Casas-taller y casas a medio terminar
Cómo Leipzig está reinventando la vivienda

“Socializar espacios”, Merseburger Straße 38
“Socializar espacios”, Merseburger Straße 38 | © Marine Leduc & Constance Bénard

Para impedir que Leipzig se vuelva demasiado cara para sus propios vecinos, el municipio promueve espacios habitacionales y vitales alternativos. La ciudad es hoy un laboratorio de pruebas y está creando modelos únicos en su género para un modo de vivir colectivo, común, solidario o cooperativo.

Lo llaman “el nuevo Berlín”. La prensa alemana e internacional no deja de intentar descifrar el fenómeno “Hypezig”, un juego de palabras con “Hype” y “Leipzig”. A 200 kilómetros de distancia de su hermana mayor, el antiguo centro industrial y cultural del oriente alemán, después de que sus habitantes lo abandonaran tras caer el Muro, está renaciendo de sus cenizas a una velocidad impresionante.

Si la reapropiación de viviendas desocupadas empezó ya a mediados de la década de 1990, el año 2010 marcó un punto de inflexión en la historia de la ciudad: Leipzig se convirtió en tendencia y, con ella, también sus zonas fabriles baldías. Con unos alquileres más que atractivos (de tres a seis euros por metro cuadrado), la ciudad atrae a habitantes, estudiantes, artistas, turistas... a los que se suma multitud de inversores inmobiliarios. Forzoso es, pues, que los precios se vayan por las nubes y escaseen los espacios vacíos.

Para impedir que Leipzig se vuelva demasiado cara para sus propios vecinos, el municipio firmó en 2015 un decreto para promover espacios habitacionales y vitales alternativos. Fundó asimismo la red de trabajo Leipziger Freiheit, que reúne a muchas asociaciones y cooperativas para colaborar al respecto. Desde entonces, el ayuntamiento ha dado apoyo económico a una serie de iniciativas e invertido en asesorar a vecinos que quieran desarrollar formas de vivienda alternativas.

Leipzig es hoy un laboratorio de pruebas y está creando modelos únicos en su género para un modo de vivir colectivo, común, solidario o cooperativo. Pero la sombra de la gentrificación es omnipresente.

Entrada de una Atelierhaus, calle Franz Flemming© Marine Leduc & Constance Bénard

Entrada de una Atelierhaus, calle Franz Flemming

El rótulo amarillo visible en la antigua fábrica Dietzold hace referencia a la “Atelierhaus” (Casa-Taller), un proyecto que inició en 2014 la asociación Haushalten e.V. La asociación lleva 15 años poniendo en contacto con propietarios a artistas y vecinos en situación precaria. “En vez de vender a inversores edificios vacíos por un precio alto, le mostramos al propietario que es posible hacerlos habitables con gastos asequibles y que sirvan para albergar proyectos y espacios vitales”, explica Magdalena Bredemann, de Haushalten.

La asociación puso en marcha el modelo “Wächterhaus” (la “Casa del guarda”), en la cual que se puede permanecer por tiempo determinado sin pagar alquiler. Como contraprestación, la casa está habitada y se hacen reformas para prevenir su ruina. La Atelierhaus es el modelo más reciente, reservado en este caso para artistas.
Estudios de la Pilotenkueche en la Atelierhaus© Marine Leduc & Constance Bénard

Estudios de la Pilotenkueche en la Atelierhaus


Martin Holz pasa la aspiradora en la segunda planta de la Atelierhaus. Aquí fundó la Pilotenkueche, una serie de 12 estudios artísticos instalados en el edificio. El contrato se acordó para 11 años, “el periodo de alquiler –según Martin– más prolongado que Haushalten ha conseguido nunca”. Paga un alquiler más bajo que el de otros estudios de la ciudad, pero, añade, “el alquiler sigue siendo un modelo que beneficia al propietario. Lo ideal sería ser dueño de la casa. Eso implica más responsabilidad, pero también más independencia”. En cualquier caso, puede diseñar el estudio según sus preferencias propias: “Yo mismo me encargué de hacer la instalación eléctrica; en proyectos así es importante tener uno mismo el poder de decisión.”
Uno de los estudios lo ocupa un artista de Taiwán© Marine Leduc & Constance Bénard

Uno de los estudios lo ocupa un artista de Taiwán


La Pilotenkueche acoge durante tres meses a artistas internacionales y locales. A los originarios de Leipzig se les ofrece una beca, mientras que los extranjeros tienen que costearse el programa por cuenta propia. A cambio se les da un gran taller, apoyo de organizadores y comisarios artísticos y un proyecto expositivo en el mismo edificio. “El dueño no quería empresas o negocios, sino artistas solamente”, refiere Martin. Él personalmente es crítico con las empresas internacionales que se están instalando en Leipzig y subiendo los precios.
En la cocina de Jurek Rotha, conserje y habitante de la Atelierhaus© Marine Leduc & Constance Bénard

En la cocina de Jurek Rotha, conserje y habitante de la Atelierhaus

A través de la Pilotenkueche, Jurek logró instalar su pequeño oasis privado y su taller artístico en toda una planta del edificio. Lleva dos años y medio viviendo aquí, a donde llegó tras habitar una “Casa del guarda”. En el caso de esta última, como tantos otros edificios de Leipzig, una empresa la reformó y la vendió a precio caro. El alquiler en la Atelierhaus sigue siendo modesto, y Jurek ha podido reformar el espacio según sus preferencias personales.

Jurek ejerce de conserje de la casa como segunda ocupación, responsabilizándose de la administración y mantenimiento. “Los artistas –aclara– suelen necesitar el pluriempleo, y este era el trabajo perfecto para mí.”
Roman, en la calle de los  inquilinos cooperativistas© Marine Leduc & Constance Bénard

Roman, en la calle de los  inquilinos cooperativistas


Roman Grabolle, de 41 años, es un verdadero indígena de Leipzig. Anda por las calles de la ciudad desde los tiempos de su juventud. En el año 2008 terminó estableciéndose allí. Arqueólogo e historiador, se ha especializado en asesorar sobre el desarrollo de proyectos cooperativos, en particular para el municipio o el grupo “Casas de alquiler sindicadas”, el Mietshäuser Syndikat.
 
El 5 de mayo hizo de guía a título honorífico en una visita por dos distritos de Leipzig, uno del este (Neustadt-Neuschönefeld) y otro del oeste (Leutzsch), en la que las personas interesadas pudieron conocer distintas formas de vivienda alternativa.
Ostseite, una Ausbauhaus en la Eisenbahnstraße© Marine Leduc & Constance Bénard

Ostseite, una Ausbauhaus en la Eisenbahnstraße

La Ausbauhaus (casa sin terminar) es un modelo sencillo: los inquilinos pagan un alquiler muy bajo. A cambio, se implican en la reforma del edificio. Es un esquema que desarrolló la asociación Haushalten. “Los propietarios siguen siendo propietarios, solo que tienen que implicarse menos en las obras de reforma. Cambian ventanas, o por ejemplo modernizan la electricidad”, explica Roman.

En su opinión, esta modalidad de espacio habitable no deja de ser bastante precaria, y goza de preferencias entre jóvenes, a veces también emigrantes. Aún así les permite pensar en una vida a largo plazo, porque los contratos son de larga duración, a diferencia de lo que ocurría con el formato Casa del guarda. “¡Lo seguro es que el edificio se llena!”, concluye Roman.
Casa Pöge en la Hedwigstraße: la nueva vida de la antigua imprenta© Marine Leduc & Constance Bénard

Casa Pöge en la Hedwigstraße: la nueva vida de la antigua imprenta

Hace pocos años había aún muchos edificios vacíos en la Hedwigstraße. Las paredes iban engriseciendo. La Casa Pöge, una antigua imprenta, es un edificio construido hace más de 100 años. Llevaba deshabitado desde 1994. En 2009, el recinto, propiedad municipal, empezaron a utilizarlo artistas para proyectos culturales. Dos años más tarde, un grupo de ellos fundaron la sociedad de responsabilidad limitada Kultur- und Wohnprojektgesellschaft GmbH Leipzig-Neustad y propusieron a la ciudad un proyecto para comprar el edificio. Participan al mismo tiempo en el desarrollo de actividades de carácter social en la planta baja.

La Casa Pöge tiene hoy unos 20 inquilinos y, entre otras iniciativas, acoge exposiciones y cursos de danza y de yoga.
El renacimiento de la calle Georg Schwarz, en la zona Westen de Leipzig© Marine Leduc & Constance Bénard

El renacimiento de la calle Georg Schwarz, en la zona Westen de Leipzig

La calle está cerrada al tráfico. Los habituales se mezclan con los curiosos que se han acercado para ver cómo está hoy la calle Georg Schwarz. Desde hace nueve años, los vecinos organizan un festival para dar a conocer su calle y sus proyectos y disfrutar en buena compañía. Con más de cien años a sus espaldas, había sido una animada calle comercial, hasta que en 2008/2009 se convirtió en una especie de zona prohibida. Un área de delincuencia, conocida en particular por sus locales para el consumo alcohólico. Muchos edificios estaban vacíos, no había demanda de inmuebles.

Poco a poco, fueron desarrollando proyectos personas ajenas a la zona, artistas e investigadores, que también se asentaron aquí. A cambio de precios baratísimos, asumieron con ayuda municipal la trabajosa reforma de los edificios. Y en algunos casos introdujeron modelos para la compra mancomunada de edificios.
Roman vive en el 9/11 de la calle Georg Schwarz© Marine Leduc & Constance Bénard

Roman vive en el 9/11 de la calle Georg Schwarz

Roman se mudó en 2015 a la calle Georg Schwarz. Junto con un grupo de voluntarios, compraron los edificios en el año 2012. Para ello, todos tuvieron que pedir prestado a familia y amistades, aunque también los bancos manifestaron su disposición a otorgar créditos. La compra se hacía mancomunada, en nombre de una sociedad fundada con dicho objeto. “En el Derecho alemán –según lo explica el Blog de Wohnungsgesellschaft mbH Central LS W33, que así se denomina la sociedad–, un pequeño grupo de voluntarios lo tiene más fácil para fundar una empresa que una cooperativa. Pero el objetivo es exclusivamente disponer a largo plazo de espacio habitable a precios asequibles.”

Todos los meses van devolviendo los créditos a sus amistades y a los bancos. “Eso nos da mucha libertad: no tenemos la propiedad total, pero tampoco dependemos de un propietario”, explica Roman. Entre todos comparten algunas estancias como la cocina, pero tienen también habitaciones privadas.
Vista del patio desde una ventana: el Mietshäuser Syndikat contra los especuladores inmobiliarios© Marine Leduc & Constance Bénard

El patio visto desde una ventana: el Mietshäuser Syndikat contra los especuladores inmobiliarios

El Mietshäuser Syndikat (“Casas de alquiler sindicadas”), cuyas oficinas de Leipzig dan a este patio interior, es responsable de multitud de proyectos para frenar la especulación. En sus instalaciones encontramos un abigarrado revoltijo de plantas, músicos y, como decoración, una carrocería de automóvil. Por aquí y por allá se ve a niños jugando.

En este modelo de vivienda, el Syndikat se ha fusionado con la Asociación de Vecinos para fundar entre ambos una sociedad. Ambas ponen disponibles sus cuotas de propiedad social para comprar un edificio. De tal modo, este último pasa a ser propiedad de la sociedad. El cometido del consorcio es que sus edificios queden fuera del mercado inmobiliario. En todo el territorio federal tiene fundadas así 129 cooperativas para la construcción de viviendas, once de ellas en Leipzig.

A partir de ese momento, los vecinos asumen en común el funcionamiento fluido de su espacio vital. “Tenemos una cooperativa para fruta y verdura, biblioteca...”, relata un vecino en el patio interior del edificio.
Cooperativas de vivienda: una riqueza que hay que conservar© Marine Leduc & Constance Bénard

Cooperativas de vivienda: una riqueza que hay que conservar

“Nadie puede saber dónde vamos a estar de aquí a unos años”, advierte Roman. En Leipzig, en efecto, la calle Georg Schwarz es la última aldea gala. En diez años, los precios han subido casi el 40 por ciento en el centro urbano. Cada vez escasean más las viviendas desocupadas. Los vecinos de la calle Georg Schwarz están decididos a combatir la gentrificación. Hay balcones de los que cuelgan carteles con exigencias claras: en el barrio no son bienvenidos los grandes proyectos inmobiliarios con fines puramente económicos.
En el Café Kaputt© Marine Leduc & Constance Bénard

En el Café Kaputt

Una máquina de coser, herramientas estropeadas... Estamos en un “repair café”, en el patio del portal 9/11. Además de espacios donde habitar, los vecinos han creado también espacios comunitarios. Aquí llegan voluntarios y voluntarias para echar una mano arreglando tostadoras o para coser un vestido. El objetivo de este espacio libre y abierto: reciclar en vez de tirar, y crear una vinculación entre los vecinos de la calle y los demás vecinos de Leipzig.
“Socializar espacios”, Merseburger Straße 38© Marine Leduc & Constance Bénard

“Socializar espacios”, Merseburger Strasse 38

Pese al aumento de prácticas especulativas, siguen surgiendo proyectos que buscan la socialización. Merse38c, un proyecto ligado a un edificio, abrió hace poco sus puertas en las inmediaciones de la calle Georg Schwarz. 21 adultos y dos niños se han mudado a la casa, formada por unas diez viviendas y cocina compartida en la planta baja. Los vecinos son aquí artistas, artesanos o activistas. Les importa poder recuperar espacios y tomar decisiones entre todos.
 
Esta asociación de inquilinos se ampara en la sociedad cooperativa SoWo Leipzig eG, fundada en marzo de 2017 según el modelo de Miethäuser Syndikat. Merse 38c es su primer proyecto, pero en junio de 2018 se inaugurará un segundo edificio en el número 1 de la calle Georg Schwarz. Casi llegó a comprarlo un inversor que pretendía convertirlo en hotel. Gracias al empuje de estas iniciativas ciudadanas, la ciudad entera parece moverse en otra dirección, que la aparta de su hermana mayor berlinesa.