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Autor
Byung Chul Han

Byung Chul Han
© Isabella Gresser/Cortesía: Siglo del Hombre Editores

Desde hace dos décadas, el escritor surcoreano-alemán Byung-Chul Han ha puesto una y otra vez el dedo sobre la llaga de los excesos de la sociedad capitalista contemporánea y en el aislamiento extremo al que nos ha llevado. 

De Jhon Mesa

“Un día sentí una profunda añoranza e incluso una aguda necesidad de estar cerca de la tierra”. Así comienza su libro Loa a la Tierra. Un viaje al jardín el renombrado escritor surcoreano-alemán Byung-Chul Han. ¿De dónde surge esa imperiosa necesidad? ¿Por qué es necesario acercarse a la tierra, cantarle, respetarla? ¿Quizá porque nos hemos separado de ella, nuestro piso y nuestro hogar? Han, desde hace dos décadas y con una veintena de libros cortos ha puesto una y otra vez el dedo sobre la llaga de los excesos de la sociedad capitalista contemporánea y en el aislamiento extremo al que nos ha llevado. Sus escritos evidencian crudamente, sin teoremas, la hiperconectividad, la sobreabundancia de información en una sociedad a la vez cansada y transparente, inmediata, en la cual la privacidad y la individualidad, la vida misma, ya no es posible.

Loa a la Tierra. Un viaje al jardín © Goethe-Institut

¿De dónde surge esa imperiosa necesidad? ¿Por qué es necesario acercarse a la tierra, cantarle, respetarla? ¿Quizá porque nos hemos separado de ella, nuestro piso y nuestro hogar?

Estamos todos imbuidos como sujetos, ya no de poder, como dijera Foucault, sino de rendimiento. Ya no existe un enemigo externo que controle, no existe un culpable afuera. Somos productores de nuestro propio confinamiento y de la entrega al trabajo, al exceso, al consumismo, a la imagen mediática de las redes sociales, que han borrado las fronteras del tiempo de la producción y del descanso, en detrimento de este último. Y dado que no hay un factor externo, las condiciones de vida actual son sistemáticas, habitan una red de conexiones neuronales, económicas, sociales, y nos movemos como en un enjambre digital, rodeados de datos que nos saltan a la vista apenas intentamos “conectar” con la realidad virtual. El precio: la paradoja de tener más que nunca en la historia una conexión asombrosa e inmediata con el mundo, y estar a la vez perdiendo un yo íntimo, único, detenido en el tiempo del descanso.
 

El mismo Han –nacido en Corea del Sur en 1959 y quien migró a Alemania para estudiar filosofía– es un ejemplo paradójico de la sobreabundancia. Sus textos aparecen uno tras otro, su mirada y su palabra no se detienen y pasan velozmente del budismo zen a las tecnologías de la información, a la violencia, la psicopatía y el poder. Son éxitos editoriales transoceánicos que se traducen del alemán en tiempo récord para sus millones de lectores en todo el mundo.

Byung-Chul Han también ha recuperado, en alguna medida, el papel del intelectual que le habla al presente, que no requiere tratados completos para evidenciar la complejidad actual y que es constantemente publicado en periódicos como una voz que debe escucharse. Se le ha criticado quizá su pesimismo, y no es para menos: puede ser desesperanzadora la idea de no volverse a encontrar consigo mismo, de abstraerse en el tiempo del rendimiento, lejos del Eros, de lo Bello, del Ocio en el arcádico sentido griego. Pero tal vez hay, en realidad, un llamado a la esperanza, a un acallamiento del ser en medio del ruido contemporáneo, un llamado al descanso, un canto a la Tierra.

Sus textos aparecen uno tras otro, su mirada y su palabra no se detienen y pasan velozmente del budismo zen a las tecnologías de la información, a la violencia, la psicopatía y el poder.

Loa a la Tierra aparece como una rara avis en la línea de libros de Han. Se trata de un texto fragmentado con algunas “plegarias, confesiones e incluso declaraciones de amor a la Tierra y a la naturaleza”, de manera que podamos comprender que la tierra es “frágil como una misteriosa cáscara. Hoy nos dedicamos a explotarla brutalmente, haciendo que se desgaste y por lo tanto destruyéndola por completo.” Por eso, dice Han con actitud de respeto, ofrece su alabanza y su meditación para cultivar, sembrar, cuidar al otro en el jardín de las flores, las palabras, el pensamiento. Como jardineros de ese jardín interior, del tiempo de no producir, somos responsables por la enfermedad que hemos causado a la tierra, y a nosotros como parte de ella. Este tiempo del reposo, de no producir sino contemplar, es para Han también el tiempo de la curación, en su sentido latino: cuidar, reposar, parar.

Encuentra algunos de los libros de Byung-Chul Han en el catálogo del Goethe-Institut.   

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