El director de cine Carlos Flores del Pino de visita en la Berlinale

El integrante del programa de visitantes del Festival de Cine de Berlín de este año será Carlos Flores del Pino. Es el nuevo director del Festival de Documentales de Santiago (FIDOCS), que fue fundado por Patricio Guzmán en el Goethe-Institut de Santiago hace 17 años. Además, dirige la Escuela de Cine y Televisión de la Universidad de Chile, una de las más destacadas del país.
 

El director de cine Carlos Flores

Desde el Cine Experimental de la Universidad de Chile, uno de los centros más creativos de los años de Allende, filmó Descomedidos y Chascones, un documental sobre la juventud chilena, que se estrenó en el Festival de Mannheim en 1973, pocos días antes del Golpe de Estado. Esa copia quedó en el archivo del Arsenal de Berlín, donde el curador Florian Wüst la presentó el año pasado en el marco del proyecto Living Archive del Arsenal, también aludiendo a los 40 años del Golpe en Chile.

Al contrario de otros cineastas chilenos, Carlos Flores no salió al exilio. Tuvo un rol importante en la cultura underground que tomaba fuerza en los ochenta, durante la dictadura de Pinochet. Colaboró con artistas visuales como Juan Downey y Eugenio Dittborn en video arte (Satelitenis, 1984), y rodó algunos documentales entrañables, como El Charles Bronson chileno (o idénticamente igual).
 

¿Cómo se define usted?

Soy un realizador cinematográfico o cineasta, y ahora me dedico más a la docencia. Si bien actualmente estoy preparando el rodaje de un documental que presentaré dentro de un año, llevo casi dos décadas con el énfasis en la docencia. Primero formé la Escuela de Cine de Chile en 1995, de la que salieron muchos nombres de la nueva generación: Matías Bize (Sábado), Sebastián Lelio (Gloria), Marialy Rivas (Joven y alocada) o Che Sandoval, por nombrar algunos.

La idea era crear un cine más experimental, más barato y adaptado a la realidad local. Pero cuando se está en una escuela privada, se debe financiar por la colegiatura de los estudiantes, y termina convirtiéndose en un lugar para la élite. Decidí venir a dirigir una escuela en una universidad pública, donde hay más becas, es multidisciplinaria y se centra más en la calidad académica.
 

¿Cuál es el mayor desafío de dirigir una escuela de cine nueva, como la de la U. de Chile?

En los últimos dos años me he centrado en los modos de enseñar el cine. La Escuela de Cine y TV de la Universidad de Chile nació en 2006, y ahora estamos impulsando un nuevo currículum con dos grandes ejes: la capacidad creativa, que no es genética, sino que se desarrolla y es un método de trabajo. Y el segundo eje es la conexión de los estudiantes con el mundo que los rodea. Que tengan claridad acerca del contexto en el que viven, y que a la vez, sean autosustentables. Queremos que trabajen con modelos de bajo presupuesto y alta capacidad narrativa.
 

¿Apela el documental al interés de las nuevas generaciones?

El interés por el cine documental es altísimo. Se hacen muchas películas cada año, aunque no llegan a grandes circuitos. Solo en FIDOCS llegaron más de 200 películas para la competencia nacional. Muchas circulan por internet. En los años setenta, durante la época de Allende, había mucho entusiasmo por filmar, pero se hacía todo en cine y el proceso técnico era complejo. Hoy la tecnología ha permitido una masificación, que generó un giro extraordinario. Ahora muchos más espectadores saben de cine, simplemente porque han hecho cine, con una cámara casera o incluso un celular. Tienen un juicio sobre el grabar y el hacer.
 

¿Cuál es el estado actual del cine documental en Chile?

Es muy maduro, porque tiene un historial más antiguo, pero también por su independencia y autonomía. Para realizar un largometraje de ficción hay que ser semi industrial por los recursos que se requieren. El documental, en cambio, es mucho más profundo, permite entrar a mundos más secretos, menos conocidos. Y también se toca con la ficción, porque han surgido géneros híbridos.
 

¿Es esta su primera visita a Alemania?

No, antes estuve en Schwerin en el 2000, para presentar un ciclo de cine chileno en un Centro de cine de la región (Landesfilmzentrum), y en 2008 fui cerca de Berlín a enseñar cursos en la Universidad Internacional de Verano, que dirige Joachim Borner. Es una institución de enseñanza audiovisual, así como también de energías renovables y del impacto del cambio climático. Borner también es director de la academia de la Fundación Bauhaus. Con él vi una exposición espectacular en Berlín y me llevó a Dessau a ver todos los edificios originales. De hecho, en la creación de la Escuela de Cine de Chile pensamos en varios talleres inspirados en los métodos de la Bauhaus.

 

 

¿Qué expectativas tiene de su viaje a la Berlinale?

Representa una posibilidad muy interesante de ver películas para el FIDOCS, y contactar a sus directores. Y también me interesa la posibilidad de establecer convenios con las escuelas de cine de Berlín (DFFB) y HFF Konrad Wolff, en Potsdam, tanto para intercambio de estudiantes como de profesores.