Migración laboral
No es un camino de rosas

En el trabajo
En el trabajo | Foto: © fotolia/auremar

Muchos jóvenes del sur de Europa han iniciado una formación profesional en Alemania, subvencionados también por su gobierno. ¿Qué ha sido de estos “nuevos inmigrantes laborales”?

Víctor quiere ser electricista... a unos 1660 kilómetros de su Andorra natal. En septiembre de 2016 empezó su formación en una pequeña empresa en la región de los Montes Metálicos. “Quiero trabajar en Alemania porque es un país líder en el sector tecnológico. Vivir aquí y recibir todas las clases en alemán es el mejor método para aprender el idioma”.
 
Historias como la de Víctor se han convertido en algo frecuente a causa de la crisis económica y financiera en Europa. Muchos jóvenes europeos han venido a Alemania para trabajar o para hacer un ciclo formativo con el que empezar su trayectoria profesional. En sus países de origen no veían demasiadas perspectivas. Al mismo tiempo, en Alemania hay escasez de personal cualificado en determinados sectores.

Muchos aprendices en hoteles y restaurantes

El Gobierno federal fomenta desde 2013 esta nueva forma de migración laboral a través del programa MobiPro-EU. El objetivo es poner en contacto a jóvenes en busca de empleo con empresas que estén dispuestas a formarlos. Primero, los participantes asistían en su país de origen un curso de alemán, por ejemplo en el Goethe Institut. Luego realizaban unas prácticas en una empresa en Alemania. Si ambas partes estaban interesadas, se firmaba un contrato de formación profesional. Tanto la preparación como el periodo formativo recibían una subvención económica. El programa se planteó con una duración de cuatro años, en 2016 fue cuando se aceptaron por última vez nuevos participantes. Así que ha llegado la hora de hacer balance. Hablando hoy en día con empresas y asociaciones queda una cosa clara: este programa supuso aventurarse en terreno desconocido a todos los participantes, y eso ha traído consigo experiencias tanto positivas como negativas.
 
Para el sector hostelero el programa fue un éxito: llevaban años teniendo dificultades para encontrar aprendices. Por eso no es de extrañar que la mayoría de puestos gestionados a través de MobiPro-EU fueran para cocineros y personal de hostelería. “Hay algunos ejemplos positivos y alentadores en los que la experiencia de las empresas formadoras hosteleras y sus aprendices ha sido todo un éxito”, afirma Sandra Warden, directora de la asociación de hostelería DEHOGA. Según Warden, estos contratos de formación no se habrían firmado nunca de no haber contado con ayudas, haciendo referencia a las numerosas pymes del sector. “Por sus propios medios nunca habrían tenido ni recursos económicos, ni de personal y organización para poder buscar aprendices en los demás países de la UE”.

Casi uno de cada tres no llegó a acabar la formación

Nadie puede afirmar con exactitud el número real de jóvenes que ha llegado a Alemania a través de este programa. El plan cuatrienal cambió a mitad de su periodo de ejecución. Por eso incluso su organizador, la Oficina Central de Intermediación Internacional y Profesional de la Agencia Federal de Empleo (ZAV), es incapaz de contestar cuando se le piden cifras concretas. Sin embargo, los observadores estiman que han sido aproximadamente 10 000 los jóvenes procedentes de otros países comunitarios los que han venido a Alemania gracias a diferentes programas de ayuda. La mayoría de ellos procede de España.
 
Pero es en el día a día cuando surgieron los problemas. El principal obstáculo ha sido el idioma: tanto en las empresas como en los centros de formación profesional se requiere rápidamente el dominio de terminología especializada. Muchos de estos jóvenes adultos —la edad máxima para recibir subvención era de 27 años— pedían también plaza en grandes ciudades y no en el campo, que es donde con más frecuencia se necesita nuevo personal. No es posible calcular la tasa de abandono con exactitud, pero se estima que asciende a un tercio de los participantes.
 
Ese fue también uno de los motivos por el que los organizadores reajustaron el programa. Se designaron una serie de “encargados“ cuya misión era asumir las tareas organizativas de aprendices y empresas para evitar que la formación se interrumpiera antes de tiempo. Estos encargados estarán prestando sus servicios hasta 2020, que es cuando los últimos participantes del programa finalizan su formación. Pero incluso los que no acabaron se han llevado estímulos positivos de vuelta a casa, afirman los participantes, ya que estos jóvenes han experimentado un sistema formativo que combina la teoría con la práctica.

Inserción laboral para titulados

También los inmigrantes titulados tienen más fácil desde 2012 trabajar en Alemania. Solo en 2015 fueron unos 15 000 los europeos que solicitaron la homologación de sus cualificaciones, entre ellos médicos, enfermeros, abogados o profesores. Además, la Agencia de Empleo publica desde hace algunos años una «lista positiva»: todas las profesiones incluidas en ella pueden ser ejercidas por extranjeros con un proceso burocrático más sencillo que el resto. El listado abarca desde profesionales en carpintería metálica o acústica de audífonos hasta programadores informáticos.
 
Pero aquí la transición tampoco va siempre sobre ruedas, como muestra un estudio del Instituto de Economía Alemana de Colonia. Más de la mitad de los responsables de personal encuestados consideran que la falta de dominio del idioma representa un gran problema. Además, a menudo no está demasiado claro que el inmigrante pueda permanecer en Alemania a largo plazo. Para una de cada tres empresas eso supone un gran impedimento. La misma proporción de compañías sostiene que evaluar correctamente el nivel de cualificación de los inmigrantes entraña inconvenientes. Por el contrario, solo uno de cada 10 jefes de personal teme que se produzcan tensiones culturales en la empresa.
 

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