Un título difícil para un gran álbum pop: Aus keiner meiner Brücken die in Asche liegen ist je ein Phönix emporgestiegen (De ninguno de mis puentes reducidos a cenizas ha surgido jamás un fénix). El nuevo disco de la banda Drangsal, liderada por el cantante y multiinstrumentista de Rheinländer, Max Gruber, no teme ni a himnos pop de paredes sonoras ni a melodías delicadas, ni a momentos de calma ni a guiños al blues o al góspel. Se escuchan muros de guitarras junto a sutiles violonchelos, sintetizadores technoides que se encuentran con un clavecín: Drangsal echan mano, en sus 17 nuevas canciones, de todo lo que estaba a su alcance y servía a su idea. Su audacia musical solo se ve superada por la desbordante alegría de tocar, perceptible incluso en la grabación de estudio.
Un disco veraniego con aroma a hierba fresca, creado con aparente facilidad por Gorden Spangardt, un talento polifacético procedente del corazón de Alemania, en la región del Ruhr. 2, el nuevo (sí, segundo) álbum de The Interlaken Tapes, es un breve pero expansivo viaje psicodélico en el que este autodenominado productor de dormitorio exprime colores de arcoíris a partir de los principios de simplicidad y monotonía. Pero así como empieza, termina: Spangardt no se detiene a desarrollar sus ideas más allá de los cuatro minutos, al contrario que sus referentes Can y Neu!. Desde el juguetón enredo rítmico con beat de corcheas y susurros vocales del tema inicial Roter Mond, hasta el cierre orientado al baile Wake Me Up, el disco despliega todo su abanico de capacidades, dejando al público con ganas de mucho más.
Bañarse en la fuente
con millonarios desnudos
Con esa dulce sensación de
"ahora ya da igual"
Bañarse en la fuente con millonarios desnudos, DOTA
Dota Kehr escribe canciones y letras, toca la guitarra y canta. A su alrededor, ha reunido un pequeño grupo de músicos para llevar el proyecto al estudio y al escenario. Un perfil que, sobre el papel, encajaría en la descripción típica de cantautora, pero Dota tiene algo especial. Su seguridad con las palabras y la confianza en la forma de expresarlas convierten ideas sencillas en pequeñas obras maestras. Los frescos arreglos, salpicados de teclados alegres, la distinguen de una competencia que, a menudo, carga con el peso y la solemnidad de los temas que aborda. Sus composiciones, juguetonas pero cuidadas, suenan modernas y exploran con curiosidad creativa los límites de géneros como el chanson clásico o el jazz. Dota es una observadora aguda, pero su mirada siempre es cariñosa; su interpretación, paciente y comprensiva, y, cuando le apetece, atravesada por un mordaz sentido del humor, como en el tema que da título al disco Bañarse en la fuente con millonarios desnudos.
A comienzos de los años 80, la escena musical alemana vivió, en paralelo al movimiento New Wave mundial, un nuevo despertar de confianza. Guitarras ásperas acompañadas de letras en alemán que narraban la realidad de un país aún dividido por un muro, y relatos cotidianos irónicos, fríos y sin adornos crearon algo totalmente nuevo. Debido a las letras en alemán, esta música pasó casi desapercibida fuera del país, pero bandas como Fehlfarben, Einstürzende Neubauten o Ideal —cuyo álbum debut ahora se reedita en una nueva mezcla— fueron, por un tiempo, lo más. Probablemente, esa nueva mezcla ni siquiera habría sido necesaria: el original, publicado hace 45 años, en 1980, sigue sonando ultramoderno en su nerviosismo urgente, sus arreglos directos y sin apenas reverberación, la voz fina y exigente de Annette Humpe y el incómodo barítono de FJ Krüger. Un álbum sin puntos débiles, que muestra a una banda inventándose a sí misma sin temor ni reparos, creando algo absolutamente inédito.
La motivación detrás del furioso punk anticapitalista de Dr. Drexler resulta hoy demasiado evidente. Sin embargo, el mundo ha cambiado mucho en las últimas décadas, y este doctor airado es casi una rareza. Si en los años 70 el credo del crecimiento económico del Norte global hubiera causado ya los daños sociales, ecológicos y morales que provoca hoy, probablemente la escena musical habría reaccionado de forma muy diferente, o al menos habría reaccionado. Pero hoy, el dogma capitalista sigue gozando de una aceptación prácticamente incuestionada en gran parte del establishment y son pocos los que se posicionan con la claridad y contundencia con que lo hace Devid Jahnke, cerebro de Drexler. En el drásticamente titulado álbum Neoliberale Kackscheiße se cuestionan los mercados, el crecimiento y el proceder de las grandes corporaciones. Excitado, crudo y siempre ligeramente desquiciado, el señor doctor ladra, sacude y grita a lo largo de 16 temas austeros y deliciosamente imperfectos, conformando uno de los discos más explosivos de este verano.
