Se cumplen 50 años de la muerte de Hannah Arendt, probablemente la pensadora más importante del siglo XX. En esta entrevista, el profesor de filosofía Thomas Meyer nos revela por qué su pensamiento es tan vigente hoy en día y cómo influyeron en ello los años que Arendt pasó en el exilio.
Estimado Sr. Meyer, usted ha publicado dos biografías de Hannah Arendt, siendo una de ellas considerada una nueva obra de referencia. Y ha reeditado sus escritos como edición de estudio. ¿De dónde procede su fascinación por esta filósofa y teórica política?Mi interés por Hannah Arendt surgió casi por casualidad. La editorial DTV me preguntó si me gustaría publicar un texto del archivo. El texto se titulaba La libertad de ser libres. Y pensé: esto llega en el momento justo. Las ventas se dispararon nada más publicarse en 2018. Otro momento clave fue cuando me preguntaron en la Bayerischer Rundfunk y en otras emisoras de radio: ¿qué estamos haciendo ahora en el plano filosófico con respecto a la «crisis de los refugiados»? Entonces volví a publicar el ensayo "Nosotros, refugiados" con Reclam. Y también resultó ser un gran acierto por la relevancia social en ese momento.
Entonces empecé a investigar para escribir una biografía y me di cuenta de que la situación del texto era, por decirlo amablemente, lamentable. Y también he acordado con la editorial Piper la publicación de una edición de estudio en doce volúmenes supervisada por mí de los escritos de Arendt en alemán. En un volumen número 13 adicional se publicarán dos textos que descubrí en los que Arendt habla de Palestina e Israel.
Suena muy actual. Pero esa actualidad, ¿se puede aplicar específicamente a estos textos o al pensamiento de Arendt en general?
No soy una de esas personas que, en cuanto tropiezan con un problema, salen de inmediato con una cita de Hannah Arendt y piensan que con eso está todo dicho. No obstante, sí que puedo decir que, además de los textos mencionados, la lectura de Los orígenes del totalitarismo, publicado por primera vez en alemán en 1955, puede sin duda mostrarnos los peligros de que las democracias se conviertan gradualmente en regímenes autoritarios. Cómo la gente se deja «predisponer», por así decirlo, cómo se gestan estos procesos sigilosos y luego súbitamente radicalizadores. Arendt sigue siendo una gran observadora.
Arendt no fue únicamente una pensadora de catástrofes.
¿Podría concretar un poco?
Imagínese cómo reaccionaría ahora Arendt tras las diversas reuniones entre Zelensky, Trump y los líderes europeos. De momento, todo es vago, no hay más que declaraciones de intenciones. Pero, según Arendt, no se gana nada con declaraciones de intenciones. Lo que se necesita es una forma vinculante de contrato en el que alguien contraiga derechos y obligaciones para que otros puedan exigirlos. En este sentido, también era una persona muy jurista.
En su importante biografía de Arendt, se centra en su época en Francia y Estados Unidos, donde estuvo exiliada por su condición de judía en las décadas de 1930 y 1940. Allí fue políticamente activa y, al parecer, ayudó a escapar a más de 100 infancias judías. Curiosamente, casi nadie parece haberse hecho eco de ello. ¿A qué se debe?
El primer motivo es que las y los filósofos y las y los teóricos políticos no se interesan por los archivos. El segundo es que la gran Hannah Arendt se dedicaba a los grandes problemas del mundo. Así que el hecho de que cocinara la comida para las y los niños, se sentara al teléfono e intentara conseguir visados para la gente es algo que no entra en el imaginario. Tampoco que viviera durante muchos años en EE. UU. como autora independiente en circunstancias muy precarias. La gran Hannah Arendt ignoró sistemáticamente todas estas dimensiones.
No hay pensamiento que no esté alimentado por la experiencia.
Siempre me remito a esta frase que dijo Arendt: «No hay pensamiento que no esté alimentado por la experiencia». Lo que ella experimentó en Francia fue que, si no tienes pasaporte, no tienes derechos y, en realidad, no existes. Así que comprendió que las personas están ligadas a su situación legal. Y estuvo constantemente rodeada de refugiados y refugiadas que carecían de derechos. Podría considerarse que un famoso capítulo sobre el derecho a tener derechos en Los Orígenes del totalitarismo surgió directamente de estas experiencias.
¿Y trabajó para organizaciones judías de personas refugiadas?
En París, sí. En Estados Unidos, trabajó para la Jewish Cultural Reconstruction, Inc., una organización cuya misión era el rescate de objetos culturales y bibliotecas judíos. Allí trabajó durante 10 años, y finalmente ocupó un puesto directivo. Y fue precisamente en el ejercicio de ese cargo cuando volvió por primera vez a Europa en 1949 y a Alemania a principios de 1950.
Al parecer, estuvo mucho tiempo sin hablar sobre su etapa en el exilio. La primera vez fue en la legendaria entrevista televisiva con Günter Gaus en octubre de 1964.
Por lo que podemos deducir de las cartas, su círculo de amistades no sabía nada de ciertas facetas de su vida. Y con Gaus, lo contaba casi como una historia de aventuras: cuidamos de las infancias y les proporcionamos visados y demás.
¿Pero nadie le hizo un seguimiento?
Elisabeth Young-Bruehl menciona algunos datos en su primera biografía. Y conozco investigadores que en algún momento abandonaron la búsqueda. Yo mismo tampoco habría encontrado nada si no hubiera dado por casualidad con una pista en un archivo que me condujo a Jerusalén. Allí, junto con una amiga, encontré los documentos. Y los publicaremos el año que viene. Se trata de cartas y documentos, informes, listas con nombres. Listas con información como el estado de salud de los niños y niñas, así como telegramas. Pero también vívidos informes sobre la situación en Alemania y Francia.
Volviendo a la famosa entrevista con Gaus, que hoy incluso está considerada «de culto»: ¿a qué se debe esto?
Hasta las críticas de los periódicos fueron entusiastas, porque una mujer judía nunca había hablado así en la televisión alemana. Alguien hablando con tanta seguridad en sí misma sobre la historia de su vida. Y que relataba las cosas con mucha claridad, pero también con mucha distancia. La gente lo percibió de inmediato. Y esta entrevista también ganó varios premios Grimme.
Lo que probablemente también influyó fue la voz de Arendt. En el libro, usted habla del «sonido Arendt». Pero también la forma en que estaba sentada allí, segura de sí misma, como una intelectual fumadora, que por aquel entonces era algo que solo hacían los hombres.
Sí, sin duda. Ella era una persona bastante independiente y emancipada. Y creo que esta combinación fascinaba e irritaba a la gente.
Desde la perspectiva actual, ¿cuál diría que es la obra más importante de Arendt y qué texto recomendaría para iniciarse en la lectura de la autora?
Yo diría que el texto más importante sigue siendo Los orígenes del totalitarismo. Pero no es una lectura ligera para cualquiera. En la edición que preparamos, el libro tiene más de mil páginas. Para iniciarse en la autora, recomendaría su libro sobre Rahel Varnhagen. Creo que es el más accesible. Trata de la vida de una mujer judía alemana de la época del Romanticismo. Por otra parte, en los volúmenes en los que hemos publicado las conferencias y ensayos, hay textos que son para un público especializado. Pero también hay textos como "Nosotros, refugiados" y otros en los que aborda cuestiones como la mentira y la verdad en la política. En otras palabras, Hannah Arendt ofrece ambas cosas: ensayos especializados muy complejos y, también, textos accesibles sobre cuestiones políticas generales que nos siguen interesando tanto como le interesaban a Arendt hace 50 o 60 años.
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octubre 2025