De visita en Chile: Andreas Rost

Con Giacometti en Teherán
© Claudia Nejati

Andreas Rost visitó Chile y en el marco de la exposición Presentación/Representación en el MAC (Museo de Arte Contemporáneo) dio un taller sobre fotografía documental con especial atención en la fotografía industrial. El Goethe-Institut le preguntó por su trabajo como fotógrafo y sus experiencias durante su estadía en Chile.

¿Cómo llegó a la fotografía? ¿Siempre quiso ser fotógrafo?
 
Desde los trece años he jugado con las cámaras. Al principio quería ser camarógrafo. Pero para alguien como yo, que participaba activamente en el movimiento por los derechos civiles, no había ninguna plaza de estudio y por eso hice una práctica de fotografía en Dresde, en la empresa Foto-Koch. Miércoles y sábados: bodas, el resto eran fotos para pasaportes. Era tan aburrido que casi dejo la fotografía. Por suerte me descubrió Arno Fischer (catedrático de la Escuela Superior de Diseño Gráfico y Editorial de Leipzig) y él volvió a despertar mi amor por la fotografía.
 
Desde hace algunos años la fotografía documental se concibe cada vez más como disciplina artística y se hacen muestras en museos y galerías. ¿Cuáles son para usted las características que diferencian la fotografía documental de la (puramente) artística?
 

Las fronteras entre fotografía documental y artística no se pueden delimitar con claridad. O se considera toda fotografía un documento, porque gracias al  procedimiento técnico contiene una huella de realidad, o ninguna fotografía es un documento porque cada fotografía conlleva decisiones arbitrarias sobre encuadre, momento de la toma, perspectiva, etc. Entre estas dos perspectivas es mucho lo que se puede hacer, y en el fondo cada fotógrafo documental debe reinventar su género. Para mí, la fotografía documental está vinculada al deseo de narrar y tiene más que ver con la literatura que con las artes plásticas.
 
Desde 2003 usted trabaja no sólo como fotógrafo y curador, sino también como docente de fotografía por todo el mundo. Del intercambio y la discusión con los estudiantes surgen muchas impresiones nuevas. ¿Cuáles fueron en este sentido  las características del taller que usted dio en Santiago de Chile?
 
Espontáneamente, los participantes hicieron un desarrollo propio del tema propuesto, que era la fotografía industrial. La mayoría  no se contentó con la reproducción de monumentos industriales, sino que interrogó las consecuencias sociales de la industrialización o del desmantelamiento de la industria. Me gustó esa búsqueda de una historia detrás de la historia evidente, eso es lo que caracteriza a los artistas. Espero que esa búsqueda sea signo de una juventud que ve en Chile no sólo un país de inversores y tarjetas de crédito.
 
Algunos temas lo han acompañado durante varios años. Si tuviera tiempo para desarrollar un proyecto en Chile, ¿qué tema le gustaría capturar y documentar?
 
Me gustaría trabajar en los campamentos de Valparaíso. Cuando los visité me impresionó la gente que vive allí. A pesar de la pobreza y las condiciones indignas, los pobladores mostraban una conducta muy solidaria y con contenido social. Ese modo digno y combativo de encarar la vida fue una gran inspiración para mí.
 
¿Qué experiencia de su estancia en Chile quisiera compartir con nosotros?
 
Lo que más me impresionó fue el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Cuando fue el golpe, yo tenía seis años. Poco después, conocí a los primeros chilenos de mi vida. Colegas de mi padre, bailarines que se habían exiliado en la RDA. En las cenas contaban sobre su patria y la inconcebible catástrofe. El mismo país, la RDA, que les había ofrecido un lugar a los bailarines chilenos, me persiguió a mí diez años después por llevar el pelo largo.
 

Andreas Rost, nacido el 7 de abril de 1966 en Weimar, estudió con Arno Fischer en la Escuela Superior de Diseño Gráfico y Editorial de Leipzig. Es fotógrafo independiente, curador y escritor. Vive en Berlín.