La reserva de Pine Ridge es un lugar de carencias y, al mismo tiempo, el corazón de la identidad cultural de los Oglala Lakota. Aquí, la gente lucha por el futuro de sus recuerdos, tradiciones y valores comunitarios.
La carretera conduce a Pine Ridge, reserva de las tribus Oglala Sioux en Dakota del Sur. Sioux es un término con raíces coloniales, derivado de la escritura francesa de una palabra que significa serpiente o enemigo. Lleva consigo siglos de miedo y prejuicios. Lxs residentes de Pine Ridge prefieren la palabra Lakota, aunque Sioux se sigue usando oficialmente. Algo similar ocurre con los nombres de las personas: lxs euroamericanxs los adaptaron al inglés y los acortaron como apellidos, algunos incluso cambiaron por completo. Spotted Elk (Alce Manchado), por ejemplo, era un respetado “abuelo”, jefe de su clan. Los soldados estadounidenses lo llamaron despectivamente Big Foot (Pie Grande), probablemente porque tenía un pie deforme. Fue asesinado por el 7º Regimiento de Caballería de EE.UU el 29 de diciembre de 1890 en el arroyo Wounded Knee, junto con más de 300 personas indefensas. Hoy, una carretera lleva su nombre: Big Foot Memorial Highway, in honor of all chiefs (Carretera Conmemorativa de Pie Grande, en honor a todos los jefes), informa un cartel deteriorado. Spotted Elk no aparece, tampoco su nombre en su lengua materna: Uŋpȟáŋ Glešká.
Carretera Hinweisschild Bigfood Memorial | © Tatjana Brode
El lugar de la masacre es ahora un cementerio y memorial, situado en una colina. En el centro, el rectángulo alargado de la fosa común; sobre la entrada abovedada, una cruz cristiana; frente a ella, un estacionamiento sin pavimentar. En su triste fama, este es probablemente el sitio más conocido de la reserva entre lxs turistas, lo que también lo convierte en un punto de comercio informal. Tan pronto como un auto desconocido se detiene, se ofrecen pequeños tours históricos o atrapasueños artesanales. La cultura y el arte son aquí parte de la lucha por la supervivencia, una de las pocas fuentes de ingresos. La mayoría de los residentes de Pine Ridge vive bajo el umbral de pobreza: 60% de desempleo, mala atención médica y consumo problemático de sustancias. Los hombres tienen una esperanza de vida promedio de menos de 50 años.
Nos vemos en Whiteclay
En el extremo sur de la reserva, justo tras la frontera con Nebraska, hay un lugar de nuevos comienzos que hasta hace poco era un punto crítico: Whiteclay, entonces con 12 habitantes y 4 tiendas de alcohol que facturaban millones, drogas y tiroteos. La policía de la reserva Lakota era impotente: Whiteclay quedaba fuera de su jurisdicción, mientras que la estación policial más cercana en Nebraska estaba a 40 km. Meet me at Whiteclay (Encuéntrame en Whiteclay) era una especie de invitación al duelo en un espacio casi sin ley. En 2017, tras años de protestas de lxs Lakota, se logró revocar las licencias de las licorerías. Hoy hay dos tiendas de víveres, un restaurante y un espacio para el arte. Un lugar marcado por la tristeza y las tragedias se ha transformado en uno de esperanza y resiliencia, que promete un futuro mejor.
Casa para artistas de Holly Albers y Evans Flammond en Whiteclay (Texto) | © Tatjana Brode
Una galería adjunta vende obras de artistas Lakota, reemplazando el concepto kitsch de tiendas del Viejo Oeste con arte nativo de todas partes. Grupos escolares participan en talleres y Holly cocina almuerzos. El proyecto incluye residencias artísticas, eventos musicales y teatrales en verano, así como un huerto en desarrollo. Aún se necesitan objetos concretos para que lxs artistas y artesanxs puedan sostenerse, por lo que las donaciones son bienvenidas.
El objetivo de Holly es “un lugar donde los turistas vengan a aprender algo sobre nuestra cultura, donde los artistas aprendan uno del otro, y que simbolice lo que nos define como pueblo Lakota: arte, espiritualidad y una profunda conexión con la naturaleza”.
Tradiciones e identidad
De vuelta en Wounded Knee. Aquí se superponen las memorias: el nombre también representa la lucha por los derechos indígenas en EE.UU. Unos 80 años después de la masacre, en la primavera de 1973, activistas del American Indian Movement (Movimiento Indio Americano, AIM, por sus siglas en inglés) y sus aliadxs ocuparon el lugar para denunciar discriminación e injusticias. Durante los 71 días de la Wounded Knee Occupation, hubo enfrentamientos con el FBI y la Guardia Nacional. Dos personas murieron, pero la cobertura mediática global visibilizó sus demandas. En los años siguientes, la identidad indígena logró romper ciertas cadenas y se fortaleció.
Monumento conmemorativo y cementerio de Wounded Knee | © Tatjana Brode
Jardinería en la estepa
Siguiendo el Big Foot Trail (Sendero de Pie Grande) desde Wounded Knee Creek hacia el norte, se llega a Kyle (Phežúta ȟaká – Branched Medicine), que cuenta apenas con unos 1.000 habitantes. Aquí abrió en 2023 el centro comunitario del Oyate Teca Project. Los Lakota comparan sus comunidades tradicionales con una manada de lobos: en el centro están lxs niñxs y lxs ancianxs, protegidxs y amparadxs por lxs más fuertes. El proyecto sigue este principio de solidaridad radical, ofrece su apoyo sobre todo a lxs jóvenes con actividades deportivas, cocina y jardinería. La zona se considera un Foof Desert (desierto alimentario), con escasez de frutas y verduras frescas. Dave, un trabajador, dice: “Recorrimos un largo camino hasta la inauguración. Hacemos todo para fortalecer a la comunidad”. Lxs jóvenes aprenden a sostenerse, a mantener sus raíces y a sobrevivir.
Graffiti en Pine Ridge por John Trudeu | © Tatjana Brode
Epílogo
Atardecer en Rapid City, un pueblo del Viejo Oeste a 110 km de Pine Ridge. Frente a la tienda Prairie Edge (Límite de la pradera), que vende arte Lakota y provee materiales a artistas, ubicada en la calle principal, se estaciona una patrulla con un diseño de caballos al estilo indígena y el lema: “Dedicado a la gente, tradiciones y diversidad de nuestra ciudad”. Un policía está a punto de arrestar a un Lakota, le pone las esposas con las manos tras la espalda y registra su mochila. “No apuñalé a nadie, solo no envolví mi botella de alcohol”, protesta el hombre esposado. “Tres comidas y un médico gratis en la cárcel no está nada mal”, responde el policía. La historia no ha terminado.* Este texto está inspirado y enriquecido por los relatos de Kathryn, con quien el autor recorrió la reserva de Pine Ridge. Gracias por ello.