecito y subir a un autobús lleno de gente. Necesitaba llevar a mi bebé a una cita médica temprano en la mañana. Pero la hora pico en Londres nunca tuvo la intención de satisfacer mis necesidades como madre. De hecho, muy poco en la ciudad parecía hacerlo.

Poco después de esa lucha hace unos 23 años, me convertí en geógrafa urbana feminista. En otras palabras, una experta en todas las formas en que las ciudades fallan a las mujeres. Yo estaba, por supuesto, lejos de ser la primera persona en tener esta revelación. Las urbanistas feministas habían estado tratando de abordar la ignorancia deliberada de las necesidades, vidas, cuerpos y rutinas de las mujeres desde al menos la década de 1970.

La planificación urbana feminista hace la afirmación supuestamente “impactante” de que los planificadores deberían escuchar a las mujeres. También deben reconocer las diferencias en la forma en que hombres y mujeres usan los espacios y sistemas de la ciudad. Esto se puede lograr aumentando la representación de las mujeres en las profesiones de construcción urbana, como la planificación, la arquitectura, el diseño, la ingeniería civil, el transporte y la política, todos los cuales han sido campos dominados por los hombres durante mucho tiempo. Las mujeres también deben ser consultadas como habitantes de la ciudad cuyas necesidades y contribuciones son valoradas.

Las ciudades como gran promesa

Un enfoque feminista de la planificación significa emplear un análisis de equidad de género de cada decisión urbana, desde la ubicación de las paradas de autobús hasta los horarios de las máquinas quitanieves. El objetivo de este proceso es garantizar que las opciones no refuercen las barreras que enfrentan las mujeres en términos de seguridad, movilidad, asequibilidad y accesibilidad. También es fundamental adoptar una perspectiva interseccional. La desigualdad de género no es la única fuerza en la vida de las mujeres. La raza, la clase, la sexualidad, la edad, la capacidad y más son factores críticos.

Las ciudades son una gran promesa para mejorar la vida de las mujeres a través de su combinación de proximidad, oportunidad y elección. Sin embargo, con demasiada frecuencia, esta promesa se rompe. El miedo y el peligro limitan los movimientos de las mujeres. Los planes de transporte favorecen las rutinas de trabajo de los hombres y los modos y tiempos de viaje preferidos. El “care work” o trabajo de cuidado y asistencia de bebés o pacientes es poco más que una ocurrencia tardía en el espacio público. Los altos costos de vida, especialmente la vivienda, afectan de manera desproporcionada a las mujeres, quienes aún experimentan una brecha salarial. La planificación urbana feminista tiene como objetivo resolver (o al menos mitigar) estas desigualdades a través de políticas y diseños sensibles al género.

Planificación feminista en la realidad

Una ciudad feminista, entonces, es aquella que reconoce las diferentes experiencias de las mujeres e intenta abordar las desigualdades subyacentes. El trabajo de asistir y cuidar a infantes o pacientes es un buen ejemplo. Hay muchas cosas que las ciudades pueden hacer para que este tipo de trabajo sea menos oneroso. El espacio para cochecitos en el transporte público ayudaría, al igual que baños públicos limpios y seguros y edificios, parques y calles físicamente accesibles. Sin embargo, un enfoque feminista no está interesado en simplemente facilitar que las mujeres continúen haciendo una parte injusta de este trabajo. A largo plazo, el objetivo es crear sistemas, espacios y apoyos que permitan que el trabajo de cuidados se comparta de manera equitativa no solo entre géneros, sino en comunidades enteras.

La accesibilidad, la seguridad y la asequibilidad son cosas de las que todas las personas se benefician.

La planificación feminista ya es una realidad. El barrio de Aspern, en Viena, fue diseñado para apoyar holísticamente la vida cotidiana de las mujeres y promover la inclusión de género en una variedad de formas, tanto simbólicas como estructurales. Desde nombrar calles con nombres de mujeres hasta contratar arquitectas feministas para diseñar modelos de vivienda flexibles cuyos diseños diversos permitan el mejor uso del espacio para las necesidades de diferentes individuos o familias, la comunidad ha sido reconocida como un ejemplo destacado de incorporación de la perspectiva de género. Es importante destacar que el desarrollo de Aspern surgió de una investigación detallada con mujeres sobre sus necesidades en materia de vivienda, transporte, seguridad, ocio, movilidad y trabajo.

Priorizando la equidad de género

Barcelona también está prestando atención a las mujeres en sus planes más recientes para aumentar la habitabilidad. Usando métodos feministas de consulta, la ciudad está aprovechando los aportes de la comunidad para informar las agendas de rediseño y redesarrollo. El género está en el centro de estos planes a través de un enfoque explícito en la “vida cotidiana”. Por ejemplo, un plan de movilidad escolar prioriza el movimiento eficiente y seguro de niños y cuidadores a través de la ciudad en momentos clave, en lugar de dejar de lado estas necesidades en favor de los viajeros y el tráfico de entrega. El plan de “supermanzanas” para limitar el tráfico dentro de las áreas designadas también tiene como objetivo fomentar la seguridad, el uso equitativo del espacio público y la cohesión comunitaria.

Los urbanistas, tanto en Aspern como en Barcelona, insisten en que al priorizar la equidad de género, están mejorando la vida en la ciudad para todos. Después de todo, la accesibilidad, la seguridad y la asequibilidad son cosas de las que todas las personas se benefician. Además, muchos elementos del diseño con equidad de género se superponen con las iniciativas de sostenibilidad. El concepto de ciudad de 15 minutos, por ejemplo, otorga gran importancia a la proximidad de servicios clave como hospitales, oficinas o restaurantes y medios de transporte activos. Las feministas han argumentado durante mucho tiempo que la proximidad es crucial para apoyar a las mujeres como trabajadoras y cuidadoras; las mujeres también son ya más usuarias del transporte público y realizan más viajes peatonales. Por lo tanto, hay muchas razones para creer que una ciudad feminista es también una ciudad sostenible.

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