Kafka y TikTok
¿Por qué todo el mundo está obsesionado con Franz Kafka?

¿Por qué todo el mundo está obsesionado con Franz Kafka?
¿Por qué todo el mundo está obsesionado con Franz Kafka? | © Danny Howe / Unsplash

Aunque el escritor checo murió hace ya un siglo, está disfrutando una nueva época de esplendor en TikTok y en X.

De Serena Smith

Incluso quienes no hayan leído el relato reconocerán probablemente la ilustración: un escarabajo acostado en la cama, tendido sobre la espalda, agitando en el aire inútilmente sus patas largas y delgadas. Sin duda, el dibujo original está inspirado en La metamorfosis de Franz Kafka. A quien no le diga nada: es un relato publicado en 1915, que cuenta lo acontecido al protagonista, Gregor Samsa, después de amanecer un día habiéndose convertido inexplicablemente en un enorme insecto. El relato no tardó en asentarse en el canon occidental, y sin embargo ahora se tiene la impresión de que una multitud de jóvenes estuvieran descubriendo la vida y la obra de Kafka.

Si pasamos a TikTok, encontramos más de 130 millones de visualizaciones de #kafka, en las que sus fans anhelan un amor como él amó a Milena. No faltan tampoco, por supuesto, los fancams de Kafka. A su vez, en Tumblr (que, como es bien sabido, ha vuelto) las entradas con citas enfermizas de los diarios de Kafka –“imposible dormir, imposible quedarme despierto, imposible aguantar la vida”– acumulan miles de comentarios. Del mismo modo, resulta difícil recorrer X sin encontrarse con la repetición, convertida ya en meme, de la ilustración del escarabajo, tanto republicada y etiquetada con  “uni life” (i.e.: vida universitaria) o con pechos extragrandes añadidos encima del cuerpecito de artrópodo y la captura “hombres que escriben sobre enfermas mentales”. En tiempos más recientes, una imagen de FKA Twigs disfrazada de cucaracha desencadenó un debate sobre el pintarse la cara de negro... pero también dio pie a cierta gente a encontrar una conexión con La metamorfosis. “Está pasando su etapa Kafka”, comentó una persona.
 



El doctor Dan Hall es profesor invitado de historia y cultura alemanas en la Universidad de Warwick, y Kafka es uno de sus puntos de interés. “Kafka capta de un modo extraordinariamente accesible la impresión que tanta gente –no solo joven, aunque quizá sí la gente joven en particular– tiene de la vida moderna, en la que las autoridades siguen sus propias normas arbitrarias incomprensibles y el individuo se ve alienado, aislado, solo”, explica.

Existe un humor característico de la generación Z –un humor cínico, absurdo, seco– que está también en la base de gran parte de los trabajos de Kafka. “Hemos vivido, entre otras cosas, el auge del terrorismo extremista, el populismo de ultraderecha, varias guerras, la Primavera Árabe, la crisis financiera mundial, una pandemia que mató a seis millones de personas y el colapso climático”, explica por correo electrónico una persona que estudia con el Dr. Hall. “Y para verle sentido a esta –me atreveré a llamarla así– pesadilla kafkiana recurrimos a bromas, de modo que nuestro humor se vuelve cada vez más nihilista [...]. En esa medida, un escritor como Kafka resulta providencial [para la gente joven], más en particular si pensamos en lo absurdo de la situación de Gregor en La metamorfosis. Es tan familiar y cómoda como disparatada y ridícula.” Pues pocas personas nos habremos despertado alguna vez convertidas en escarabajo, pero en muchos casos, no hay duda, nos hemos sentido antes incomprendidas, atrapadas o alienadas.
 
Otra parte de su atractivo radica también, sin lugar a dudas, en la intensa corriente socialista presente en gran parte de su obra. Lo que en el fondo mortifica a Gregor no es el hecho de ser un bicho, sino que su preocupación fundamental es que va a llegar tarde al trabajo, con lo que su jefe se va a enfadar, y él va a perder su trabajo de viajante de comercio (un trabajo que odia, pero del que depende económicamente). Una vez transformado, sus padres y su hermana dejan asimismo de preocuparse por él, pues ya no está en condiciones de desempeñar su papel para sostener la supervivencia familiar, y aquí encontramos una clara denuncia de cómo el capitalismo ‘valora’ a las personas en términos de su producción económica. Parte de la crítica, es más, consideraría que la misma transformación de Gregor quiere representar cómo el trabajo poco cualificado degrada y deshumaniza. Con toda seguridad, ese sentimiento –crítico con un trabajo insatisfactorio y excesivamente jerárquico y con el sistema capitalista que lo propicia– toca una fibra en el interior del creciente número de jóvenes que están adoptando actitudes vitales más cercanas al socialismo.

“La gente joven está replanteando la idea de trabajo, una necesidad antes identitaria y ahora económica”, añade este estudiante del Dr Hall. “Con la inflación subiendo y los salarios estancados, mal pagadas y con trabajo excesivo, las personas jóvenes están hartas y alienadas. La metamorfosis deja a Gregor incapacitado para trabajar y, por tanto, se vuelve inservible para su familia, para sus patronos y para el mundo. Y eso lo destroza. Lo mata.”

Además de lo dicho, no resulta sorprendente que el modo en que Kafka rinde cuentas del aislamiento social le suene afín a la generación Z, la generación con vidas más solitarias. “No tenemos más que echar un vistazo a La metamorfosis y obtendremos un serio paralelismo también con los confinamientos de 2020”, afirma Leia, veinteañera fan de Kafka. “Kafka es increíble cuando escribe sobre sentirse distanciada del mundo.” Tenemos el paralelismo evidente: Gregor está literalmente confinado en su habitación la mayor parte del relato. Pero también estaba ya alienado antes de convertirse en un bicho; no tenía vida social ni amigos cercanos: su madre se queja de que “nunca sale por las tardes”, y el mismo Gregor despotrica sobre cómo su trabajo le impide cualquier oportunidad de hacer “amistades íntimas”.
  “Por regla general, lo que Kafka escribe sobre la extrañeza y la alienación de la vida moderna lo entiendo bien”, refiere Leia. “Muchas de las grandes cuestiones sobre el mundo actual parecen kafkianas: [todo] da la impresión de ser ineludible, como de pesadilla. Creo que la gente más joven tiene una sensación similar: como si no pudiéramos hacer nada más que mirar cómo el mundo nos vuelve la espalda.”

Quizá hay razones para considerar el término ‘kafkiano’ en peligro de abuso para describir cualquier clase de situación desoladora, del mismo modo que ‘orwelliano’ se usa hoy para referirse a literalmente cualquier situación donde haya censura o vigilancia de cualquier clase o ‘shakespeariano’ para calificar todo lo que suene anticuado. Pero en algo no le falta razón a Leia: en gran parte, la vida de la juventud parece hoy kafkiana en sentido genuino.

Tal como explicaba ya en 1991 el biógrafo de Kafka Frederick Karl en The New York Times: “Lo kafkiano se da cuando te ves en un mundo irreal en el que todas tus pautas de control, todos tus planes, toda la configuración que habías dado a tu propia [conducta] empieza a hacerse pedazos [...]. No te das por vencido, no te tumbas para morir. Sino que te afanas en luchar contra ello con todos tus recursos, con cualquier cosa que tengas. Pero, por supuesto, no tienes la menor posibilidad”. Cuando las generaciones jóvenes están peor que las de sus padres, resulta más palmario que nunca que trabajar duro no merece la pena. ¿Arrastrarse día tras día a un trabajo ingrato sin sentido, sin la menor esperanza de progresar en la vida o de ser capaz de afrontar necesidades básicas? ¿Comprar leche de avena y renunciar a las carnes rojas mientras las empresas del petróleo y el gas registran beneficios récord? ¿Qué podría llegar a ser más kafkiano?

“No tenemos esperanza contra la ley de probabilidades”, conjetura otra persona que estudia con el Dr. Hall. “Pero que simplemente podamos referirnos a él [a alguien como Gregor] es divertido y, al menos para mí, nos da una sensación extraña de algo así como compañerismo. De solidaridad. O, al menos, de comprensión.”

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