Kevin Rittberger de visita en Chile - Primera parte

El director de teatro y escritor Kevin Rittberger estuvo en Chile investigando y recolectando material para su siguiente puesta en escena. El autor compartió con nosotros algunas anotaciones sobre su experiencia en el país de acogida.

Kevin Rittberger, Víctor Pey © s/w Fotografie © Archivo Histórico José Vial Armstrong, Escuela de Arquitectura y Diseño de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile.
¿Por qué Chile?

Como escritor y director intento hacerme in situ una imagen integral de este país. Chile fue alguna vez una inmensa superficie de proyección –tanto para Alemania Oriental como para Alemania Occidental– , tal vez la última con que la izquierda europea pudo cotejar  su sueño de “otro” socialismo.  Busco entender científicamente, desde la perspectiva de la historia de las  mentalidades, pero también comprendiendo la cultura cotidiana, cuán profundo fue el corte del golpe de 1973 y dónde surgen hoy nuevos horizontes. Esto me interesa y me motiva personalmente.



Como director al principio casi no estoy presente. Las fantasías respecto a cómo transformaré el material, a  las elecciones estéticas que haré, etc., todo eso aparece también al escribir las escenas, pero en su mayor parte surge recién cuando el proceso de escritura ha concluido. Entonces, es ahí donde intervengo con más fuerza como director. Y es ahí justamente donde se necesita mayor distancia. Lo importante es llegar a otros pensamientos, pensamientos que involucren los medios propios del teatro...aunque el autor todavía me siga susurrando al oído: “¿Por qué Chile?”
Me lo preguntan a menudo. La última vez fue Carla Miranda –subdirectora del Museo Histórico - quien me lo preguntó una semana antes de la segunda vuelta entre las candidatas a  la presidencia. En esta oportunidad no es necesario que  la cantante Laura López Castro –quien también está en Chile para investigar en el marco de nuestro proyecto teatral a estrenarse en otoño en el Teatro Nacional de Weimar– me lo traduzca. 
La pregunta parece simple.  ¿Comenzaré remontándome bien lejos, a los objetivos que me puse ya un año antes del viaje, a las expectativas que genera un  país andino que hace cuarenta años fue puesto del modo más brutal en un estado de shock, mientras uno todavía está en Düsseldorf trabajando en Candide. Acting in Concert, y poco después en Viena, con el estreno de Plebs Coriolan?

Muchas cosas se mezclan o se comienzan a establecer relaciones. Por ejemplo, la utopía de Voltaire de Eldorado:  aquí había además diamantes que permitían a la población tener un bienestar equitativo, fraternal. Hoy, son el petróleo, el gas, el cobre y el litio las lucrativas materias primas que hacen parecer como realizables las premisas igualitarias de las constituciones de Venezuela, Ecuador o del plurinacional estado vecino de Bolivia. Pero también la tan ansiada asamblea constituyente tendrá que afrontar los problemas del extractivismo. Tomemos el caso del Coriolano de Shakespeare: si bien en Chile ya no se lo puede distinguir bajo la figura del despótico general, los Chicago Boys y sus adeptos supieron muy bien cómo aprovechar  para sí mismos el dictado del mercado neoliberal. Pero, a diferencia del estudio de carácter que hace Shakespeare, no hay puntos de inflexión y, por último, tampoco se da un final trágico. Por el contrario, el tirano chileno tuvo tiempo suficiente para escenificar una transición fluida, diplomática, institucionalizar su herencia y ocupar las posiciones más importantes. Hoy en día, el país está sin indiscutiblemente dominado por consorcios trasnacionales y una oligarquía económica local , situación que la ex y actual presidenta no cambiará, a menos que los movimientos sociales la pongan tenazmente por el buen camino.



La pregunta de la subdirectora sigue flotando en el espacio. ¿Qué responderé esta vez? Uno no quiere repetirse siempre. ¿Le diré que Chile, cuarenta años más tarde, actualmente está comenzando a deshacerse definitivamente de la época siniestra?
¿Que el país está despegando? ¿Que, según una expresión de Margaret Thatcher, el neoliberalismo no es capaz de “cambiar el alma del hombre”? Digo en voz alta: CREO QUE DONDE EL NEOLIBERALISMO NACIÓ, TAMBIÉN PUEDE MORIR.  ¿Me atribuiré algo que no me corresponde? ¿Hablaré precisamente de la esperanza, de la transformación radical? Carla Miranda sonríe un poco desorientada a causa de mis suposiciones ingenuas e  intenta demostrar que no hay motivos para la esperanza. En especial los artistas, dice, difícilmente pueden ser optimistas, ella no conoce a ninguno que lo sea. La creatividad, al fin y al cabo, proviene  casi siempre del más profundo pesimismo.
Yo digo que me estoy ejercitando en el optimismo, desde hace dos años, desde que vino al mundo mi hijo. Ella dice que desde hace dos años –su hija tiene la misma edad– le ocurre lo contrario.  ¿Y acaso no se constata a diario en el Parque Bustamante que cada uno piensa sólo en su propio bienestar? Ningún niño le presta su juguete a otro. Yo menciono el característico instinto de cooperación que existe en los hombres, aunque en algunos lugares haya desaparecido sin dejar rastro.
Por ejemplo, para Pamela, nuestra nana de La Victoria, el “hay que compartir” es algo enteramente natural. Quizás son los padres de Providencia los que creen útil enseñar a sus hijos el “mío, mío, mío”. ¿Cómo es la situación de los niños alemanes?, ¿no se los orienta desde la casa hacia la competencia?,  replica Carla. Es una pregunta retórica.

Kevin Rittberger, Santiago de Chile, 17 de diciembre del 2013