Meg Stuart
UN CASO DE SUERTE BIOGRÁFICO

Meg Stuart
Meg Stuart | © Eva Würdinger

Para Meg Stuart, las fronteras no son más que líneas sobre los mapas. Su vida artística comenzó en EEUU, hoy vive en Berlín, pero parte importante de su trabajo se desarrolla en Bélgica, donde radica su compañía Damaged Gods. Meg Stuart es una artista internacional, en el amplio sentido de la palabra.

En el mundo de la danza, las fronteras prácticamente no tienen carácter nacional sino que se extienden respondiendo al interés del trabajo creativo y a la consecuente disponibilidad de recursos financieros.

Lo que puede sonar a frío cálculo es a veces un caso de suerte biográfica. Meg Stuart nació en 1965 en Nueva Orleans/EEUU, desde dónde se trasladó a NuevaYork para estudiar danza. Tras varios trabajos coreográficos importantes realizados en su época neoyorquina y habiendo desarrollado un perfil dancístico inconfundible, fue invitada en 1991 a Flandes/Bélgica, el epicentro de la danza contemporánea europea. Aquí nació por encargo y en coproducción con el festival Festival Klapstuk el legendario dueto de Stuart Disfigure Study. Este trabajo, junto a su coreografía No longer ready made (1993), estrenada dos años más tarde, se transformó en ícono de una nueva visión de autor de la danza y de la coreografía, a la par sin duda con otras creaciones como Frühlingsopfer de Pina Bausch de 1975.

A partir de entonces, Stuart se convirtió en una europea domiciliada en Bruselas, donde obtuvo subvenciones para la creación de su Company Damaged Goods, aún cuando todavía trabajaba como coreógrafa en teatros de Zúrich, Berlín o, más tarde, Múnich. Su fase flamenca, sin embargo, se considera quizá la más influyente en términos estéticos de su carrera, y su reconocimiento ha sido atestiguado en diversas publicaciones pero, sobre todo, por las incontables invitaciones y coproducciones recibidas de todo el mundo.

Stuart es considerada una artista tanto norteamericana como belga, atendiendo a su lugar de nacimiento y al lugar de residencia de su Company Damaged Goods, cuyo trabajo se financia con el dinero público de ese país. Pero Stuart, ante todo, es además una artista alemana, ya que su familia reside desde hace muchos años en Berlín. Con sus obras basadas en un extremo trabajo físico y en experiencias emocionales límites, la coreógrafa se ha transformado en un referente tanto en términos estéticos como en la modalidad de producción y trabajo.

En el caso de Meg Stuart ya no es posible hablar de migración, puesto que ya hace tiempo que casi todas las fronteras se desdibujaron para ella, como las del reino en los mapas de las vidas de las que alguna vez habló Jorge Luis Borges.

Meg Stuart/Damaged Goods: “Hunter”