Reinhard Kleist
Política y cultura pop

Reinhard Kleist, berlinés de adopción, es uno de los dibujantes de cómic e ilustradores más prolíficos y exitosos de Alemania. Sus cómics tratan sobre personalidades extraordinarias de la política, el deporte o la cultura pop, y le han granjeado numerosos premios.

De Matthias Schneider

La deportista Samia Yusuf Omar soñaba con participar en el verano de 2012 en los Juegos Olímpicos en Inglaterra. Pero a principios de abril de 2012 se ahogó frente a la costa de Malta mientras intentaba escapar de su país de origen, Somalia, donde la amenazaban los islamistas que condenaban el deporte femenino.

El dibujante Reinhard Kleist cuenta la historia de Samia Yusuf Omar en Der Traum von Olympia (“El sueño olímpico”, 2015), un cómic emocionante y conmovedor. Kleist describe sin ambages las penalidades que sufren los refugiados de camino a Europa. Y su esperanza, tal como escribe en el prólogo, es que su cómic nos sirva para “no perder la conciencia de que detrás de las rápidas menciones que aparecen en los medios de comunicación sobre la política de refugiados está la suerte de personas, y detrás de las cifras abstractas hay vidas humanas”. Por esta publicación Kleist recibió en el año 2016 el premio de literatura infantil y juvenil “Jahresluchs” y el premio del libro infantil y juvenil de la Iglesia Católica.

Biografías con fantasía y surrealismo

La obra de Kleist es polifacética: junto a temas de carácter tan político, presta atención también a la cultura pop. En este campo, ha ilustrado las biografías de los cantantes Johnny Cash y Nick Cave. En ambos casos recurrió al método de entretejer los elementos biográficos con otros fantásticos y surrealistas.
 
Las rotundas imágenes en blanco y negro de Kleist se caracterizan por la expresividad de su trazo, como si estuvieran precisamente hechas para ilustrar la apariencia de Nick Cave: con su traje de corte ceñido, la corbata estrecha y la melena engominada hacia atrás. En Nick Cave. Mercy on me (2017), Kleist cuenta la historia del cantante desde dos perspectivas: desde el punto de vista de quienes conviven con Cave y desde el de los protagonistas de sus letras. Así conocemos los hitos vitales del cantante: cuando su padre le leía en la cama a Dostoyevski y Shakespeare antes de dormir, cuando más tarde se hizo cantante del grupo punk Birthday Party, cuando terminó mudándose a Berlín y fundó allí el grupo The Bad Seeds junto con otros músicos entre los que estaba Blixa Bargeld, cantante de Einstürzende Neubauten. Kleist cuenta este camino vital tal como es –con sus múltiples planos y su capacidad de emocionar–, pero también se desprende una y otra vez de la biografía de Cave para aventurarse en una mirada a las profundidades de las letras de sus canciones.
 
En el año 2006 –al tiempo que se pudo ver en los cines alemanes Walk the Line, la película biográfica sobre Johnny Cash–, Reinhard Kleist publicó la biografía en cómic del cantante: Cash – I See a Darkness. En ella, Kleist estudia una faceta de Johnny Cash que no había despertado el interés de aquella historia hollywoodense de amor: la cara oscura del protagonista. En rotundas imágenes de expresividad cinematográfica, Kleist narra aquí los mejores y peores momentos del “Man in Black”, sus triunfos y sus hundimientos, derivados estos últimos de los excesos con las drogas y el alcohol.
 
En el álbum Der Boxer. Die wahre Geschichte des Hertzko Haft (“El boxeador. La verdadera historia de Hertzko Haft”, 2012), con el que ganó el Premio del Libro Juvenil de 2013, Kleist volvió a profundizar en el terreno biográfico, en este caso con la vida del boxeador judío Hertzko Haft, que consiguió salvarse del Holocausto al precio de tener que entretener a los nazis peleando a vida o muerte con otros prisioneros. En colaboración con el hijo de Haft, Kleist convierte la peripecia vital del padre en una narración gráfica capaz de transmitir sutilmente el horror y generar una atracción hipnótica de la que es casi imposible evadirse. El libro, aparecido inicialmente por entregas en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung, a día de hoy ha sido traducido a varios idiomas y disfruta de gran resonancia internacional por su temática y los recursos formales que emplea.

Alabado por la crítica, pero el público tardó en descubrirlo

Ya con su debut Lovecraft (1994), concebido mientras aún estudiaba Artes Gráficas y Diseño, Reinhard Kleist ganó el codiciado Premio Max und Moritz del Salón del Cómic de Erlangen. El Jurado se rindió a la fascinación ante aquella historia fantástica y siniestra sobre un dibujante de tebeos que se enfrentaba a acontecimientos ultrasensoriales mientras trabajaba en la biografía de un escritor estadounidense de literatura terrorífica. La pulida arquitectura con la que Kleist escenifica en el cómic sus imágenes de carácter pictórico, hizo el resto. El mundo del cómic alemán parecía tener una nueva estrella. Sin embargo, mientras la crítica y el público experto elogiaban entusiasmados su trabajo, las publicaciones de Kleist resultaron demasiado arduas y poco convencionales para los grandes grupos de compradores. Hoy las cosas han cambiado.
 
En la literatura de H. P. Lovecraft, Clive Barker y Oscar Wilde, Kleist encontró inspiración tanto para los contenidos, como para el manejo expresivo del color y las formas. Kleist elaboró su siguiente álbum, Dorian (1996), partiendo de El retrato de Dorian Gray de Wilde y Restos humanos de Barker, y en Das Grauen im Gemäuer (“Terror en las murallas derruidas”, 2002) reinterpreta relatos breves de Lovecraft en incomparables viñetas en blanco y negro.
 
En los comienzos de su carrera en el cómic, Kleist gustaba de ambientar sus historias extravagantes y mórbidas en localizaciones urbanas apocalípticas. Así, su serie Berlinoir (en colaboración con Tobias O. Meissner) transcurre en trasfondos que se asemejan a la escenografía de películas como Metrópolis, El Gabinete del doctor Caligari, El tercer hombre o Blade Runner. En esta trilogía, Kleist imagina un lúgubre Berlín futuro, bajo el dominio de un ejército de vampiros asesinos. Tan solo unos cuantos rebeldes se atreven a sublevarse contra los tiranos y plantean desde la clandestinidad una guerra de guerrillas sin la menor esperanza. Berlinoir es una brillantísima pieza de cómic fantástico, a la vez que una parábola política furibunda sobre ciertas circunstancias sociales de la metrópolis.

Buscando en épocas concretas del milenio pasado, Kleist confecciona un pastiche desconcertante de estilo retrofuturista sobre la historia contemporánea, en una auténtica ebullición de citas estéticas y políticas que abarcan desde la lucha obrera, el fascismo y el socialismo de la RDA hasta el capitalismo. Los cómics utópicos le sirven a Kleist para tratar circunstancias reales y lograr un retrato de la sociedad en planos múltiples que la desenmascara.
 
Pero Kleist no estudia en sus tebeos solamente personajes y acontecimientos históricos, sino también impresiones y experiencias propias. Así, en marzo de 2008 viajó por Cuba durante cuatro semanas para hacerse su propia idea del país y sus gentes. En bocetos, ilustraciones de carácter pictórico y episodios tebeísticos, Kleist captó los ambientes de las calles de La Habana y la situación en que vive la población del país.

Havanna – Eine kubanische Reise (“La Habana. Viaje por Cuba”, 2008) es un diario de aquel viaje. Kleist es absolutamente consciente de que la brevedad de su estancia no le iba a permitir hacerse una imagen más que superficial de la cultura y la sociedad cubanas. Sus dibujos, ciertamente, no están totalmente libres de clichés, pero el hecho es que desde que volvió tiene una opinión más matizada sobre Cuba, en particular al observar también la situación social alemana.