Bauhaus en Latinoamérica  La Bauhaus y la modernidad humanística

José Luis Sert, Ise Gropius, Walter Gropius, Paul Linder y Fernando Belaúnde Terry, Aeropuerto Jorge Chávez, Lima, 1953
José Luis Sert, Ise Gropius, Walter Gropius, Paul Linder y Fernando Belaúnde Terry, Aeropuerto Jorge Chávez, Lima, 1953 Foto: con la cortés autorización del Dr. Joaquín Medina Warmburg, Cátedra Walter Gropius UBA/DAAD

La Bauhaus debe su fama internacional sobre todo a la recepción que tuvo en los Estados Unidos. Sin embargo, algunos de sus integrantes, se atrevieron a hacer el intento de realizar sus ideales en el otro extremo del continente americano.

Después de la Primera Guerra Mundial, también en Latinoamérica se produjo una reorientanción artístico-humanística que hasta los años tuvo efectos setenta en la educación, la ciencia y la técnica. La nueva identidad regional que se construyó allí se reforzó aun más después de la Segunda Guerra Mundial. Los más importantes promotores de las nuevas tendencias tenían como referencia la vanguardia artística europea de comienzos de los años veinte y la constancia de que algunos de sus mayores representantes habían considerado a la región como un lugar donde poder realizar sus utopías. Un papel especial cumplió la Bauhaus, fundada en 1919 en Weimar por Walter Gropius como escuela estatal de arte.

A pesar de todas sus contradicciones internas –en este sentido era un reflejo fiel de la socialdemócrata República de Weimar que la vio nacer–, la Bauhaus fue un modelo importante para muchos proyectos de los nuevos gobiernos progresistas. En ese clima de cambios sociales los artistas probaron su capacidad de participar en las transformaciones que se iban produciendo. Se cuestionó abiertamente el modelo de una modernidad que en el siglo XIX había destruido los procesos racionales y emocionales de construcción de sentido y había terminado en el delirio de la Primera Guerra.

Las innovaciones de la Bauhaus llegan a Sudamérica

Destacados alumnos y profesores de la Bauhaus visitaron el sur de Sudamérica. Algunos se quedaron un tiempo y en varias ocasiones produjeron diferentes iniciativas que dieron lugar a extraordinarias transformaciones estructurales. En este aspecto apoyaron las más diversas orientaciones artísticas. Uno de los primeros fue Alexandre Altberg, que había estudiado en la Bauhaus de Weimar y de Dessau, y en 1932 llegó desde Lisboa a Río de Janeiro huyendo de la persecución a los judíos. Una vez instalado allí, editó entre otras publicaciones la revista base y organizó en 1933 el primer Salón de Arquitectura Tropical. Pasó el resto de su vida en Brasil.

Después de una escala en Inglaterra, Grete Stern viajó a Buenos Aires con su marido, el fotógrafo argentino Horacio Coppola. Stern había estudiado en la Bauhaus, entre otros, con Walter Peterhans. Ella y Coppola se convertirían en importantes referencias de la modernidad fotográfica en la región.

La "arquitectura integral"

Otro destacado promotor de las ideas de la Bauhaus en Sudamérica fue Josef Albers. Alumno y profesor de la Bauhaus, se hizo conocido sobre todo por el "curso introductorio" que dio en sus viajes por México, Cuba, Perú y Chile así como por las investigaciones sobre arte precolombino abstracto geométrico que hizo junto con su esposa Anni Albers.

Animado por la idea de que la arquitectura era la forma más científica del arte y la forma más artística de la ciencia, el chileno Sergio Larraín asistió a la Bauhaus en 1928. Más tarde, en 1949, Larraín no sólo era director de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Chile; también había desarrollado con el apoyo de Emilio Duhart un modelo de estudio que se orientaba según las ideas de la Bauhaus y encontró aplicación en Chile. Al mismo tiempo, Fernando Belaúnde Terry llevaba a cabo una profunda reforma educativa en el departamento de arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) de Lima. Además, en 1953, con el apoyo de Paul Linder que había estudiado en la Bauhaus de Weimar, logró que Walter Gropius y su esposa Ise visitaran Lima.

Estos y otros intentos de reformas educativas se profundizaron en toda la región después de la Segunda Guerra Mundial, y un significativo aporte a este movimiento fue el Encuentro Panamericano de Arquitectura de 1947 en Lima. Allí se reunieron representantes de las instituciones de formación en arquitectura de Lima, Tucumán, Montevideo, México y Santiago de Chile.

Después de un profundo proceso de reformas iniciado en 1933, la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Chile implementó por primera vez el sistema de una "arquitectura integral", según el modelo de la Bauhaus. Este proceso fue acompañado por Tibor Weiner –antiguo asistente de Hannes Meyer, segundo director de la Bauhaus, después de Walter Gropius–, que vivía en Chile desde 1939. Para todos ellos el arquitecto ya no era un artista sino un técnico que tenía obligaciones para con la sociedad.

La búsqueda del cumplimiento de una promesa insatisfecha

El gran interés que existía en Sudamérica por las ideas de la Bauhaus se mostró también en el temprano intercambio de Walter Gropius con Victoria Ocampo, la editora de de la revista cultural argentina Sur, y con el arquitecto Frank Möller de Buenos Aires. Más tarde –en 1953– Gropius viajaría con Max Bill a São Paulo y desde allí a Lima con Ise Gropius y José Luis Sert. La influencia de la Bauhaus se muestra entre otros en el edificio del restaurante Parador Ariston (1947) en la ciudad argentina de Mar del Plata y en el diseño de la embajada alemana en Buenos Aires (1968) de Walter Gropius y Amancio Williams. Estos son sólo dos ejemplos de numerosos proyectos que a lo largo de los años personalidades como Grete Stern, Horacio Coppola, Max Bill, Tibor Weiner, Paul Linder o Alexandre Altberg llevaron a cabo para fundar en el sur de Sudamérica una modernidad humanista.

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