Rainer Maria Rilke   150 años de Rilke: un poeta y su ambivalencia

Hace 150 años nació Rainer Maria Rilke, uno de los poetas más importantes de la modernidad literaria. Qué lo caracterizaba como persona y por qué vale la pena enfrentarse a su obra todavía hoy, lo cuenta la profesora de literatura Sandra Richter en esta entrevista.

Señora Richter, el 4 de diciembre se cumple el 150 aniversario del nacimiento de Rainer Maria Rilke. ¿Cómo lo habría celebrado él?

Cuando Rilke era joven y tenía poco dinero, celebraba los cumpleaños de manera sencilla, con fresas y postales sobre la mesa, por ejemplo de la Victoria de Samotracia. De sus cumpleaños posteriores se ha transmitido poco. Tal vez habría hecho una larga caminata en la naturaleza, habría comido bien y celebrado su cumpleaños en compañía de amigos y amigas, quizá conversando.

En su libro “Rainer Maria Rilke o La vida abierta” usted traza una nueva imagen del poeta. ¿Qué clase de persona era?

Rilke fue en su juventud un hombre sumamente animado, pero sabía que físicamente no estaría a la altura de lo que se esperaba de él: la carrera militar como oficial. Muy pronto se entusiasmó con el arte y decidió de manera consecuente dedicarse a la vida artística. Impuso esta decisión contra todas las demás inclinaciones y contra los intereses de su padre. Era una persona encantadora y con sentido del humor, pero también un artista disciplinado que se entregaba por completo a la obra.

¿De qué fuentes lo sabe?

El Archivo Alemán de Literatura de Marbach pudo adquirir en 2022 el legado privado de Rainer Maria Rilke. Trabajé tres años con ese fondo y fue maravilloso. Pude conocer de nuevo al joven Rilke, así como al Rilke que poco a poco se vuelve exitoso, que frecuenta los salones de Europa Central y actúa como una especie de astro central en el arte y la literatura.

¿Qué nuevo hallazgo la sorprendió más?

Su ambivalencia. Era un artista que creaba mucho y alegraba positivamente a sus semejantes con ello. Al mismo tiempo, hería a otros de tal manera que se apartaban completamente de él. Esto se aplica a casi todas sus mujeres y amigas, que a menudo estaban enamoradas de él, pero que solo le servían de musa durante pocas semanas.

Rilke estuvo siempre rodeado de mujeres. ¿Qué papeles desempeñaban ellas?

Las mujeres que permanecieron más tiempo en su vida desempeñaron varios papeles. A menudo eran primero amantes, que eran veneradas, pero luego asumían roles maternales y eran comprendidas por Rilke como madres elegidas. Estaba rodeado de mujeres fuertes. Entre ellas, su esposa Clara Westhoff, una escultora destacada. Luego la amiga de toda la vida y escritora Lou Andreas-Salomé. O Baladine Klossowska, la pintora.

Rilke apoyó a jóvenes autoras. Usted escribe que algunas dependían del reconocimiento del autor superior. ¿Cree que hoy, después de #MeToo, se habría cancelado a Rilke?

Los estándares morales eran otros en aquel entonces, pero aun así su editora se vio obligada a defenderlo frente a suposiciones de que quizá se había propasado con muchachas. Rilke veneraba a las muchachas. El término abarcaba entonces un amplio rango de edad, desde niñas pequeñas hasta mujeres no casadas. Rilke las adoraba como figuras asexuales, aunque a veces las deseaba. Al mismo tiempo, eran para él el emblema del arte. Quiso ayudar a jóvenes artistas, no siempre de manera desinteresada, y él mismo se orientó en modelos femeninos. Tradujo obras de escritoras, entre ellas Safo y Elizabeth Barrett Browning. Estas mujeres estaban para él moralmente muy por encima del hombre.

Se dice que las mujeres también desempeñaron un papel en la salud de Rilke. Él fue enfermizo toda su vida.

Rilke buscó apoyo una y otra vez, sobre todo en sus madres elegidas. Y ellas lo enviaron a médicos. Lou Andreas-Salomé, por ejemplo, le aconsejó caminar descalzo, alimentarse de manera saludable y también acudir a tratamientos de cura. Rilke lo hizo a menudo en su vida. Se alimentaba de manera vegetariana, no bebía alcohol, intentaba hacer ejercicio. Con ello esperaba curarse de todas las deficiencias que percibía en sí mismo.

Usted escribe que Rilke se habría considerado un ser defectuoso.

Rilke fue desde joven psíquica y físicamente muy inestable. El muchacho enclenque parecía visto desde atrás un “muchacha”, decían algunos. En efecto, aparentemente era muy delgado, con hombros caídos. Y cada mujer que tuvo trato con él escribió la misma frase en sus memorias: “Era feo”. Evidentemente tenía otros dones. Sabía escuchar muy bien y tenía probablemente una voz muy hermosa y profunda, de modo que se le escuchaba con gusto.

A pesar de todo, Rilke siempre rechazó un psicoanálisis. ¿Por qué le temía?

Rilke temía convertirse mediante un psicoanálisis en un “alma desinfectada”. Y las almas desinfectadas ya no tienen nada sobre lo que puedan escribir poesía. Él quería lo perturbador, lo extraño, lo aparentemente enfermo. Eso era para él la materia de su literatura. Sus miedos, sus deseos, todo lo que quedaba insatisfecho. Precisamente de eso podía escribir poesía. Se veía a sí mismo como una especie de Cristo estético que sufre por los demás.

Aunque Rilke se veía a sí mismo como Cristo redentor, criticaba la megalomanía de otros. Y el belicismo. Hoy volvemos a vivir tiempos de hombres megalómanos y lamentablemente también de guerras. ¿Cómo puede ayudarnos la obra de Rilke?

Rilke podía escribir de manera patética y podía escribir de manera polémica. Y aplicó ambas formas en relación con la política de su tiempo. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, al principio se entusiasmó y lo expresó en versos patéticos. La gente se levantaba, se volvía – desde su perspectiva de entonces – hacia grandes ideas. Pero poco después creció la repulsión hacia la guerra. La Primera Guerra Mundial hizo que durante mucho tiempo no pudiera escribir. En cartas polemizaba contra los imperios, y lo hacía con tal decisión que uno cree tener delante a un radical de izquierda. Arremetía contra el dominio y el intento de apropiarse de territorio y poder. En este sentido, Rilke fue en su manera emocional de reaccionar como una brújula humana. Uno que primero quiere dejarse llevar, pero que luego vuelve al núcleo de lo que, según su visión, debe caracterizar al ser humano. Y eso no es la guerra, no es la violencia, sino la convivencia emocional.

Rilke fue un escritor europeo, vinculado tanto con su patria Praga como con muchos otros países. Hoy Europa está bajo presión. ¿Puede Rilke consolarnos en este aspecto?

Seguramente habría querido consolarnos. Para Rilke Europa era una única patria. Venía del Este. El checo no le era familiar, pero podía entenderlo. Sabía ruso. Podía leer las lenguas escandinavas. El italiano y el francés no eran dificultad, también en España se desenvolvía. Eran países que tenían para él un significado cultural. Antes de la Primera Guerra Mundial podía viajar sin pasaporte. Esa fue una experiencia que lo fascinó.

¿Qué tiene de moderno Rainer Maria Rilke todavía hoy?

Es un artista que sabe manejar el lenguaje de una manera sin igual. Crea imágenes lingüísticas y melodías de versos absolutamente insólitas. Puede escribir frases que parecen aforismos, pero que casi se disuelven al leer los textos mismos. Está, por ejemplo, la famosa frase “Debes cambiar tu vida” del poema Torso arcaico de Apolo. En ese trato atractivo y valiente con el lenguaje radica todavía su fuerza, precisamente porque ese trato nos conmueve tanto.

Usted ha dicho que hoy necesitamos a Rilke más que nunca. ¿Por qué?

Porque hoy tratamos con nuestra lengua a menudo de manera descuidada. El talento de Rilke consiste en ofrecernos nuevos conceptos y otras imágenes lingüísticas. Eso puede abrirnos nuevos mundos en tiempos de inteligencia artificial, en un mundo regido por lo repetible y lo banal.

Lady Gaga se ha tatuado una de las máximas de Rilke, también en TikTok está de moda. ¿Cómo explica a Rilke como fenómeno pop cultural?

Rilke a menudo ha llegado a los jóvenes porque brinda consuelo y da máximas. Precisamente lo emocional de sus textos es increíblemente importante. En especial sus Cartas a un joven poeta siguen ocupando a los jóvenes hoy en día. Una cita de ellas adorna también el brazo de Lady Gaga. Las Cartas a un joven poeta responden a la pregunta de cómo convertirse en un gran artista. Y la respuesta es: debo sentir la vocación y debo concentrar todo en ella. Textos así siguen fascinando a la juventud.

¿Qué cree usted que habría horrorizado a Rilke del mundo actual?

Seguramente el estado de la naturaleza. Eso ya lo conmovía profundamente en su tiempo. Cuando se abría una fábrica cerca de él, no le agradaba en absoluto. La manera en que tratamos la naturaleza lo habría irritado sin duda en gran medida.

¿Y qué lo habría fascinado quizá?

Probablemente lo habría alegrado la posibilidad de ver y recorrer el mundo entero. Hasta el punto en que viajar se vuelve excesivo y trivial, porque no se comprende toda la cultura y algunas regiones del mundo corren el riesgo de hundirse en la incultura y la inhumanidad. Sin duda lo habrían fascinado las posibilidades considerablemente mayores de curar enfermedades, y quizá también se habría logrado controlar la enfermedad que lo condujo a la muerte, es decir, la leucemia.