¿Una utopía creativa? Los espacios alternativos de arte en Sudamérica

¿Una utopía creativa? Los espacios alternativos de arte en Sudamérica

Taller introducción a la creatividad e investigación artística impartido por Andrés Pereira Paz, abril 2014
Desde los noventa, la experimentación y la crítica al canon oficial son el denominador común de numerosos espacios que se distancian del arte institucionalizado y ofrecen un modo distinto de ver el mundo a través del arte. ¿Una nueva relación entre utopía y creación?

Cuando hablamos sobre espacios alternativos de arte no podemos dejar de lado a la comunidad que surge de los mismos. Organizados por colectivos con intereses comunes, estos espacios se dedican a actividades varias con una fuerte conexión local. Por lo general autogestionados y autónomos, prefieren el trabajo grupal y la colaboración. Aquí, los artistas fungen como gestores culturales, productores, curadores y/o agentes activos en la sociedad. Algunas iniciativas llenan el vacío institucional, otras suplen la falta de espacios de reflexión sobre arte y sociedad. Las actividades de carácter multidisciplinario funcionan como elementos de cohesión entre el arte y la comunidad local, fomentando el intercambio tanto de experiencias creativas, como discursivas. Más allá de las dinámicas de participación, buscan acercar el arte al público y generar un diálogo entre ambos. Se trata también de sacar el arte a la calle, democratizar su consumo y hacerlo accesible para un público amplio.

¡Todos a la calle!

En los setenta y ochenta, los artistas-activistas salían a la calle a manifestarse y el arte era una herramienta para transmitir ideas políticas. Grupos como el chileno CADA y sus acciones “NO+” en contra de la dictadura, o CAPaTaCo en Argentina, realizaron intervenciones callejeras impulsados por movimientos de derechos humanos. Otros optaron por usar la calle como espacio expositivo, como el colectivo peruano EPS Huayco con su “Arte al paso”, ofreciendo sus afiches al lado de vendedores ambulantes en el centro de Lima.

Otra forma de “poner el cuerpo” y de “habitar la calle” es la que plantea El Galpón Espacio, situado en una antigua fábrica de medias en el barrio de Pueblo Libre, lejos del circuito comercial de galerías de Lima. Invitados al Mes de la Performance en Berlín en mayo del presente año, desde el 2007 colaboran con artistas locales e internacionales. Durante dos años (2011-2012) organizaron el encuentro de performance Experiencias de la Carne en el Centro Cultural de España, y desde fines del 2013 colaboran con la Universidad del Pacífico con ciclos de charlas y talleres sobre performance y espacio público.

Desde el año 2012 la Karakola “vive” en el barrio de San Marcos en el centro histórico de Quito. La calle, pero también un balcón o una tienda son los escenarios perfectos para funciones de teatro, performances, conciertos, tertulias de cuentos para niños o conciertos. En la Karakola se fusionan arte y vida, y arte y comunidad: un carro de policía anuncia con altavoces una función de títeres o en la capilla del barrio se realiza una performance. El trabajo con la comunidad local es una de las principales actividades del centro, con una visión clara de empoderamiento urbano. Dentro de sus ideales está el sumak kawsay (el “buen vivir”), que en la cosmovisión ancestral quechua significa el equilibrio del ser humano con la naturaleza y la satisfacción de las necesidades básicas.

Una excusa para reflexionar sobre la sociedad

En 1998, en una época de recesión económica, con una desigualdad social acentuada por el auge del narcotráfico y la proyección internacional de un Cali “pachanguero” (fiestero) surge Helena Producciones. En sus inicios, subvencionaron las primeras actividades con fiestas, que fueron escenarios de numerosas muestras de arte y acciones performáticas. En la exposición Se Vende cuestionaron estrategias de supervivencia tales como el “rebusque”, una economía informal ejemplificada en la venta callejera o en el reciclaje de productos que son re-vendidos en contextos de dudosa legalidad. Desde hace varios años organizan el Festival de Performance de Cali y plantean una educación alternativa en comunidades locales a través de su Escuela Móvil de Saberes y Práctica Social. En octubre del año pasado presentaron –en conjunto con Office of Aesthetic OccupationThe Phylogenesis of Generosity, la primera trienal de escultura en el espacio público en los jardines de los Prinzessinnengärten en Berlín.

Una alternativa a la academia es el Centro de Investigaciones Artísticas de Buenos Aires. Más conocido como CIA, haciendo un guiño al servicio de inteligencia estadounidense, el centro ha creado un espacio de encuentro en el que artistas, científicos e investigadores de toda índole exploran dinámicas sociales más allá de instituciones académicas o artísticas. Dirigido por el reconocido artista Roberto Jacoby, quien en 1968 definió el arte como “diseño de nuevas formas de vida”, el CIA ofrece –aparte de su programación artística y de residencias– cursos, charlas, seminarios y talleres en los que el arte es una excusa para reflexionar sobre la sociedad.

Las redes

Estas actividades no serían posibles sin las redes y el intercambio: en Valparaíso se creó el CED, una agrupación de siete espacios de arte de Valparaíso y Viña del Mar; en Santa Cruz de la Sierra está Kiosko, una plataforma para la promoción de artistas bolivianos con redes de financiamiento internacionales, tales como Arts Collaboratory o Hivos. Amazónika promueve la protección del medio ambiente y opera en la selva peruana. Organiza anualmente el festival itinerante de arte y medio ambiente Equilibrio, estableciendo conexiones con distintas regiones de la amazonía y sus poblaciones nativas. En el ámbito de las redes digitales está ATA, en Lima, o Stgo Makerspace, en Santiago de Chile, que realizan exploraciones en la intersección entre arte, tecnología y sociedad. Mucho más radicales y comprometidos son los miembros de Espacio G en Valparaíso, con proyectos como la cooperativa de alimentación La Lechuga y el Valpo Medialab; o aquellos que giran en torno al movimiento neo-ruralista como nuvem, en Brasil, hackers que abandonan la ciudad para crear con agricultores una comunidad autoabastecida con cultivos propios y redes libres. El imperativo “otro mundo es posible” no es, pues, tan utópico como parece.

 
Colectivo Acciones de Arte
Colectivo de Arte Participativo Tarifa Común
Escuela Móvil de Saberes y Práctica Social
Circuito de Espacios Domésticos
Alta Tecnología Andina