Internacional Situacionista  “El arte debe pasar a la vida”¹

„Die Kunst muss in das Leben übergehen.“ © Ricardo Roa

La Internacional Situacionista (IS), fundada en el París de 1957 por un estudiante llamado Guy Debord, fue un movimiento radical que combinó arte, política y teoría para criticar y transformar la sociedad capitalista.

“Toda la vida de las sociedades en las que dominan las condiciones modernas de producción se presenta como una inmensa acumulación de espectáculos. Todo lo que era vivido directamente se ha alejado en una representación”.
Guy Debord, La sociedad del espectáculo, Tesis 1.
Europa en los años cincuenta. El Plan Marshall, que desde 1948 pretendía acelerar la reconstrucción de Europa mediante la promoción de inversiones en objetivos específicos y la modernización de infraestructuras, había demostrado su eficacia. Lxs alemanxs en particular, experimentaron un auge sin precedentes; más tarde se hablaría de un milagro económico.

Al mismo tiempo, sin embargo, se hicieron visibles los aspectos negativos del floreciente sistema capitalista, que convertía el crecimiento en su máxima suprema. La semana laboral llegaba hasta las 48 horas y las condiciones de trabajo eran a menudo precarias, especialmente para las mujeres. Por otro lado los sindicatos ganaban cada vez más miembros y los conflictos laborales eran cada vez más frecuentes. En resumen, había poco de qué reír.

Derribar el espectáculo con humor y acción

De un grupo radical de artistas surgió en 1957 la Internacional Situacionista, fundada por el teórico y filósofo Guy Debord, entonces de sólo 26 años; el artista visual danés Asger Jorn y algunos otros: una agrupación revolucionaria cuyo objetivo era combinar la teoría económica marxista y la vanguardia artística en una crítica contemporánea y exhaustiva del capitalismo. Para ellos, el mundo se había convertido en un espectáculo capitalista, frente al cual era necesario resistirse a él con ironía mordaz e intervenciones absurdas y sarcásticas.

El documento central, una colección de tesis radicales, grandilocuentes y en parte absurdas, La sociedad del espectáculo, apareció en 1967 y se convirtió en un texto estándar del movimiento político de la generación del 68. El mundo había degenerado en un mero espectáculo, la realidad había sido sustituida por imágenes escenificadas que se “han separado de todo aspecto de la vida” (Tesis 8 de La sociedad del espectáculo). Para hacer frente a esta total alienación al servicio del capital, la mera crítica o la resistencia pasiva parecían insuficientes; se necesitaba una subversión activa y creativa para lograr un cambio real. La gente debía encontrar formas de romper el espectáculo con humor y acción, recuperar su propia realidad y darle forma activamente.  

Desviación y deriva

En el centro de las actividades de los situacionistas estaba la construcción consciente de momentos de experiencias intensas. Estas “situaciones” debían permitir a una persona arrebatar al espectáculo su realidad distorsionada, recuperar el control y la agencia. La desviación intencionada (détournement*) de los productos del espectáculo, como la reinterpretación de un cartel publicitario que ya no invitaba a consumir un producto sino a rebelarse, lo golpeaba con sus propias armas. De la misma manera, se reescribían cómics y eslóganes o se trasladaban a un contexto diferente y opuesto, lo que invertía su significado. Esta práctica ha llegado especialmente al arte callejero, pero también al mundo del arte en general. Incluso los memes en las redes sociales no son más que variantes del détournement.

Lugares de juego, encuentro y libertad

También había que reconquistar los espacios físicos del entorno envenenado por el espectáculo: mediante la deriva (dérive) en el espacio urbano, una actividad deliberadamente improductiva y caótica, este se redefine en una cartografía llamada “psicogeográfica”, es decir, según los sentimientos experimentados en determinados lugares. La fuerte subjetividad de estas impresiones y su dependencia del contexto individual obligan a cada persona a ser siempre consciente de su realidad. Los situacionistas querían hacer visibles estos mecanismos para reconquistar el espacio urbano: como lugar de juego, encuentro y libertad. Lo fundamental y profundamente subversivo que puede ser esta estrategia como resistencia categórica contra el orden social en sí, queda demostrado por el hecho de que todavía hoy se refleja en protestas creativas. Basta pensar en los flashmobs, los bloqueos callejeros del movimiento Letzte Generation (Última Generación) o los manifestantes disfrazados de personajes de cómics, como en las recientes protestas contra el presidente turco Erdogan.

Impulsores de la cultura política
 

La revuelta de mayo de 1968 en París y la ocupación de la Sorbona se atribuyeron en gran medida a las acciones de los situacionistas, y también estuvieron presentes en Alemania al mismo tiempo, en grupos como la Kommune I (Comuna I), que escenificaban escándalos con humor negro, provocación y un deliberado mal gusto, exponiendo la lógica de los medios de comunicación con comunicados de prensa absurdos. Organizaban happenings, acciones y situaciones grotescas (como un supuesto atentado contra el vicepresidente estadounidense con bolsas que, tras su detención, resultaron contener polvo para natilla) o el lanzamiento de biblias maoístas desde la Iglesia del Recuerdo.

En Estados Unidos, las subculturas de los años sesenta y setenta también se vieron influenciadas por los modelos de la Internacional Situacionista. Grupos como los Yippies (Youth International Party, Partido de la Juventud Internacional) combinaban el activismo político con la provocación teatral; por ejemplo, se reunían en la galería de la Bolsa de Nueva York y arrojaban billetes al piso de duela, deleitándose con la absurda codicia que demostraban los corredores de bolsa al pescar los billetes.

Más tarde, a finales de los años setenta, el espíritu situacionista siguió vivo en el arte y la cultura, como demuestra especialmente el movimiento punk. Los Sex Pistols de Malcolm McLaren o los Dead Kennedys utilizaron textos satíricos y détournements visuales para atacar la cultura del consumo y la autoridad, transformando su ira en subversión creativa con un humor amargo y sarcástico.

En 1972, tras 15 años de actividad, la Internacional Situacionista se disolvió y, en 1994, Guy Debord ya gravemente enfermo, se suicidó. Pero la contribución que él y sus compañeros de la Internacional Situacionista hicieron a la cultura política, la escena artística internacional y las subculturas pop de la segunda mitad del siglo XX es imposible de sobrestimar. Por desgracia, hoy son más relevantes que nunca. Porque incluso las suposiciones más audaces de los situacionistas han sido superadas por una realidad completamente fundida en imágenes. Quizá sea el momento de una revolución situacionista para liberarse de una vez por todas de los engaños generados por el capitalismo.

Bibliografía

  • Guy Debord, La sociedad del espectáculo.
  • Guy Debord / Asger Jorn, Memoires 
  • Len Bracken, Guy Debord – Revolutionary (Venice, CA, EE.UU.: 1997)
  • Greil Marcus, Rastros de carmín.
  • Pierre Gallissaires, Hanna Mittelstädt und Roberto Ohrt (Übers.), Der Beginn einer Epoche – Texte der Situationisten (Edition Nautilus, Hamburg: 1995)
  • Simon Ford: Situationist International: A User's Guide (Black Dog Publishing, Londres: 2004)
  • Es werden bessere Tage kommen (Vendrán días mejores): https://www.si-revue.de/es-werden-bessere-tage-kommen/

 
¹ La cita “El arte debe pasar a la vida”. proviene del entorno situacionista y a menudo se atribuye a Raoul Vaneigem, especialmente en relación con su obra Traité de savoir-vivre à l'usage des jeunes générations (Tratado del saber vivir para las jóvenes generaciones, 1967).

Détournement: técnica artística y política desarrollada por la Internacional Situacionista en los años 50, que consiste en reutilizar elementos culturales existentes (como imágenes, textos, anuncios) para darles un nuevo significado, generalmente crítico o subversivo frente al sistema dominante. Guy Debord lo definió como una forma de revelar la lógica del espectáculo capitalista, mostrando sus contradicciones desde adentro.

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