Beatriz Sarlo
"Un espacio amigo. Mi casa"

Concierto Gandini IV
Concierto de Gerardo Gandini. Auditorio Goethe-Institut, 1979. | Foto: Goethe-Institut

Las grandes jornadas sobre Adorno y Walter Benjamin; un seminario de Osvaldo Guariglia sobre la Fenomenología del Espíritu; los conciertos de música contemporánea; los semi-montados que unen directores y autores argentinos y alemanes; un video de Kraftwerk hace mucho tiempo; Gerardo Gandini sentado al piano del auditorio del Instituto; el rodaje de una escena de un film en el que participé; la biblioteca y la mediateca; mis profesores de alemán. Podría seguir enumerando porque el Instituto Goethe me ha acompañado y yo lo he acompañado durante décadas. 

Sin embargo, me piden que elija un experiencia especial. Transcurría 1978: dictadura militar en un país estupefacto y ensombrecido por la sangre y el miedo. En ese momento yo publicaba una revista insignificante, leída por muy pocos, quizás cien o doscientas personas, completamente invisible. Teníamos la pretensión de que se pudiera seguir pensando y de que la Argentina (o, mejor dicho, un grupo de intelectuales) no perdiera por completo el contacto con lo que sucedía en el mundo. En junio de ese año, el Instituto Goethe organizó una muestra con siete films de Fassbinder, entre ellos dos estrenos. Todas las tardes una larga fila silenciosa, que llegaba desde las puertas vidriadas hasta la calle, esperó la proyección de esas películas. Era un secreto acto de libertad estar allí para ver films del más revulsivo de todos los directores alemanes. Escribí una nota sobre Fassbinder en esa revista. Desde entonces sentí al Goethe como un espacio amigo. Mi casa.

Casi diez años después, la democracia ya había vuelto a la Argentina  pero en Chile estaba todavía Pinochet. Recuerdo una noche igualmente tensa y emocionante, en la sede del Instituto en Santiago. Parecía una performance realizada en la clandestinidad y, sin duda, todavía era peligroso. El público llegaba de uno en uno y se deslizaba dentro del auditorio, en silencio. Veinte mujeres poetas leyeron sus textos, sobre el escenario apenas visible bajo una luz atenuada. Todo vibraba como un desafío. Recordé 1978.

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