Periodismo pop como protesta intelectual  Todo lo que hace ruido

Simone Jung: Popjournalismus als intellektueller Protest © Ricardo Roa

Durante la década de 1980, apareció en Alemania una nueva forma de periodismo: el periodismo pop. Apareció especialmente en revistas como Sounds (1966-1983) y Spex (1980-2018). A diferencia del discurso musicológico o del periodismo clásico, el periodismo pop oscila entre la racionalidad, la percepción de sentido, el afecto y la experimentación.
 

Influenciado por el posestructuralismo francés y los estudios culturales de Gran Bretaña, apareció un contrapoder alternativo. La cultura ya no se reducía a la estética en estricto sentido (música, arte, teatro, literatura, etc.) o a un grupo privilegiado (“alta cultura”), sino que se entendía como “toda una forma de vida” (Raymond Williams). Este amplio entendimiento permitió tratar temas que apenas aparecían en medios tradicionales: música pop, literatura pop, cine, raves, teoría, escenas y medios, racismo y feminismo. En principio, todo tenía cabida, siempre y cuando fuera interesante para la cultura pop.

Una mezcla entre compromiso y cálculo
 

El periodismo pop también fue influenciado por el nuevo periodismo de los años sesenta, al que dieron forma Hunter S. Thompson, Truman Capote o Tom Wolfe en Estados Unidos. Este prometía nuevas posibilidades para describir el presente: observar la realidad con atención y representarla con los medios literarios más precisos posibles, similar a una “novela realista”. Entre el diario, el reportaje, el ensayo, declaraciones y reseñas de discos, la revista Spex — Musik zur Zeit (llamada más tarde Magazin für Pop-Kultur) se convirtió en una plataforma que no solo informaba, sino que también experimentaba con nuevos formatos. Esta revista musical, fundada en Colonia, cambió la escritura periodística pop de manera decisiva: “Desde 1980, las y los autores de Spex han inventado un nuevo idioma, un idioma dentro del idioma, que no solo posibilita el periodismo sino la forma en la que hoy se discute el pop y la cultura.” (Spex: Das Buch. 33 1/3 Jahre Pop) Escribir sobre pop era una mezcla entre compromiso y cálculo, ligada a la pasión por adquirir conocimiento; una protesta intelectual contra las condiciones sociales, un acto subversivo.

Diedrich Diederichsen, editor en jefe de Spex entre 1985 y 1990, escribe:

 
Queremos que la música pop se trate como los demás temas culturales y políticos que abordamos, con muchas premisas, complejo, sí, y con una seriedad casi obstinada.
Diederichsen, Diedrich (2005): Music Room. Vanguardia y vida cotidiana. Colonia: Kippenheuer & Witsch.D
De la mano de la llamada “prensa pop de calidad” (Diederichsen), se conformó un discurso autoconsciente sobre la cultura pop con sus propios límites y criterios de gusto. Se trata de una opinión pública cultural que debatía sobre gustos y opiniones musicales por otros medios. Los seguidores del pop ya no eran solamente consumidores, sino parte de un discurso que creaba identidad y comunidad. Esto también incluía los nuevos espacios públicos que surgían en la ciudad. Viajaban a Düsseldorf, Hamburgo y Berlín para asistir a conciertos y se encontraban en tiendas de discos o en bares. Diederichsen señala:
Había público, intercambio, debates y discursos que no tenían nada que ver con los oficiales, aunque ahí supuestamente todas las personas tenían voz.
Diederichsen, Diedrich (2010): Sexbeat. Colonia: Kiepenheuer & Witsch
Sin embargo, el discurso pop alemán también tenía rasgos elitistas: “Solo había dos bandos: nosotros y los tontos”, escribió en su día Clara Drechsler, una de las pocas mujeres dentro del discurso pop alemán, en la revista Spex.

La revalorización de la cultura pop
 

La “izquierda pop” no se identificaba ni con la cultura burguesa ni con la Nueva Izquierda del 68 y su crítica del consumo. El arte pop y Andy Warhol, la Nueva Música y John Cage, el pospunk y el new wave fueron los discursos principales. Lo “artificial” y lo “no auténtico” fueron los motivos de un contramovimiento determinado por la “intensidad del momento vivido, de la música, de un sentimiento empático de la existencia” (Böttinger, 2004). “Todo lo que hace ruido”, escribió Rainald Goetz, autor de Sounds y Spex, en 1992.²

El periodismo serio sobre música pop ha contribuido a una revalorización tanto de la cultura pop como de la cultura popular y le ha proporcionado importancia artística. Hoy, los periodistas pop escriben en secciones culturales establecidas en periódicos de cobertura nacional, como Diedrich Diederichsen para el Süddeutsche Zeitung o Dietmar Dath en el Frankfurter Allgemeinen Zeitung. También los temas se han ampliado: el pop, el cine, los cómics y la ciencia ficción, el feminismo, el género, el estilo de vida y los diagnósticos temporales son, entretanto, firmes componentes del panorama mediático cultural.

La cultura pop se ha institucionalizado: se encuentra en universidades y conferencias, en bibliotecas y salones de clases, en el museo y en salas de concierto, en el teatro y en la ópera. Hoy, quienes se interesan por la cultura consumen de todo: escuchan música clásica y electrónica, asisten a happenings y se interesan por el arte moderno. Se han ablandado las fronteras entre la “buena alta cultura” y la “trivial cultura pop”. Al mismo tiempo, el periodismo pop —es decir, el discurso pop, el debate público sobre el pop— ha perdido significado. Sin embargo, todavía se puede encontrar el estilo intelectual entre pop y política en revistas como la feminista pop Missy Magazine o la plataforma en línea Kaput — Magazin für Insolvenz & Pop. En Estados Unidos, lo encontramos en revistas como Rolling Stone, Fader, Noisey, The Ringer, NPR Music y Pop.

Sin embargo, Spin y Pitchfork fueron canceladas en ese país. En Alemania, ya tampoco existen varias revistas musicales tradicionales, como Intro, Groove, Visions o Spex

Guardianes
 

Con el fin de Spex en 2018, Daniel Gerhardt, su último redactor jefe, declaró: 
 
Durante décadas, el periodismo pop se ocupó, entre otras cosas, de proporcionar a sus lectores una visión general de una cantidad casi inconmensurable de álbumes, libros, películas, series y exposiciones. Hoy en día, casi todos los discos del mundo están disponibles para casi todo el mundo al mismo tiempo. La llamada función de “guardianes” de los periodistas pop ha desaparecido en gran medida.
O.A. (2018): “La revista musical 'Spex' será descontinuada”, en: Zeit Online, del 15.10.2018.
Antes, las revistas musicales decidían qué eventos de la cultura pop llegaban al público. Indicaban lo que era interesante y relevante, y cómo se debía pensar y hablar de la cultura pop. Hoy en día, cualquiera puede convertirse en autor o autora. Con las redes sociales, las posibilidades de participación se han expandido. En la era digital, la función de “guardianes” se ha convertido en una exigencia cotidiana para muchos.

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¹ Böttinger, Helmut (2004): «Después del pop. ¿La literatura ya no perdura más allá del día? ¿Todo es superficial y pronto se olvida?», en: Die Zeit, n.º 4, 15 de enero de 2004.
² Goetz, Rainald (1992): «Todo lo que estalla», en: Der Spiegel, n.º 2, 5 de enero de 1992, pp. 143–147.
 

Bibliografía

  • Bonz, Jochen; Büsche, Micahel y Springer, Johannes (eds.) (2025). Pop Journalismus. Mainz, Ventil.
  • Dax, Max y Waak, Anne (eds.) (2013). Spex: 33 1/3 Jahre Pop. Berlín: Metreolit.
  • Diederichsen, Diedrich (1989). 1.500 Schallplatten. 1979-1989. Colonia, Kieper & Witsch.
  • Jones, Steve (ed.) (2002). Pop Music and the Press. Filadelfia, Temple University Press.
  • Legath, Jürgen (ed.) (1979). Sounds – Platten 66-77. 1827 Kritiken. Hamburgo, Zweitausendeins.
  • Thomalla, Erika (ed.) (2025). Die Wahrheit über Kid P. Wie ein Hamburger Punk den deutschen Pop-Journalismus erfand. Hamburgo, Junius.
  • Werth, Gabriele (ed.) (2021). Ingeborg Schober: Die Zukunft war gestern. Braunschweig, Andreas Reiffer.
  • Wolfe, Tom (1973). The New Journalism. With and Anthoology edited by Tom Wolfe and E. W. Johnson. Nueva York, Harper & Row.

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