Estrenos
La huella de Berlín en Skármeta

Variados y profundos son los lazos que unen al escritor Antonio Skármeta con Alemania. En el entonces Berlín Occidental vivió por doce años, vio publicados en alemán gran parte de sus novelas, fue guionista de exitosas películas de Peter Lilienthal e hizo sus propias películas como director, las que han merecido este año la edición en un álbum de DVDs producido por el Museo del Cine y el Goethe-Institut, que serán presentadas en junio de 2015 en el Centro Cultural La Moneda.

El honor que me ha hecho el Museo del Cine Alemán de editar las películas que hice como director en Berlín, y expandirlas hoy por el mundo subtituladas en varios idiomas, refuerza aún más el afecto que me liga a Alemania.Llegué a Berlín Occidental sin saber nada del idioma – apenas algunas frases corteses y ciertas intrincadas fórmulas heideggerianas que había aprendido en la universidad –, y excitado tanto por la intensa calidad de los espectáculos como por las necesidades cotidianas aprendí tesoneramente el idioma y me sumergí con pasión en la creación artística alemana.

Podría haber optado por atenerme sólo a idealizar el pasado en mi Chile o a soñar y trabajar por un futuro mejor para mi país, como lo hacíamos todos los exiliados. Sin embargo, mi vocación creativa me llevó también a participar de esa cultura de magnífica tradición, que se renovaba año a año en la creación de vanguardias que eran celebradas universalmente.

Entonces no pretendía ser director de cine, pues la escritura de novelas colmaba mi vocación. Es así como mi escritura llamó la atención de productores o directores de cine alemanes, quienes me convocaron como guionista o adaptaron mis cuentos.

No podría precisar qué es lo que les atraía y yo me conformaba con pensar que había algo en mis obras, ese afán de fusión de contrastes, pero también una actitud lúdica latinoamericana, que matizaba los hábitos europeos. Como dicen los jugadores de fútbol cuando ganan el partido: “las cosas se dieron”, pues un par de las películas en las que participé como guionista tuvieron el Bundesfilmpreis (El Premio de Cine de los Estados Federados Alemanes) y tal vez eso fue lo que motivara que la Academia de Cine y Televisión me contratara como profesor de guión. Ahí trabajé dos o tres años familiarizándome con las inquietudes de los jóvenes cineastas.

Sorpresivamente director

Hasta aquí me estaba moviendo en un campo que me era conocido: el de la novela y el de la dramaturgia cinematográfica. El paso a la dirección acontece de una manera insólita. Un dramaturgo del segundo canal de televisión, ZDF, me visita en mi casa berlinesa. Cenamos, tomamos vino chileno – ahora pienso que un poco más de lo imprescindible – y me pide que le cuente “en qué estoy”. Pues en lo que estaba era en la escritura de la novela “Ardiente paciencia”.

Oyó la anécdota y sin pausa me espetó: “Me gusta. Escríbeme un guión.” Aún seguimos en terreno conocido. Lo grave ocurre cuando un mes después le mando el texto, y a la semana siguiente me llama por teléfono y me dice que quiere hacer la película “Ardiente paciencia” y me pide… que yo la dirija. Quedé estupefacto. Me defendí: “no soy director, no puedo aceptar tu oferta.” Tras una pausa enigmática pronunció la siguiente frase que me condujo a la imprudencia: “Lo que sucede es que tu historia del cartero y el poeta tiene una mezcla tan insólita de poesía, humor y política que sólo tú la puedes transmitir en la exacta proporción.”

Tratado con la Unión Europea

Y a “Ardiente paciencia” siguió la oferta de escribir y dirigir otras películas, no para el cine, sino para la televisión. Las hice con honestidad, sencillez, espontaneidad, para responder a lo que los productores me pedían: dejar un registro personal de mi experiencia del exilio en Alemania. Sé que son las obras de un escritor haciendo cine y desde esa perspectiva creo que hay que ubicar sus defectos y eventuales méritos.

Años después, cuando se instaura la democracia en Chile, fui designado embajador de mi país en Alemania. Haber vivido tanto tiempo antes entre sus intelectuales y políticos, y conocer el mundo alemán me facilitó enormemente la tarea de comunicar los objetivos del gobierno que me enviaba.

No el menor de todos era conseguir la firma del tratado entre Chile y la Unión Europea, brillante iniciativa que concentró buena parte de los esfuerzos de los embajadores chilenos en Europa. ¡Un tratado bilateral entre un lejano país y una unión tan poderosa como la europea! Y otra vez para beneficio de Chile :”las cosas se dieron.”

No quisiera dejar este artículo sin mencionar la generosa apertura al mundo de los productores, dramaturgos, escritores, cineastas y otros artistas alemanes que siempre actuaron con sensibilidad hacia los emigrantes de tantos países, quienes encontraron refugio y comprensión en Alemania. Entre mis alegrías mayores vinculadas a este país están mis dos hijos mayores, que viven en Berlín junto a mis tres nietos, y mi esposa Nora que se la robé a la ciudad y la traje a vivir conmigo a Santiago. Y claro, de esta alianza resultó un hijo chileno-alemán.

Como ven, podría estar páginas y páginas diciendo “Dankeschön”.
 

Antonio Skármeta nació en Antofagasta, ciudad que lo ha nombrado “hijo ilustre”. Es profesor de filosofía y director de cine. Es internacionalmente conocido por sus textos llevados al cine, como la novela “Ardiente paciencia”, que se tituló en el cine “Il Postino” (El cartero de Neruda) (1994), o más recientemente la obra teatral inédita “El plebiscito”, que inspiró el guión de la película de Pablo Larraín “No”(2012). Sus novelas y libros de cuentos han sido publicados en cerca de treinta idiomas. Fue Embajador de Chile en Alemania y el 2014 recibió el Premio Nacional de Literatura