Cuqui Jerez
Danza sin cuerpo

La coreógrafa española es una de las principales novedades de la tercera edición de Movimiento Sur. Su propuesta busca subvertir las categorías de las disciplinas artísticas experimentando con oxímoros, tales como la creación de piezas de danza sin la utilización del cuerpo.

Cuqui Jerez es una coreógrafa que últimamente ha hecho de la performance un hábito creativo. En su obra no hay danza, al menos no la hay en el sentido clásico de un cuerpo moviéndose en escena. Jerez defiende el lugar en el que un texto, un video o incluso un simple objeto pueden ser coreográficos. Esa condición depende sencillamente del modo en que los elementos se organizan en el tiempo y en el espacio, logrando relaciones entre sí. Para la coreógrafa, “El espacio siempre ha sido una obsesión y desde muy pequeña me interesó como los movimientos se pueden realizar en diferentes lugares, con dimensiones diferentes, buscando la mejor manera para que se puedan ejecutar”.

En este momento Jerez lleva un año trabajando en The Dream Project, del cual han surgido las siguientes piezas: Unos pasodobles, La conversación, Móstoles, El museo del jamón, Rayito, Unas listas, The Gifts, The Lake y Somoselliot –un video presentado en M100 (Matucana 100), con motivo de la inauguración de Movimiento Sur–. A esta la lista se agrega In the World, estrenada en Valparaíso en diciembre de 2014, pieza creada especialmente para Movimiento Sur y que contó con la colaboración de los estudiantes del laboratorio del festival.

Escuchando el deseo presente, con tiempo y sin proyección

The Dream Project cuestiona la manera convencional de producción del artista que propone el mercado: un sistema que implica pensar y desarrollar un proyecto, escribirlo para pedir financiamiento, planificarlo y sistematizarlo. “Esto retarda el proceso creativo y muchas veces, cuando se consiguen los fondos , el interés original del proyecto ya no tiene la misma pulsión”, dice Jerez.

Cansada de haber ocupado tiempo en esto, Jerez empezó a cuestionar la convención temporal de los procesos de creación de por lo menos tres o cuatro meses, para luego presentar la obra y probablemente viajar con ella, para volver al circuito de proyectar una obra nueva.

“Necesitaba otra temporalidad para encontrar nuevas identidades en mi trabajo. Muchas veces hubiera deseado cambiar completamente la dirección de un proyecto, pero no lo materializaba, por la obligación de seguir con la línea planteada inicialmente. Ahora, si consigo financiamiento tiene que ser sin tener que explicar qué voy a hacer, porque precisamente lo que quiero es no saberlo”, dice.

Jerez encontró un marco de trabajo al establecer nuevas reglas: partir de cero cada mes, escuchar cuál es el deseo que la impulsará a investigar, experimentar y al final del mes obtener un mini resultado. “Esto surge de mis procesos de creación anteriores, donde abordé cada concepto desde diferentes medios y, a pesar de saber que haría una pieza escénica, realizaba además distintos productos como imágenes, ejercicios, juegos u otros elementos, que originalmente me servían para comprender el concepto, pero que no eran “obra” en el sentido clásico de la palabra, generándose muchos pequeños resultados que se perdían”, explica Jerez.

“El ejercicio de no proyectarse de cara al futuro genera un entendimiento distinto del hacer, pues no se trata solo de producir algo bueno, sino de escuchar y revisar lo que se hace”, dice Jerez. Esto la ha llevado a un lugar muy vulnerable y a aceptar que algunas piezas van a ser muy pobres, muy frágiles o muy simples. Sin embargo, “esta metodología ha sido liberadora y placentera, la recomiendo a cualquier creador, a pesar de lo esquizofrénico que es empezar cada mes algo nuevo”, asegura.

Jerez lleva un año trabajando de esta forma y ya decidió proseguir un año más. “Se empieza ya a definir una dirección cercana a la idea de la contemplación, lo que lo diferencia de mis trabajos anteriores, los que tenían dramaturgias complejas y que guiaban mucho al espectador”, dice.

La invitación de Movimiento Sur

Movimiento Sur ha propiciado la interdisciplinaridad en la danza desde sus inicios. Este año, el laboratorio estuvo centrado en la reflexión y experimentación del cruce entre danza y arquitectura. El aporte de Jerez a esta edición radica en su investigación acerca de cómo se construye un espacio desde diferentes puntos de vista.

La propuesta de In the World, viene de Unos pasodobles, donde hay un interés por el objeto material. “La performance será la construcción de un mundo, de un paisaje a través de materiales. Sin embargo, es el cuerpo el que los acciona, develando así el proceso construcción de una instalación de manera coreográfica”, explica Jerez.

Y así fue. En la pieza, la instalación de objetos y texturas fueron ocupando todo el escenario compartido por el público y los performers. Luego se invitó al público a contemplar con más distancia los elementos. En particular el último: una nube de humo que proporcionó un movimiento sutil y evocador, antesala perfecta para guiar al público fuera del teatro, donde el cielo rojizo de Valparaíso cerró la instalación de objetos con los cuerpos de los espectadores instalados en el parque.