Derek y Giorgia, una joven pareja de biólogos, se instalan en Tierra del Fuego a desarrollar su tesis. Cargados de trampas y una videocámara, investigan cómo detener una plaga de castores que arrasa la zona. Al observar a los científicos aislados, expuestos al frío y al hambre tal como sus presas, Los castores explora el vínculo entre naturaleza y hombre.
Los Castores aborda el poco conocido conflicto medioambiental, a través de dos científicos que buscan soluciones en medio del impresionante paisaje de la Patagonia.
MÁS CASTORES QUE HABITANTES
La cámara sigue a una pareja de biólogos, Derek y Giorgia, que llegan a la hostil Tierra del Fuego, en la Patagonia chilena, para investigar una devastadora plaga de castores canadienses que está destruyendo el ecosistema de la zona. Su presencia en el lugar es insólita y se remonta a 1946, cuando se introdujeron 50 ejemplares de castores en la isla para impulsar el negocio peletero. Siete décadas tardaron estos animales en tomarse el lugar por completo, al punto que hoy suman más de 200 mil, superando en cantidad a los habitantes.
El principal problema es que los castores han alterado la geografía de Tierra del Fuego y hoy atentan contra la flora y fauna del lugar. Más allá de derribar árboles, con sus represas han cambiado el curso de los ríos, inundando bosques y amenazando la armonía de otras especies, mientras se reproducen con rapidez.
“Desde un inicio nos pareció una historia muy atractiva. Se trata de una catástrofe ecológica completamente ignorada fuera de la zona, y que permite indagar la relación del ser humano con la naturaleza. Los protagonistas son científicos, pero también aventureros y cazadores, que realizan su trabajo en un área de paisajes imponentes. Los castores también llamaron nuestra atención: estos animalitos simpáticos, de los que en Chile se sabe poco, están al centro de una crisis ambiental”, indican Molina y Luco.
El documental aborda este complejo y desconocido conflicto a través de estos dos biólogos, amantes de los castores pero que, a su vez, buscan soluciones para frenar su poder destructivo. Por el camino, interactúan con lugareños que odian a la especie.
“Éste no es un documental ambiental en el sentido tradicional, ni una película sobre naturaleza. Es un viaje por un lugar único, mágico, donde habitan personas peculiares y también los destructivos castores”, señalan sus realizadores.
“Se adentra en un conflicto ecológico muy particular, donde tomar posición no es simple. Más que denunciar el problema, nos hacemos preguntas sobre cómo nos relacionamos, como especie, con el ecosistema. ¿Somos tan distintos humanos y castores? Ambos construimos, adaptamos el entorno a las necesidades de nuestra comunidad, y destruimos en el proceso. Esa comparación nos parece atractiva y divertida. Hay algo gracioso en el problema del castor, un humor escondido en la tragedia”, declaran Molina y Luco.
LA ATMÓSFERA DE TIERRA DEL FUEGO
Seis semanas en la región de Magallanes tomó el rodaje principal, en su mayoría en zonas muy aisladas de Tierra del Fuego. “Por la lluvia, el viento y las largas caminatas, fue un experiencia dura; una aventura para todo el equipo, y valió la pena. Tierra del Fuego posee una atmosfera increíble, una luz que conmueve”, apuntan los directores. “Capturar imágenes de los castores fue otro desafío. Observarlos requiere paciencia y sacrificio. Son animales nocturnos y sólo podíamos grabarlos al amanecer o al atardecer. Madrugamos mucho insistiendo una y otra vez, para capturarlos construyendo una represa”, recuerdan.
“Con esta película se van a entretener, y conocerán de cerca uno de los últimos rincones del planeta, donde se libra una guerra silenciosa, en la que el castor es enemigo de estancieros, guardaparques y pastores. Y dónde dos jóvenes biólogos intentan comprender a los castores y su avance implacable, al tiempo que practican recetas para cocinarlos”, apuntan Antonio Luco y Nicolás Molina.
“Ojalá la película motive a hacerse preguntas que son muy contingentes. Con lo ocurrido en Chiloé, éste es un momento importante para reflexionar sobre temas centrales en el film: nuestra relación con el ambiente, la comida, y también con el territorio. Magallanes está lejos, y lamentablemente los conflictos regionales les parecen abstractos a la gran mayoría de chilenos que se acumula en el valle central. Pero Tierra del Fuego es un Chile que hay que ver, y también entender que el castor lo está cambiando para siempre”, puntualizan.
Nicolás Molina (1985) y Antonio Luco (1986) se graduaron en Dirección Audiovisual por la Universidad Católica de Chile el año 2009. Sus primeros cortometrajes ya han tenido una destacada presencia en distintos festivales. Los Castores es su primera película.
• Este material puede solicitarse en formato DVD.
• Agradecemos a Francisco Hervé por su colaboración para mostrar esta película.