Reciclaje y clasificación de residuos   ¿Nada más alemán que la separación de residuos?

The image shows an old slide. It shows the garbage collection in Dortmund. In the foreground, a person dressed in orange is sweeping a street. In the background a garbage truck turns the corner. Foto (detalle): picture alliance / imageBROKER | klaus Rose

A primera vista los alemanes son los campeones mundiales de reciclaje de basura. Pero ¿de verdad es así? ¿Cómo se separan los residuos de modo correcto? Y ¿la clasificación de residuos equivale automáticamente a protección del clima? Un texto sobre algo que nunca dejamos de producir: basura.

Residuos de vidrio, contenedores marrones para residuos ecológicos, bolsa amarilla, basura no reciclable. El sistema de residuos alemán parece más complicado que muchos procedimientos administrativos. Y, sin embargo, en Alemania la separación de residuos forma parte de la vida cotidiana y es uno de los temas ambientales más importantes para los alemanes.

En comparación con otros 36 países relevados, Alemania tiene la mayor tasa de clasificación de residuos por habitante. No es casualidad que en la protección del medio ambiente los alemanes concedan especial valor a reducir los residuos en la naturaleza y a estimular la economía circular.

Pero ¿qué hay detrás del fenómeno alemán de reciclaje? Echemos una mirada entre bastidores.

¿Alemania, campeón mundial de reciclaje?

En los papeles el desempeño alemán es, a primera vista, bueno: uno de cada dos alemanes declara separar regularmente la basura. Así, anualmente se entregan al reciclaje por habitante 302 kilos de residuos. ¿Entonces los alemanes son campeones mundiales de reciclaje? No es del todo cierto. Si bien llega mucha basura a las plantas de reciclaje, en realidad sólo se procesa una pequeña parte. Por ejemplo, en el caso de los envoltorios de plástico y aluminio, se trata sólo el 35% de los residuos separados. La mayor parte, en consecuencia, termina en plantas incineradoras.

La razón es que a menudo la basura está demasiado sucia o no ha sido clasificada correctamente. Esto puede ilustrarse claramente con los recipientes de yogurt: el vasito puede limpiarse con una cuchara, no necesita estar perfectamente lavado para poder reciclarse. Sin embargo, hay que separar la tapa de aluminio para que ambos materiales –aluminio y plástico– puedan reciclarse por separado.

Grosso modo hay cinco categorías de basura que se producen cotidianamente: (1) Envoltorios de plástico y aluminio, (2) vidrio, (3) papel, (4) residuos no reciclables y (5) residuos ecológicos.

Una norma general de la clasificación de residuos reza: los materiales clasificados no pueden estar demasiado sucios. Una caja de pizza con algunas manchas de grasa puede ir al contenedor de papel viejo; un pañuelo de papel usado, no. En el caso de los envoltorios de plástico y aluminio, pesa más su carácter de envoltorios más que el material en sí. Un cepillo de dientes usado o un bol roto corresponden por lo general a la basura no reciclable. Sin embargo, en algunas localidades hay contenedores de materiales reutilizables en los que los cepillos de dientes y los boles se recogen junto con los envoltorios. La cuestión es, pues, algo compleja.

¿La clasificación de residuos implica la protección del clima?

Antes que nada puede decirse que separar la basura es bueno para el medio ambiente. Se reutilizan los materiales reciclables y se dejan de consumir recursos naturales escasos. Ahora bien, para el 80 % de los alemanes una mejor clasificación de residuos significa también un aporte importante a la protección del clima. Pero ¿cómo la clasificación de residuos puede prevenir el cambio climático? Para detener el cambio climático debe evitarse la emisión de gases de efecto invernadero. Por ejemplo, se necesita mucha más energía para producir nuevo plástico que para reciclar el viejo. Cuando la basura llega a las plantas incineradoras se libera un tipo de gas de efecto invernadero, el dióxido de carbono. Y cuando nuestra basura se descompone en los vertederos surge otro gas de efecto invernadero, el metano, que es muy agresivo. A través del reciclaje se evita, pues, la emisión de gases de efecto invernadero que aparecen en la producción, en la incineración y en los vertederos.

Clasificar correctamente la basura es, en consecuencia, importante, pero lo que realmente constituye un aporte es tratar de producir el mínimo de basura posible. Los alemanes producen anualmente 632 kg de basura por habitante y así están muy por encima del promedio de la Unión Europea. Parte de esa basura se transporta a granjas de reciclaje en otros países y allí se procesa, se incinera o se deposita.

La basura que no se produce no tiene que ser quemada y tampoco llega por diferentes caminos hasta el mar. La responsabilidad no es sólo de los consumidores sino de empresas y de la clase política: nos seguimos encontrando con envoltorios no reciclables y además, ¿qué necesidad hay de que el pepino ecológico venga envuelto en plástico?

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