Annika Treutler de visita en Frutillar

En las Semanas Musicales de Frutillar de este año se dieron cita una serie de artistas nacionales e internacionales, entre ellos Annika Treutler. La joven pianista dio un concierto de piano en el Teatro del Lago y les dio clase a un grupo selecto de talentos musicales. Conversamos con ella sobre su estadía en Chile, la música clásica y su mediación.

 ¿Cómo se desarrolló la clase magistral de piano?

Asistieron cuatro estudiantes de piano de todo el país, quienes habían postulado previamente. Además, hubo algunos participantes pasivos a los que les dimos la oportunidad de tocar una obra de su elección. Durante toda la jornada estuvo presente también un público de interesados que siguió la clase. Los estudiantes pasaron uno tras otro y cada uno tocó primero la obra que había preparado y luego tuvimos una charla sobre la pieza presentada. Yo les manifesté mi opinión en líneas generales y luego trabajamos en la composición correspondiente. En este proceso para mí no era tan importante pulir los pequeños detalles, sino compartir con los alumnos mi visión general sobre la interpretación y, sobre todo, transmitirles ideas con las que puedan enfrentarse solos en el futuro.

¿Cómo fue para usted trabajar con jóvenes músicos chilenos?

Más allá de las barreras lingüísticas, nos entendimos sin problema. La música une. A pesar de haber tenido que recorrer muchos kilómetros para llegar a un país desconocido, hablamos el mismo idioma a través de la música de Mozart, Bach, y tantos otros. Disfruté enormemente el hecho de que la cantidad acotada de participantes me permitiera dedicarle tiempo suficiente a cada uno. Además de la interpretación en sí pude conocer algo personal de ellos, por ejemplo de dónde vienen, cuáles son sus proyectos musicales o desde cuando trabajan en una obra. Toda esa información me ayuda, por supuesto, a evaluar mejor su rendimiento.

¿Qué impresión tuvo de la escena musical local y de las Semanas Musicales?

En las Semanas Musicales tuve la oportunidad de ver a una joven y famosa pianista chilena [Mahani Teave, nota de la redacción], que tocó un concierto de piano de Edvard Grieg. Una presentación fantástica, ¡una joven de la Isla de Pascua entusiasmada con la música clásica! Ya durante la primera noche me sorprendió lo presente que está la música en el país: durante un paseo en la playa me llamó la atención un piano de cola de metal, de tamaño real, lleno de flores. Los turistas, se sentaban al piano y gesticulaban como concertistas. Un par de metros más adelante había cuatro músicos que ejecutaban una pieza barroca. Era un espectáculo musical para todo el mundo. Esta cercanía con la música clásica me parece muy importante, lamentablemente eso se da menos en Alemania. En nuestro país el nivel suele ser más decisivo que el gesto y eso genera un respeto demasiado grande por la música clásica.

¿Cómo llegó usted a la música? ¿Qué es lo que le fascina de ella?

Crecí rodeada de música clásica, pues mis dos padres son músicos profesionales. Todo el día entraban y salían estudiantes de mi casa. Por la noche, mientras me quedaba dormida, solía escuchar a mi madre ensayar. Por esa razón no podría imaginarme una vida sin música, pues para mí la música y la vida van de la mano. Me gustaría mucho que la música clásica, en principio no se considerara como un género aparte, sino simplemente como música, como como sucede por ejemplo con el jazz y el pop. La música clásica desafía a las personas en la medida en que les exige una escucha más precisa. Tener la capacidad de escuchar bien es una cualidad que puede ayudar a la gente también en otros ámbitos de la vida.

¿Cómo describiría el contenido esencial de su trabajo?

Dado que todavía me encuentro en una fase de aprendizaje y descubrimiento, no me gustaría apegarme a ningún área específica. Actualmente disfruto el hecho de no tener que concentrarme en ningún compositor o época en especial y poder realizar tanto presentaciones solistas y conciertos de piano como música de cámara y canto. Hace poco, por ejemplo, presenté algunas obras contemporáneas. El hecho de conocer la amplitud de los repertorios me permite reunir experiencia y poder tener una mejor valoración de las obras. Un deseo importante para mí es también el de enseñar. Una combinación de ambas actividades me resulta muy satisfactoria.

¿Qué le gusta en particular de dar clases de piano?

Independientemente de la edad que tengan la relación con la música representa un enriquecimiento para todos los alumnos. Me alegro especialmente cuando me doy cuenta que algún aspecto particular de la música no se entiende solamente a nivel intelectual, sino que también se interioriza. Con frecuencia veo que los estudiantes creen ser buenos cuando no comenten ningún error y ejecutan todo como lo indica la partitura o quizás como se los ha marcado el profesor. Sin embargo, hacer música significa también poder expresar algo propio. Con cada frase hay que contar algo. Eso es lo que intento transmitir, aunque cada alumno debe poder ponerlo en práctica de forma personal. Ahí reside para mí la diferencia entre un pianista correcto y un músico talentoso. Cuando veo que un alumno tiene la apertura necesaria para comprender e interiorizar este aspecto central de la música, siento que he logrado algo.

Annika Treutler nació Bielefeld, en 1990 y vive actualmente en Berlín. Tomó sus primeras clases de piano cuando tenía cuatro años, en 2010 debutó con la Orquesta Sinfónica de Berlín en la sala principal de la Filarmónica de Berlín. Ha tocado en diversos festivales como solista y junto a orquestas de todo Europa. Actualmente estudia interpretación como solista con Bernd Götze en Hannover.