Angela Schubot y Jared Gradinger
Residencia para artistas en Chocó

  • Angela Schubot & Jared Gradinger Foto: Más Arte Más Acción
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Le pregunté a Jonathan sobre los hongos luminosos, había oído que podían encontrarse en la selva. Me respondió que sí, que los había visto antes, pero que había pasado un buen tiempo desde la última vez. Al caer la noche, me invitó a caminar. Nos pusimos nuestras linternas de cabeza y nuestras botas y caminamos rumbo a la cerca de la propiedad en donde el bosque húmedo se encuentra con el río, se encuentra con el mar, se encuentra con el cielo. Llegamos allí y apagamos nuestras linternas quedando en completa oscuridad. Al rato las encendimos de nuevo para ver dónde estábamos. Y las apagamos otra vez para luego percatarnos de cómo, de repente, aparecían unas pequeñas luminiscencias verdes en el suelo a nuestros pies. Al encender una vez más las linternas vimos que no había “nada” por ahí. Pero al apagarlas, se nos revelaron más de esos destellos verdes… estaban por todo el suelo del bosque, a nuestro alrededor y a la distancia. Prendimos las linternas otra vez pero no podíamos ver los hongos, solo la descomposición. Lo que brillaba era la descomposición. Las hojas “muertas”, las ramas quebradas, los árboles caídos. Incluso el tronco de un gran árbol que teníamos ante nosotros comenzó a brillar de arriba abajo. Era una red micelial que conectaba todo. De un momento a otro, un verde resplandeciente se extendía por todas partes, nos hablaba, nos provocaba, se burlaba de nosotros, se nos revelaba. Jonathan me contó de una araña con un ojo brillante que suele estar por el piso y al mirar… Ahí estaba.
 
Las luciérnagas encendieron el aire a nuestro alrededor y comenzamos a reírnos, no podíamos parar. Luego me invitó a nadar en la marea baja del océano Pacífico. La Vía Láctea nadaba sobre nosotros. Se veían tormentas de rayos a la distancia, en el horizonte. Entramos al mar, ya mareados de alegría, y nuestros cuerpos comenzaron a brillar. A nuestro alrededor, con cada movimiento, los animales microscópicos que nos nadaban cerca se iluminaban haciendo espejo de nuestra forma. La luz destellaba y brillaba alrededor nuestro, debajo nuestro, por encima e incluso brotaba de nosotros tal vez impulsada por nuestra alegría y asombro. Me reí sin parar por dos o tres horas más. Este es solo un ejemplo de los muchos encuentros que tuvimos durante nuestra residencia de Más Arte Más Acción en Chocó, Colombia. Seres humanos, seres piedra, seres pájaros, seres plantas, seres insectos y seres animales. Seres del pasado, presente y futuro. En todas partes había conocimiento y sabiduría que llamaba a ser cosechada y encarnada. Estoy muy agradecido por el tiempo que estuve allá y espero poder desarrollar más esta relación.   

Jared Gradinger

***


sentada con la planta-coca
no estás cavando adentro mío
hojas de montes ondulantes
leñosa fuerte resistente
despierta
alerta
que ordena mi cabeza
vibración nítida, plana y lineal
que brota hacia el aire
no me haces cantar
no eres expresión, expresión inmediata
me contienes y recoges mi fuerza por un tiempo
no te gusta malgastar energía
aprensiva
me quieres fuerte
dispones mi cabeza
un casco de ondas de energía
energía guerrera
tomando posición, postura firme
no tengo miedo a soltar
escojo mi propia integridad sobre el jugar a ser buena y reprimirse
tupida, un leño firme que apunta hacia arriba
sol, medio sol, sol femenino
una nueva categoría del ser sin miedo a perder el amor de otro, de otro que me quiere a razón de mi integridad emocional
espero que no signifique: los demás no me importan para nada
no lo creo
creo que es un paso hacia la honestidad y la autonomía
la coca ama la honestidad más que la armonía
poner el espíritu en orden después de limpiarlo
“Adana”
la limpieza la hace es otra planta
hay una planta aquí que dice:
“limpiar hasta que se acabe el mundo”
otra dice:
“eres una calavera y un sistema circular al mismo tiempo, ¡sostienes y transportas!”
luego, mi primer hongo
burbujas de felicidad pura
extrañamente son mucho más irresponsables —hacia los humanos— que las “plantas”
tenemos un contrato diferente con ellos
me pregunto si hay contrato alguno
aprendemos en su felicidad rebosante
¿pero enseñan?
se sienten bien en ese planeta, mucho mejor que en los otros donde han estado antes
pequeñas perlas de alegría resguardadas por el guardián transformador y rápido y valiente del bosque
sobrecogida por ese ser-debajo-de-la-tierra-siendo-la-tierra-entidad-gigante-de-mutación que resguarda estas campanas de felicidad, una textura real que viene de bajo la tierra. Tan espesa y cambiante todo el tiempo. Veloz y presente.
a crecer raíces hacia adentro y a buscar lo que me busca
junto a la coca de nuevo: 
“me gusta el sentimiento de mundo en proceso. de moverse y no sentirse atascada. De no tener miedo. De sentirse centrada. Incluso si las cosas no son tan armoniosas”.

Angela Schubot