Ciudad de México  El Corazón de La Merced

Mural de 870 m², con fondo colorido que muestra las Naves (pequeños mercados que conforman La Merced) y de cuyo centro emana un corazón rojo de adobe con nopaleras y figurillas prehispánicas.
"El Corazón de La Merced" de lxs artistas Dan Silva “Pólvora”, Daniel González “Laite”, Cecilia Gutiérrez “Miau Tse” y Antonio Hernández "Visa". © Arturo Zepeda

Hace siete años, un grupo de artistas locales y gestores culturales inauguraron "El Corazón de la Merced", un mural que representa a uno de los barrios más populares e icónicos de la Ciudad de México.

El actual barrio de La Merced es una de las zonas más antiguas de la Ciudad de México: data de la época prehispánica, cuando constituía el límite oriental de la zona urbana de México Tenochtitlán, que colindaba con el antiguo lago de Texcoco, según una investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). En la actualidad, es el principal punto de abastecimiento de productos (principalmente alimenticios) de toda la Ciudad de México y uno de los más grandes de América Latina.

Cuando una citadina de la gran ciudad cierra los ojos e intenta imaginar La Merced, muchos colores vienen a la mente en primera instancia: frutas y verduras, utensilios de cocina, zapatos tan baratos, la variedad de dulces que se pueden comprar para fiestas infantiles, para vender o para el antojo. Colores que, después de pensarlos un rato, comienzan a fundirse con los olores del tamarindo, los chiles secos y los moles, las hierbas (manzanilla, romero, limoncillo o epazote, entre tantas otras), los olores de la carne fresca o recién cortada y de la sangre que derraman, del sudor de la gente (¡tantas personas!), de la fruta podrida o de las croquetas de perro. Y, por supuesto, el inevitable recuerdo de su gente gritando: «¡Aquí hay, aquí hay!» «¿Qué va a llevar?» «¡De a 30 el kilo, pásele!», así como de sus diableros que inentan hacerse paso, incluso en medio de los tumultos.

Esta ruptura con la uniformidad que en todos los casos representa el mercado, se intentó plasmar en 870 m². Un fondo colorido muestra las Naves (pequeños mercados que conforman La Merced), de cuyo centro emana un corazón rojo de adobe con nopaleras y figurillas prehispánicas que parecen salir de él.
Mural de cerca: El Corazón de La Merced.

De acuerdo con el documental "El corazón de La Merced", de la Fundación ORB, se reconocen 68 etnias y 18 lenguas indígenas entre lxs habitantes y trabajadorxs de la zona. | © Arturo Zepeda

A la derecha, una mujer de alguna etnia originaria lleva en la espalda sus mercancías para vender y, sobre su mano, una llama de fuego; mientras que por la izquierda, un diablero y su antecesor histórico: el mecapalero*. Juntos rinden homenaje a las tradiciones del gran mercado.

El 13 de diciembre de 2018, el Colectivo Las Olvidadas de la Merced, la Fundación ORB y el Centro Cultural Casa Talavera inauguraron El Corazón de la Merced, pintado por los artistas Dan Silva, (Pólvora); Daniel González (Laite); Cecilia Gutiérrez (Miau Tse) y Antonio Hernández (Visa). Los dos primeros, creadores de la idea y principales responsables de la obra, forman parte de la nueva ola del muralismo mexicano de línea comunitaria, es decir, una forma de arte mural en la que se incluye a la comunidad en donde se realiza.
​​​​​​​El mural, más que ser un adorno, genera procesos de apropiación por parte de la gente del barrio de La Merced; todo lo que se ve en el mural es una narrativa que se construyó a partir del diálogo con la gente.
Durante la rueda de prensa de su inauguración, Joaquín Aguilar Camacho, entonces responsable del programa de espacio público y extensión cultural del Centro Cultural Casa Talavera, mencionó que transformar el entorno "no sólo significa transformar muros, sino también transformar, mediante el arte, al ser humano que cohabita y trabaja en ese lugar". Y continuó: "El mural, más que ser un adorno, genera procesos de apropiación por parte de la gente del barrio de La Merced; todo lo que se ve en él es una narrativa que se construyó a partir del diálogo con los vecinos".
Alrededor del mural se encuentran series de puestos formales e informales.

Alrededor del mural se encuentran puestos formales e informales. | © Arturo Zepeda

En una creación artística de dos meses, los artistas afirmaron que fue un proceso enriquecedor. "Ahora nos ha tocado a nosotros trabajar para La Merced, porque La Merced siempre ha trabajado para nosotros", dijo Daniel González (Laite). Al ser una herramienta comunicativa, el arte se vuelve también una forma de resistencia.

El Colectivo Las Olvidadas de La Merced es un grupo de comerciantes que lucha social, política y culturalmente por recuperar sus locales, los cuales fueron dañados por el incendio de 2013 dentro del mercado de la Nave Mayor, afectando a 1200 locatarixs que, hasta la fecha, no han podido recuperar del todo su espacio de trabajo.

 

Mire este mural en Youtube:

 
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*De acuerdo con el Diccionario del Español de México, el mecapal es una “cinta ancha, de ixtle o de cuero, con que se rodea la carga que se ha de transportar sobre la espalda, afianzándose de la frente”. Los diableros, por su parte, son trabajadores que en una especie de carrito de mano con ruedas llamados “diablos” transportan cargas pesadas para mover productos dentro del mercado y sus alrededores.

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