Más allá de las consignas  De idiotas y otros santos

Von Idioten und anderen Heiligen © Ricardo Roa

¿El sinsentido como estrategia de una resistencia absoluta e inflexible contra las injusticias sociales, como protesta intransigente? Eso no es nuevo: Leonhard Emmerling habla sobre las revolucionarias estrategias de imbéciles históricos.
 

Imagine: un hombre desnudo, desaseado camina a plena luz del día por la Quinta Avenida (o por la Kurfürstendamm de Berlín), arrastra tras de sí el cadáver de un perro, se arranca la ropa frente al Café Kranzler (o Tiffany’s), caga en la calle, entra a la primera tienda que ve, destroza las vitrinas, toma una linterna con la que juega ruidosamente mientras se ríe a carcajadas, y cuando los transeúntes le preguntan horrorizados qué le pasa (mientras llega la policía), él responde dudoso: “Estoy buscando a una persona.”

Este no es un personaje histórico, sino una combinación de diferentes tipos que, en la Antigua Grecia y en el ámbito bizantino y del cristianismo oriental, actuaban como marginados y críticos implacables de las condiciones sociales: los saloi y los yuródivye (en la Iglesia oriental) y los cínicos en la Antigua Grecia, entre los que destaca Diógenes de Sinope, el hombre del barril que ordenó a Alejandro Magno que se apartara del sol.
 
El filósofo griego Diógenes (404-323 a.C.)

El filósofo griego Diógenes (404-323 a.C.) sentado en su morada, un pithos, en el Metroon de Atenas. Sus compañeros eran perros, que también servían como símbolos de su filosofía «cínica» (en griego: «kynikos», parecido a un perro). | © Jean-Léon Gérôme, Dominio Público, vía Wikimedia Commons

Un tipo de absoluta e inflexible resistencia

Aunque estos personajes se puedan desdibujar en figuras míticas, en verdad existieron: Simeón de Emesa (s. VI) y Andrés de Constantinopla (s. X); Basilio el Bendito (1468-1552/57), quien predicaba desnudo por las calles de Moscú y se rebeló contra Iván el Terrible (y a quien está dedicada la Catedral de San Basilio en la Plaza Roja); Xenia de San Petersburgo (1719/1730-1803), quien solo usaba ropa de hombre y sólo respondía al nombre de su difunto esposo; Griša von Kočetovka (1851-1906) que se consideraba a sí mismo el “Novio de Cristo” y que iba adornado con juguetes. Ellos se enfrentaron a los poderosos, se burlaron de reyes y zares y dijeron la verdad sobre clérigos perezosos y alcohólicos y gobernantes corruptos y sanguinarios. En un mundo de cabeza, la locura que ellos practicaban —comer con los perros, beber de charcos, dar vueltas en el piso con espasmos catatónicos, balbucear, gritar, bailar desnudos en público—, como una inversión de una razón desviada, restauraba el recuerdo de un mundo correcto, bueno y verdaderamente razonable. Tanto saloi, yuródivye y cínicos como la figura (occidental) del “idiota”, como la entendía Francisco de Asís, representan el ideal de la absoluta e inflexible resistencia contra las injusticias sociales, de la protesta intransigente. Esto los distingue de los bufones, quienes, durante un tiempo limitado (el carnaval) y a menudo al servicio de algún gobernante, representan un mundo al revés y que únicamente contribuyen al entretenimiento de sus amos. Sin embargo, nada es más lejano para el loco o el cínico que la diversión, el humor o la ironía; para él lo importante es el todo, siempre, y en esto no conoce el perdón ni consigo mismo ni con sus semejantes.

La despiadada y terrible verdad

En el punk —y en sus predecesores del dadaísmo— se puede observar el eco de estas figuras. El punk ya no se trata de la “crítica constructiva”, que suelen exigir las personas comprometidas cuando creen que se les está tratando injustamente; se trata de la despiadada y terrible verdad sobre un mundo horrible y perdido. El ruido y los gritos son su forma de expresar la “verdad” (parresía o frecuentemene también traducido al español como parrhesia), como se llamaba el hecho de decir sin rodeos las verdades incómodas, algo por lo que destacó el antes mencionado Diógenes. Y al igual que los saloi y los cínicos, el punk es un contemporáneo bastante desagradable: cultiva lo feo, la provocación y una inaccesibilidad repulsiva que al ciudadano le parece una perversión repugnante, pero para el punk no es más que el reflejo de una sociedad pervertida. En Rusia postsoviética, hubo una serie de artistas, como Aleksandr Brener y Oleg Kilik, que protestaron contra la oligarquía emergente siguiendo la tradición de los yuródivye. Sin embargo, las artistas de Pussy Riot son las que más claramente siguen esta tradición: Nadezhda Adreyevna Tolokonnikova —una de las músicas de Pussy Riot que, tras su “oración punk” en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú (el 21 de febrero de 2012), fue detenida, acusada y condenada a dos años de prisión— se refiere a la figura del yuródivy durante el juicio que conduce a su condena. De este modo, se inscribe en una tradición específicamente rusa de resistencia y protesta, tan odiada por el zar Iván como por los gobernantes y patriarcas actuales.

Nunca pisotees a los demás

Hay que admitir que las repugnantes aberraciones y las travesuras escatológicas de los saloi, los yuródivye y los cínicos no son realmente divertidas. Su “revalorización de los valores” (no en vano Nietzsche se ocupó extensamente de las figuras del cínico y del idiota) es muy seria. Lo grotesco es una fachada que esconde una intransigencia férrea. Pero lo que nunca les falta, desde Simeón de Emesa hasta Pussy Riot, aunque carezcan de humor, es la empatía. La revalorización de los valores corrige el sistema moral desquiciado: los primeros serán los últimos, o: nunca pisotees a los demás.

Bibliografía introductoria:

  • Christoph Münch, In Christo närrisches Russland. Zur Deutung und Bedeutung des jurodstvo im kulturellen und sozialen Kontext des Zarenreiches. Gotinga 2017
  • Heinrich Niehues-Pröbsting, Der Kynismus des Diogenes und der Begriff des Zynismus. Fráncfort del Meno 1979
  • Michel Foucault, Der Mut zur Wahrheit: Die Regierung des Selbst und der anderen II, Lecciones en el Collège de France 1983 / 1984, Berlín 2010
  • Thomas Lau, Die heiligen Narren. Punk 1976-1986. Berlín / Nueva York 1992

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