¿A cuántas autoras negras has leído? Esta pregunta es, en realidad, una invitación que el colectivo Mujeres Negras en la Biblioteca [Mulheres Negras na Biblioteca], creado en 2016, hace para divulgar la literatura de distintas escritoras, brasileñas y extranjeras, históricamente invisibilizadas en Brasil, un país en el que más de la mitad de la población es afrodescendiente. Carine Souza, quien ideó el colectivo, habla con Latitude sobre el reto de llevar estas obras a los acervos de las bibliotecas públicas y a los lectores.
¿Qué fue lo que te llevó a notar la ausencia de obras de autoras negras en las bibliotecas?Antes de estudiar Biblioteconomía, cursé Letras y, en una clase sobre literatura africana, le pregunté al profesor sobre autoras negras, mujeres, y él me dijo que no conocía ninguna. Eso me pareció tan inquietante que llamé a otras alumnas negras: decidimos investigar autoras y hacer una tertulia de poetas afrodescendientes que acabó reuniendo a más de 800 personas. Tiempo después ingresé a un curso técnico de Biblioteconomía y, con base en esa experiencia previa, busqué obras de autoras negras en la biblioteca. Busqué los nombres más conocidos, como Carolina Maria de Jesus, Maria Firmina dos Reis, Conceição Evaristo... y no encontré a ninguna. Entonces volví a hacer lo mismo: llamé a mis colegas negras y nos movimos para conseguir libros para la biblioteca y fomentar la lectura de estas autoras.
¿Esta percepción tuvo lugar cuando vivías el proceso de reconocerte como negra? ¿Cómo fue eso?
Mientras tomaba esos cursos, estaba viviendo mi proceso de descubrirme como negra. Soy una mujer negra de piel clara, a la que la sociedad ve como negra o no negra, dependiendo de la situación. Estaba buscando mi identidad, buscando mujeres negras por todas partes, y viví esa contrariedad de no conocer ni tener acceso a las autoras negras. Iba a muchos debates sobre racismo, negritud y cuestión racial en Brasil. Fue entonces cuando llegué al tema de la borradura histórica de las mujeres negras y de la invisibilidad de la narrativa de las mujeres negras en general y en la literatura en particular.
Hiciste una investigación académica que confirmó la ausencia de autoras negras en las bibliotecas públicas de la ciudad de São Paulo. ¿Qué argumentan estas instituciones?
El Sistema Municipal de Bibliotecas de São Paulo nos respondió diciendo que los criterios para conformar las colecciones eran, por ejemplo, que la obra estuviera en la lista de libros más vendidos y que los libros fueran publicados por grandes editoriales. Yo considero que estos criterios son obstáculos, pues son un reflejo del mercado editorial y no una política de inclusión. Conozco autoras que imprimen de manera independiente, en pequeñas editoriales, y otras que cosen sus libros a mano y les pegan la portada, en una producción artesanal, y esos libros no llegan a las bibliotecas. Pero lo que más me llamó la atención fue la respuesta de que esas autoras no tenían demanda. ¡Y claro que no la tienen! Después de todo, el público que más podría interesarse en esos libros, las mujeres negras, no se ve representado en la biblioteca. Y el público en general no conoce a estas autoras.
¿Es posible ver un cambio en los acervos y en el público hoy, después de las acciones de Mujeres Negras en la Biblioteca?
Es un trabajo de hormiga. Pero el saldo es muy positivo. En 2018, el Sistema Municipal de Bibliotecas de São Paulo nos invitó a participar en un evento. En contrapartida, pedimos que adquirieran nuestra lista de autoras negras, casi 200 títulos, y ellos aceptaron. Todo lo que hacemos lo hacemos pensando en mediar la lectura de estas obras. Organizamos clubes de lectura, tenemos 14 mil seguidores en Instagram y hemos tenido realimentación de varias bibliotecarias que dicen que están haciendo proyectos inspirados en nosotras.
Ronda de charlas del proyecto Mujeres Negras en la Biblioteca
| Foto (detalle): © Guilherme Menezes
¿A cuántas autoras negras has leído? Esta pregunta es una herramienta de mediación. La gente que nunca ha pensado en ello, empezará a hacerlo. A algunas personas no les va a gustar y van a decir: "Yo, cuando leo, no pienso en el color ni en el género de quien escribe, eso es prejuicioso". Y nosotras responderemos: "Si no piensas en eso, ahí está el problema. Ni siquiera te das cuenta de que no estás leyendo a esas autoras, y tampoco sabes que existen." Hay que ver a las autoras y los autores, saber cuál es su etnia, su época, su país, para contextualizar la lectura.Una investigación reciente indica que más del 70% de los escritores publicados por las grandes editoriales en Brasil entre 2004 y 2014 eran de sexo masculino, y el 97%, blancos. ¿Estamos aquí, como dice Chimamanda Ngozi Adichie, ante "el peligro de la historia única"?
Chimamanda Ngozi Adichie advierte que el riesgo de las historias que se cuentan desde una sola perspectiva es la creación de estereotipos. La investigación coordinada por la profesora Regina Dalcastagnè, de la Universidad de Brasilia, demuestra también que sólo el 6.9% de los personajes retratados en las novelas eran negros, y sólo el 4.5% eran protagonistas. Con frecuencia, la mujer negra aparece representada en situaciones de servilismo y los hombres negros, involucrados en actos delictivos. Si siempre veo esta misma imagen, acabo por creérmela. Todo mundo va internalizando los estereotipos. Eso es muy peligroso.
¿Puedes hablarnos de tres escritoras negras que pueden considerarse hitos en la literatura brasileña?
Voy a empezar por Maria Firmina dos Reis, que no sólo fue la primera escritora negra, sino también la primera mujer que escribió una novela en Brasil, Úrsula (1859), en el siglo XIX. Eso fue un hito, pero no fue suficiente como para que formara parte de las clases de literatura. Hoy la situación está cambiando. Tenemos a Carolina Maria de Jesus, que, con Cuarto de desechos (1960), se convirtió en best-seller en Brasil y en una de las autoras brasileñas más leídas fuera del país. Es una enorme referencia para las mujeres negras que escriben, porque no cumple con los estereotipos del escritor en Brasil: vivía en la favela, sufría hambre y escribía en los papeles que sacaba de la basura. Y tenemos a Geni Guimarães, que se ganó el Jabuti, el premio más importante de la literatura brasileña, con su libro de cuentos A cor da ternura [El color de la ternura] (1989), una obra autobiográfica atravesada por el racismo.
La escritora Cidinha da Silva, por ejemplo, cuestiona que se le etiquete como autora negra. ¿Cuál es el riesgo de que la iniciativa Mujeres Negras en la Biblioteca se vea como un proyecto que agrupa a estas autoras en un bloque único?
Esa es una cuestión legítima. Cidinha da Silva escribe sobre varios temas, desde varias perspectivas, y le molesta que la encasillen en ese lugar. Jamaica Kincaid, escritora de Antigua y Barbuda radicada en Estados Unidos, dice algo parecido. Cuando presentó en Brasil su novela Lucy, en los años 1990, le dijo a un periódico que no quería que la gente la leyera por ser negra, sino por ser buena escritora. Por su parte, la estadounidense Toni Morrison reivindica su lugar como escritora negra, cosa que también es legítima. Este debate me parece muy importante, porque cuando destacamos a varias autoras negras juntas en una biblioteca es para hacer un llamado de atención histórico sobre esa literatura. No estamos diciendo que todo es lo mismo, sólo estamos mostrando que las mujeres negras escriben. Tampoco le estamos diciendo a la gente que sólo lea autoras negras, sino: ¿por qué no autoras negras? ¿Ya te detuviste a pensarlo?
Esta entrevista fue realizada por Tânia Caliari.
junio 2021