Ulrike Haage:
“Vine, vi, me asombré y volví con el corazón henchido”

Ulrike Haage
© Braulio Gampuy

En marzo de 2018, Ulrike Haage -pianista, compositora y creadora de radioteatros- visitó Santiago, y en el marco del Festival FEMCine realizó un taller de composición para cine. Dado que menos del 10% de los compositores de bandas sonoras en el mundo son mujeres, la extensa experiencia de Ulrike Haage con composiciones para los documentales “Zwiebelfische”, “Goldrausch”, “Meret Oppenheim”, “Das verschwundene M” y “Landstück”, así como la música para el largometraje de Doris Dörrie “Grüsse aus Fukushima” fascinaron e inspiraron al público chileno.
 

Luego de terminar sus estudios, por varios años Ulrike Haage tuvo a su cargo las cátedras de Dirección Orquestal e Improvisación en la Academia de Música y Artes Escénicas en Hamburgo. Se hizo conocida para un público más amplio cuando se topó con los Rainbirds. Además de su trabajo como productora de radioteatros, así como de música para películas y obras de teatro, Ulrike Haage es solista en piano y guionista. Después de Sélavy, Weißes Land e in:finitum, en 2015 lanzó su cuarto álbum solista, Maelstrom. Entre los galardones que ha recibido Ulrike Haage figuran el Premio Alemán de Jazz  en 2003, el Premio Especial de Música en los Premios del Cine de Alemania del Norte 2010 y el Premio para Música de Documentales 2014, así como varias distinciones para sus obras de radioteatro. En el 2018 estrenó la microópera Wundernetz en el Museo de Ciencias Naturales de Berlín, compuesta especialmente para la colección acuática.

Además de su investigación sobre Jemmy Button y la Patagonia, ¿tuvo otros contactos con Chile antes de este viaje? ¿Qué expectativas tenía usted de Chile? ¿Se cumplieron efectivamente estas expectativas?

El punto de partida para dedicarme a Chile y su historia en el último tiempo fue la película de Patricio Guzman El botón de nácar. La temática de la película y en especial la historia de Jemmy Button, que casi nadie conoce entre nosotros – pero en Chile casi todo el mundo- me motivaron a producir un radioteatro en alemán, cuya historia y guión estarían basados en los diarios de Darwin y en los cilindros de cera con grabaciones originales de los indígenas de Tierra del Fuego. El radioteatro lo producen Andreas Ammer (guión, dirección) y yo (composición, dirección) en conjunto, en colaboración con NDR (Radio y TV del norte de Alemania) y el Foro Humboldt, dentro de este año. Mi relación con Chile, y en especial con el festival FEMCine, fue la invitación a realizar un taller. Resultó después de que me comunicara con el director del Goethe-Institut en Santiago de Chile a raíz de mi proyecto sobre Jemmy Button.

Y por supuesto que Chile me era un recuerdo vivo de mi niñez, ya que en mi casa siempre seguíamos los acontecimientos políticos de la actualidad y conocíamos las canciones de Víctor Jara. Por eso me me alegré mucho que durante mi estadía pude hacer un recorrido privado con guía en el Museo de la Memoria.

Por lo general trato de viajar sin expectativas, pero en este caso todo lo que me fue anunciado se cumplió maravillosamente. Seguramente esto también tiene que ver con el orgullo que algunas organizadoras del festival tienen de su propio país. El entusiasmo por su ciudad, que tiene muchos aspectos y cuyo espíritu es de esperanza y energía, como se hizo patente entre los muchos estudiantes con los que compartí, también me contagió. Vine, vi, me asombré y volví con el corazón henchido.

¿Cómo calificaría su participación en el Festival de Cine de Mujeres FEMCine? ¿Era la primera vez que hacía un taller de composición para películas en un marco como este?

Antes que nada quisiera agradecer nuevamente que me invitaran a FEMCine 2018 como compositora. Fue un festival muy bien organizado y muy interesante, y el taller, cuyos asistentes eran tan diferentes entre sí, fue realmente muy intenso. Desde el comienzo me hicieron sentir parte del festival FEMCine a través de entrevistas, los almuerzos junto a otros invitados y una conversación con el público después de la proyección de Grüsse aus Fukushima/Fukushima mon amour. Estuvo muy bien organizado el intercambio con otros participantes y la forma en que me integraron durante el festival. Sí, ya he ofrecido talleres durante otros festivales, tanto en formato de charla con concierto integrado, como fue durante el Festival de Cine Stockfish en Reykjavik en 2017, o como un taller de varios días durante el Festival Internacional de Cine de Mujeres en Dortmund, siempre con la perspectiva de considerar la música como parte creativa de una película. Siempre resulta especialmente lindo cuando las participantes vienen de distintos oficios del cine. El año pasado hice un taller para estudiantes de maestría en la escuela de cine de Babelsberg, donde había una montajista y algunos guionistas. Esto hizo que nuestras conversaciones fueran muy interesantes, pero también revela la necesidad de que siempre se debería tratar de un trabajo en equipo.

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Existen muy pocas compositoras para cine, y usted además ha logrado muchos premios por su obra. ¿Cuál es el punto de partida de su trabajo y con qué método aborda cada proyecto? ¿Cómo es su estilo y qué lo caracteriza?

Sobre mi estilo siempre se dice que logro crear atmósferas potentes con muy pocos medios. Alguien dijo una vez que casi todas mis composiciones se convierten en música pegadiza, y que a cada película y a cada radioteatro le dan un carácter propio.

En general, compongo para cada película y para cada radioteatro una música propia y única. Debe poder incluir el tono base, el color de una historia y de sus imágenes. Cuando es posible, me encanta participar del rodaje de la película, de modo que desde el inconsciente pueden surgir fantasías para líneas musicales, que después ni siquiera traduzco sino que las pre-fantaseo. De esa forma me puedo entregar mejor y sin presiones a la búsqueda del tono, la instrumentación y la producción y realización de la música.

En el caso de „Grüße aus Fukushima“: ¿le ayudó su conocimiento previo de la cultura japonesa para componer la música de la película? ¿Cuál fue el mayor desafío?

De todas maneras mis estadías en Japón y el estudio de los modos en que se hace música allá me ayudaron a escribir una banda sonora para esta preciosa película en blanco y negro, que si bien viene de una mano y una tradición europea, yo quería dedicarla a este país y a sus habitantes. A ello responde también el “Ma” japonés (el espacio entre cosas), dejar un espacio entre los tonos, pero también el respeto interno hacia otra cultura, que yo amo mucho. El mayor desafío consistió en que la película, que tiene como contenido hechos reales y muestra a protagonistas que lo han perdido todo, pedía por un lado darle temas característicos, pero al mismo tiempo evitar duplicar nada desde la línea musical. El tema de Fukushima y su triple desastre es muy terrible y no requiere de comentarios subjetivos, o de enfatizar cosas con la música en la película. Para las composiciones me es importante el amor por los personajes. Por eso decidí trabajar con una instrumentación sutil y elegante compuesta de cello, piano, electrónica y percusión.

Usted es pianista, compositora, directora de orquesta y realizadora de radioteatros. ¿Cuál de estas actividades disfruta más?

Todas mis actividades son parte de mi personalidad como artista. Disfruto de componer, porque en ese momento puedo enfrentar en profundidad un tema y la música asociada. Para mí es un lujo y a la vez, es lo más hermoso de existir como Ser Humano, esta capacidad de ser concentradamente creativa.

Tocar el piano, ensayar y hacer resonar la música, también resulta una tarea apasionante. A su vez, me exige más en relación a la expresión y la pulsación, a lo que realmente quiero decir con los tonos que escribo para el piano.

Y dirigir orquestas y producir radioteatros –esto último también es una manera de dirigir- requiere de una gran conciencia, responsabilidad y claridad frente al grupo musical o a los actores.

Es una posición muy diferente la que tomo en cada una de estas actividades, y sin embargo, todas son parte de mí. En todos mis años de artista he ido creciendo desde una actividad a otra. Los radioteatros, por ejemplo, se han convertido en uno de mis géneros favoritos después de muchos años de experiencia como músico y compositora de teatro y de radio. Tal vez porque vengo desde la música es que siempre compongo para mis radioteatros. El manuscrito o guión es como un libretto (texto de una ópera). Y el habla, la música y el sonido tienen igual peso como medios de expresión.

Los conciertos y tocar con otros músicos siempre me ha sido importante y seguirá siéndolo, incluso cuando actualmente mi eje se corre cada vez más en dirección a la composición. Mi composición más reciente e importante es Wundernetz, una ópera de cámara para cuarteto de voces y baquetas, y la realicé para el Museo de Historia Natural de Berlín, con libretto de Mark Ravenhill.

¿Cómo calificaría su experiencia en Chile? ¿Qué balance puede hacer de este viaje?

Mi viaje fue muy breve, pero muy intenso, y pude sumergirme en un entorno artístico de cineastas mujeres, y estudiantes de cine y de música. Gracias al apoyo adicional del Goethe-Institut, pude conocer la ciudad y muchos lugares especiales como el Museo de la Memoria, el Museo de Bellas Artes, el GAM, el Centro Cultural La Moneda, como una serie de barrios, que pude recorrer y aprendí a amar. Lo que más me conmueve es el recuerdo del taller, en el que claramente decantó que la música para cine, y la forma individual de acercarse a la composición relativa al habla y las imágenes, es en realidad un tema importante tanto para profesionales como para los aficionados y los estudiantes, y que esto debería encontrar más espacio dentro de la educación. Se podrían desarrollar seminarios adicionales sobre este tema y con ello apoyar una educación audiovisual y musical en Chile, ya que su industria del cine ya es conocida y reconocida a nivel mundial.