El tema de la sostenibilidad ecológica llegó hace mucho tiempo a la escena del arte. Mientras los museos y teatros buscan modos de mejorar su balance de emisiones de CO2, los creadores culturales plantean la pregunta: ¿cómo debe ser la transmisión cultural en tiempos de crisis climática?
Puede notarse en las obras del fotógrafo nigeriano George Osodi, que documentan la contaminación del Delta del Níger por culpa de la industria petrolífera, o en la videoinstalación del dúo artístico Allora & Calzadilla, que muestra cómo la destrucción causada por el huracán Katrina todavía hoy determina la vida cotidiana de las personas: el cambio climático y la destrucción del medio ambiente son temas importantes también para los artistas. Pero ¿cuál es en realidad el papel del arte y la cultura ante la crisis ecológica mundial? Y ¿cómo pueden el arte y la transmisión cultural tener mayor consciencia climática
Una ballena encallada en Harlingen, Países Bajos, creada por el dúo artístico de Jennifer Allora y Guillermo Calzadilla: ¿Se salvará? “La ballena da cuenta de la enorme influencia que tiene el hombre en todo lo que vive en el mar”, dice el sitio web del proyecto.
| Foto (detalle): © picture alliance/Annette Birschel/dpa
Detrás de los interrogantes concretos con que se ocupan tanto el público como los teatros, las salas de ópera, los museos , los festivales, los actores, los artistas visuales y los músicos, se esconde una pregunta filosófica fundamental: ¿el arte es relevante para la sociedad porque es libre y no está obligado para con nada ni nadie? ¿O tiene, con sus instituciones, también una responsabilidad social?
Una cuestión central de la propia vida
Si gracias al movimiento ecológico el tema de la sostenibilidad está presente desde los años setenta en la política y en la sociedad, la escena artística es criticada debido a la timidez con que se ha apropiado de la temática. Alexander Kleinschrodt es especialista en estudios culturales y profesor adjunto de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Bonn y de la Academia de Diseño Ecosign, de Colonia. “Hace algunos años, cuando la crisis todavía no estaba tan presente como hoy, por supuesto había reticencias entre los artistas, porque querían que se los considerara de un modo abarcador y no que se los encajonara en el 'arte ecológico'”, explica Kleinschrodt. Hoy, por el contrario, muchos actores de la industria artística intentan asumir cierto papel de precursores en relación con la política climática, entre otras cosas, para subrayar su relevancia.
Friederike Landau-Donnelly, profesor asistente de Geografía Cultural de la Universidad Rabdoud de Nimega, Países Bajos, tiene otra opinión: “Desde hace siglos que hay abordajes estético-culturales de las transformaciones del medio ambiente causadas por el hombre, como la destrucción de la naturaleza y de sus recursos o el sufrimiento que padecen hombres y animales por los cambios ambientales.”
Para muchas y muchos artistas jóvenes, sencillamente se ha vuelto una cuestión central en la propia vida
Los dos especialistas están de acuerdo en el papel que las jóvenes generaciones de creadores culturales cumplen en el discurso actual. “Para muchos artistas jóvenes, como para muchas otras personas, se ha vuelto una cuestión central en la propia vida”, dice Kleinschrodt. Ya no los convence la afirmación de que el arte y la ecología son mundos separados.
Sostenibilidad implica prescindir. Pero ¿también del arte?
Ahora bien, los puntos de contacto entre arte y ecología remiten a campos muy variados. Se podría comenzar con el funcionamiento del negocio del arte y su influencia en el clima: instituciones como el Humboldtforum de Berlín, el Louvre de París y especialmente algunos museos de los Emiratos Árabes Unidos, que funcionan también como objetos de prestigio, emiten grandes cantidades de dióxido de carbono debido a sus equipos de regulación de temperatura y humedad, debido a la movilidad de su curadores y de sus obras, que a veces recorren la mitad del mundo con un gran aparato de seguridad, y también debido al turismo cultural, que se ha convertido en un fenómeno de masas.
Por eso son cada vez más los museos que buscan caminos para llevar a cabo el cambio y convertirse en museos verdes. El desafío: atraer a un público amplio y al mismo tiempo reducir las emisiones de dióxido de carbono. Así aspiran a ser un modelo de eficiencia en el manejo de la energía y los recursos gracias a su influencia en la percepción pública. En documenta 15, por ejemplo, la sostenibilidad no sólo fue un tema desde el punto de vista artístico sino que también se la tuvo en cuenta en la organización general: en la comida, en la elección de los lugares y en las conexiones de transporte. La muestra Down to Earth en el Gropius-Bau de Berlín abordó en 2020 los principios para una escena artística sostenible y en numerosos talleres indagó, entre otros, cómo se pueden planear exposiciones y eventos de una forma más respetuosa del medio ambiente. Todas las obras de arte debían, además, funcionar sin corriente eléctrica, sin instalaciones de luz y sin música grabada.
Pero no sólo los museos están buscando vías más sostenibles. En el gobierno federal, el partido Bündnis 90/Die Grünen apuesta a que una producción mas consciente del medio ambiente arraigue de modo institucional en la política cultural. Y la Aktionsnetzwerk Nachhaltigkeit in Kultur und Medien (Red de Acción por la Sostenibilidad en la Cultura y los Medios (ANKM), financiada también por el gobierno federal, más exactamente por los comisionados de cultura y medios, se puso como objetivo crear un teatro sostenible. Entre otras cosas, se debate, por ejemplo, si debe haber requisitos de sustentabilidad para los subsidios o cómo pueden reformarse las salas de teatro ya existentes.
La plusvalía del arte
Al mismo tiempo, algunos creadores culturales señalan que el arte juega un papel importante en la transmisión de temas vinculados al clima y al futuro. Para ellos la sostenibilidad no es sólo asunto de la ciencia sino algo que se puede experimentar de modo concreto mediante el arte y la cultura. Cómo sería posible lo muestran, entre otras, las obras nombradas al comienzo de George Osodi y Allora & Calzadilla.
“El arte contemporáneo puede inventar imágenes, narrar historias, posibilitar experiencias e iniciar acciones en las que, si todo sale bien, se produzca una relación novedosa con el mundo”, dice Kleinschrodt. “El repertorio artístico de transmisión científica a veces logra funcionar con mayor inmediatez que los conocimientos científicos”, añade Landau-Donnelly. El arte llega bajo la piel y provoca sensaciones, dice la científica, que desearía mayores opciones de colaboración entre instituciones artísticas y científicas.
Pero dada esta visión del arte, ¿cuál es la frontera con el activismo?
Entre arte y activismo
El artista turco Buğra Erol trata en sus obras los crímenes ambientales. También en su propio trabajo presta atención a la sustentabilidad: “Intento hacer un aporte en cada ámbito de mi vida”
| Foto (detalle): © Buğra Erol
Buğra Erol es un artista multidisciplinario conocido internacionalmente. En sus obras trata crímenes ambientales y sus dimensiones psicológicas y sociopolíticas. De joven fue activista ambiental. Para él la frontera es clara. “Sólo raras veces el activismo moviliza y conmueve a las personas. Sólo el arte puede hacerlo. Pero pedirle al arte que persiga un objetivo concreto es ir en contra de su esencia libre”, dice. Al mismo tiempo, el activismo podría sacar provecho del arte y buscar nuevos modos de de representación. Landay-Donnelly tiene una opinión semejante: “A veces las fronteras se tornan borrosas, a veces se las señala o se las tematiza en la curaduría para que queden claras las diferencias”.
Con el discurso del arte climático surge una nueva comprensión del arte. Lo muestran proyectos de muy largo plazo en jardines o exposiciones, que consisten en organismos vivos y, en algunos casos, ya no necesitan de museos. Para una serie, el artista Buğra Erol reutilizó pancartas que él mismo como activista había colgado en el Puente del Bósforo en Estambul o en una plataforma petrolífera. “Somos conscientes, por un lado, del calentamiento global pero, por otro, estamos lo más tranquilos en medio de la tormenta. Eso era lo que quería mostrar. Veo que soy parte del problema y a la vez intento hacer un aporte en cada ámbito de mi vida”.
febrero 2023