Novelas y cuentos
Iris Kiya

Iris Kiya
Iris Kiya | Foto: © Iris Kiya Privat

Estudió literatura en la UMSA. Participó en festivales de poesía y ferias del libro en Perú, Chile, México, Ecuador y Bolivia. Es editora e imparte talleres de creación literaria y ha gestionado y organizado lecturas, ferias de libro independientes en colegios, universidades y psiquiátricos. Ha publicado en Bolivia y Chile. Su primer libro fue ganador del concurso jóvenes poetas auspiciado por la Cámara Boliviana del Libro y la Fundación Pablo Neruda de Chile.

Es autora de los poemarios: Manicom(n)io fra(g)tal, colección postmortem (2010); 24 cortos y un prólogo en braille para Gelinau Laibach (2013), Masacre en la calle Harrington (2017), Márgenes Infrarrojos. L´image, une forme de violence (2019) y la plaquette En la trinchera (2016)
 

Sebastian Melmoth no es, claro, una elección gratuita para firmar (tú lo hiciste ya en tu primer libro). Para entender esa elección ¿hay que pensar en ese intento de pasar desapercibido de Wilde, o acaso en cierta condición de desahucio o, incluso, en un estado de mudez final tras lo mucho escrito y dicho?
 
Creo que haber tomado ese nombre como primer pseudónimo me ha permitido crecer en la condición de mudez e ironía, así como Wilde escogió ese nombre una vez exiliado en París, antes de morir, después del escándalo que tuvo con su amante y fue desterrado. Lo que él buscaba era esconderse tras otro nombre. Esta idea, por ejemplo, la retoma desde el primer hasta el último de sus libros, el señor Vila Matas; esta idea de pasar desapercibido, quizá como Kafka, pero esto es altamente literario, no diré poético, porque no creo en ese romanticismo solapado.
 
¿Qué conexiones o rupturas encuentras entre Márgenes Infrarrojos (para el que elegiste el pseudónimo Milton Steiner) y tu obra anterior?
 
Creo que la principal conexión es la imagen, aquella imagen violenta, porque entra por lo ojos y esa instantaneidad es la que hace que el lector de la imagen pueda hilar una o varias historias.  Y bueno, este poemario de alguna manera hace eso también, usa la imagen, no quiero decir poéticamente, porque sería hasta ridículo que acompañe -como muchos piensan- al poema. La imagen, la fotografía en mi caso, en el caso del libro de poemas es un trabajo de compilación, como bien se especifica en el prólogo de Steiner. La ruptura es el nombre, el personaje, ya no hay un fotógrafo de guerra que se congracie de sus logros, solo un pequeño hombre que busca glorificarse a costa de todo y de todos.
 
 
Tú has organizado festivales y talleres de poesía crees que actualmente son esos los mejores caminos para la difudión de la poesía?

 
Cuando empecé con la organización de los festivales era una niña que se quedó obnubilada por lo que sucedía en chile, había mucho de todo, editores, lecturas, etc. Y creo que eso hizo que me animara a organizar festivales y años después a hacer talleres. Pero tengo claro que, los festivales siempre son la escena donde se puede conocer a gente de todo lado, con una escritura sólida o en pañales, sin embargo, la idea de proponer algo, como un taller de poesía, en el que puedas ayudar a cierta gente, a proponer y guiar en su ideal poético, tiene mucho más mérito, porque conoces el punto cero de la escritura y la lectura y eso en un festival ya está delineado. Claro que los talleres de poesía en Bolivia han sido y son muy contados, creo que deberían realizarse todo el tiempo. Un taller no es para moldear personas o poetas, sino más bien es una forma de impulsar la escritura y lectura crítica.
 
 
 

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