Arte e incusión en Bogotá
Rompiendo las cadenas

Concuerpos
Concuerpos | Foto (detalle): © Marlén Forero

En Bogotá, personas con discapacidades descubren nuevas formas de expresarse a través del arte, y demuestran así que discapacidad es todo lo contrario a incapacidad.

Bogotá no le hace las cosas fáciles a la gente discapacitada. En la ciudad hay pocas rampas para sillas de ruedas, la señalización en las vías, en los semáforos y en el espacio público en general es deficiente, y los ciudadanos no siempre ceden el lugar reservado en el transporte urbano, como obligan las normas en otras ciudades del mundo. Y sin embargo, en Bogotá, una ciudad de ocho millones de habitantes, se calcula que viven más de quinientas mil personas en condición de discapacidad.

Desde hace un tiempo, algunas de estas personas quieren demostrar a través de actividades artísticas y creativas que están equivocados quienes piensan que discapacidad es sinónimo de incapacidad, y que su talento está por encima de barreras físicas y prejuicios sociales. La administración de la ciudad también comprende cada vez mejor que la igualdad de oportunidades y de derechos para este grupo de personas debe ser el primer paso si se quiere lograr que la ciudad sea verdaderamente incluyente y solidaria.

Por esta razón, la Secretaría de Cultura de Bogotá ha venido impulsando un premio anual para los artistas con alguna discapacidad. Personas y agrupaciones con discapacidad sensorial, física o cognitiva reciben un incentivo económico, además del reconocimiento público por su trabajo artístico. De igual manera, a través de becas de estímulo se motiva a organizaciones sociales y culturales para que desarrollen iniciativas de trabajo que contribuyan a que se reconozcan los derechos culturales como de las personas discapacitadas.

Descubriendo otras formas de pintar la vida

Como resultado de estas experiencias se han promovido los trabajos de artistas como Román Luna Rojas, un pintor con la boca y los pies, quien fue ganador del Premio Artista con Discapacidad en el año 2013. Román perdió sus brazos a los siete años en un accidente mientras jugaba con una máquina de moler caña de azúcar en su pueblo natal. La pintura se convirtió en su medio para expresarse.

Al comienzo pintaba paisajes y exploró diversas técnicas: carboncillo, tempera, acuarela. Decidido a formarse como artista, viajó hace algunos años a Bogotá, mejoró  su técnica con el estudio académico y se vinculó a la Asociación de Pintores con la Boca y con el Pie, una entidad que lo apoya y le ha permitido darse a conocer en exposiciones internacionales.

Román ahora prefiere la pintura al óleo sobre lienzo, y le gusta por la diversidad de colores que se puede encontrar, además de la posibilidad de “jugar con las texturas,  con el empaste”, como él mismo afirma, mientras hace un nuevo recorrido de color sobre un lienzo con la espátula que sostiene en su boca.

Actualmente Román estudia una licenciatura en artes plásticas y visuales. Además de pintar, le apasiona enseñar a otras personas que pintan con la boca o con el pie, pero no solamente quiere enseñarles la técnica, sino también ayudarles a trascender sus limitaciones a través del arte.

Danza contemporánea inclusiva

La agrupación de danza contemporánea Concuerpos ha sido ganado varios premios en la ciudad gracias a su investigación y exploración del movimiento con participación de personas en condición de discapacidad.

En su sede en el centro de la ciudad, Concuerpos ofrece clases de danza a personas con habilidades diversas: personas con discapacidad auditiva, en silla de ruedas o con movilidad reducida han tenido oportunidad de reconocer su cuerpo, explorar el movimiento y encontrar otras formas de comunicarse de manera creativa a través de la danza contemporánea.

Los talleres de danza de Concuerpos se realizan desde el 2007, y  como resultado se han presentado diez obras en espacios públicos, con las que se quieren hacer visibles las diferencias y despertar la sensibilidad de los ciudadanos frente a la necesidad de la inclusión.

Gracias a estas exploraciones con el movimiento y las posibilidades expresivas de cuerpos diferentes, la compañía ha recibido la visita de reconocidos maestros internacionales como la bailarina estadounidense en silla de ruedas Karen Daly, quien ha aportado a la formación de personas con y sin discapacidad a través de la danza.

¿De qué color es el mundo?

La Fundación Constanz, ganadora en 2014 de la Beca de apoyo para prácticas culturales de la población con discapacidad en Bogotá, es una ONG que se propuso el reto de hacer sentir los colores a quienes no pueden verlos. Constanza Bonilla y su hijo David crearon la Fundación hace tres años. Ella es pintora y se propuso crear un sistema para que las personas con alguna discapacidad visual puedan reconocer el color mediante el tacto.

En su innovador sistema, cada color tiene un código, cuyo origen son elementos de la naturaleza, también una temperatura y una forma geométrica que lo representa. La persona invidente aprende cómo son los cinco códigos primarios, qué forma tienen y qué color representan. A partir de allí, puede descifrar el color en una pintura, en una escultura o en cualquier objeto cotidiano. También, recrear nuevos colores o tonalidades.

“Con este método, quien no tiene discapacidad puede ponerse en el lugar de quien la tiene”, dice Constanza Bonilla. “Y en un mundo tan visual, incluir es algo que podemos hacer para no poner barreras a la discapacidad, para lograr un entorno accesible”, agrega.

El método ha sido utilizado en apoyo a exposiciones artísticas y en talleres de inclusión en Bogotá, pero ya se ha dado a conocer con éxito en diferentes países de Iberoamérica.

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