Sociable... a las claras
¡Relájate, tío!

Satisfacción y paz interior: para ello, generaciones enteras han necesitado pilas de libros de autoayuda. La juventud de hoy lo logra de manera natural: “Gente, ¡relájense!”

Charlé con mi hijo y sus amigos sobre sus perspectivas y ambiciones profesionales. No porque tengan ya deseos particularmente claros, sueñen con trabajos ideales o porque hayan reconocido sus talentos concretos, no, todavía no. Sólo me interesaba saber qué ideas aproximadas se tienen hoy a los doce años acerca del mundo laboral. Porque, aunque a los doce años se siga siendo un niño o niña, también se tienen ya ciertas ideas sobre el mundo y lo que pasa en él.

Mucho espacio para otras cosas

¿Qué dijeron estos niños? Resulta casi más interesante lo que no dijeron. Porque no hablaron de carreras increíbles ni de los altos objetivos que deberán alcanzar algún día. No mencionaron el alto rendimiento, sagrado por estos lares. Tampoco les importan los ingresos altos, los símbolos de estatus o los empleos de gran prestigio. Pero sí estuvieron totalmente de acuerdo en que un trabajo sólo vale la pena si deja mucho espacio para otras cosas. Para pasatiempos, intereses y deportes, para la familia y, en el futuro, para sus propios hijos e hijas. Pero, sobre todo, para relajarse, algo que mencionaron una y otra vez. Quien no viva relajado, no está viviendo bien, eso lo tienen muy claro.
 
Generaciones anteriores, es decir, por ejemplo, la mía, querían ser, sobre todo, cools. Quienes tengan mi edad lo recordarán. ¡Cuánto nos esforzábamos por ser y mantenernos siempre cools! ¡Y qué agotador era eso! La pregunta por nuestras perspectivas profesionales seguramente la hubiéramos contestado con profesiones especialmente cools, estoy seguro de eso. Pero las nuevas generaciones son, por principio y quizá también por naturaleza, relajadas. Me resulta un enigma cómo lo lograron: de nosotros no lo heredaron, qué duda cabe. Lo cierto es que son considerablemente más relajados que nosotros, por la razón que sea. Quien es relajado no tiene necesidad de parecer nada, ni siquiera cool. (Casi hubiera escrito: ¿No es eso cool?)

Paz interior

Quien vive relajado, tiene paz interior, y le gusta que sea así. Tener paz interior y disfrutarla, ¡qué hermoso debe ser eso! Para llegar a ese lugar, los mayores hemos devorado metros de libros de autoayuda, e incluso acudido a terapia: “Yo estoy bien, tú estás bien.” Pero eso no nos funcionó a todos, requiere trabajo y aprendizaje, es un juego de prueba y error. Numerosas películas, novelas y obras de teatro han tratado el tema con amplitud en las últimas décadas. Pero todavía, de pronto, nos topamos por las noches con nuestro reflejo en el espejo, contemplamos con ojo crítico las huellas que los años han dejado y no pensamos: “Okay”, sino, cuando mucho: “Ni hablar…”

Cuando entro a la recámara de mis hijos y me enojo por el caos reinante, mis hijos me dicen: “Papá, relájate.” Y entonces me enojo de verdad. Pero no porque se atrevan a hablarme con tal falta de respeto: “Papá, relájate.” ¿Es ésa la forma de hablar con los padres? No, no es eso. Lo que realmente me molesta es que, sencillamente, no sé cómo hacerlo.
 

“… a las claras”

En nuestra serie de columnas “… a las claras” escribirán, alternándose semanalmente, Maximilian Buddenbohm, Qin Liwen, Dominic Otiang’a y Gerasimos Bekas. En “Sociable... a las claras” Maximilian Buddenbohm informará sobre el gran todo, o sea la sociedad, y sus unidades mínimas: la familia, las amistades, las relaciones personales.