El director y guionista argentino Iván Fund, quien muestra su nueva película “El mensaje” en la Berlinale, habla sobre su proceso creativo, el potencial del cine y la crisis que atraviesa Argentina.
Anika es una niña con un don especial: se comunica con los animales y vive en una autocaravana con Myriam y Roger, quienes la cuidan. Juntos recorren el interior de Argentina ofreciendo consultas para las más diversas especies: gatos, perros, tortugas, puercoespines, caballos. Y así ganan el mínimo para sobrevivir. Prematuramente madura, Anika, cuando habla con los animales, también consuela a los adultos. Filmada en blanco y negro, con una densa banda sonora, la película se desarrolla en una atmósfera melancólica, siempre impregnada de un toque de magia y aventura.¿Podrías darnos un contexto del proyecto? ¿Cómo surgió la idea de una niña que puede hablar con los animales?
Es una fantasía recurrente en la infancia. Los niños naturalmente se sienten parte de la comunidad de todos los seres. Me interesaba la idea de alguien con un don extraordinario que, en el mundo actual, apenas le alcanza para sobrevivir al margen. Algo de la idea de que ese don se viera envuelto en una traducción más mundana de interacciones comerciales (hoy en día todo parece estar mercantilizado).
La etapa de investigación (investigación en el sentido más amplio de la palabra, investigar no para definir sino para expandir) es muy disfrutable. Más allá de stalkear algunas mediums que ofrecen sus servicios por las redes y por más que la película transitara en algún sentido un trazo más llano, me entusiasmé mucho con los textos de la filósofa Belga Vinciane Despret (¿Qué dirían los animales...si les hiciéramos las preguntas correctas?; Autobiografía de un pulpo y A la salud de los muertos) y con investigaciones científicas recientes en el avance de la comunicación interespecies.
Es una road movie en el interior de Argentina. ¿Dónde fue filmada? ¿Por qué elegiste hacerla en blanco y negro?
Rodamos la película en Entre Ríos, donde crecí y donde he filmado casi todas mis películas. Una región con rios y llena de hermosos caminos polvorientos y pequeños pueblos agrícolas, el paisaje de mi infancia.
Respecto al uso del blanco y negro supongo que era una necesidad expresiva de la misma historia. Quería que la historia transcurriera en una suerte de “Movieland”. Así como Peter Bogdanovich situó Paper Moon durante la Gran Depresión estadounidense, El Mensaje refleja la realidad actual de Argentina: la crisis económica y social que afecta a los centros urbanos y sus efectos en las pequeñas ciudades y las zonas rurales. Hay algo casi distópico en el mundo que habitan.
¿Podrías contarnos sobre la preparación de los actores? ¿Y cómo fue rodar con tantos animales?
Todo fue muy fluido porque tanto el equipo técnico como todo el elenco ya nos conocíamos mucho. Anika ya conocía mucho a Marcelo Subiotto y a Mara Bestelli y Betania, quien interpreta a su madre, es también su madre en la vida real. Tuvimos un equipo muy pequeño, lo que hizo que el rodaje fuera muy íntimo y súper ágil. Una parte fundamental de todo el proceso fue mantener el mismo nivel de concentración y flexibilidad tanto delante como detrás de cámara.
No había un “acción” o “corte”; todo el elenco y el equipo estaban siempre atentos y preparados para cualquier cambio de rumbo o improvisación que pudiera surgir y resultar prometedora. Es una forma de trabajo que fomenta el descubrimiento en lugar de imponer estrictamente una escena. Con los animales, fue lo mismo: estar abiertos a cada encuentro. Después de varias películas con animales, aprendí que si la cámara y el equipo habitan la escena sin forzar una separación entre “la película” y “la vida”, todo fluye y el material aparece.
El mensaje”. Argentina/España/Uruguay, 2025. Dirección: Iván Fund. En la foto: Anika Bootz, Mara Bestelli. Muestra competitiva de la Berlinale. | © Iván Fund, Laura Mara Tablón, Gustavo Schiaffino / Rita Cine, Insomnia Films
Mono no aware llaman los japoneses a ese estado de empatía con lo efímero, mezcla de conmoción y melancolía ante el paso del tiempo. En nuestra película funciona un poco así, más que un signo de añoranza es una invitación a descifrar, contemplar y conmoverse con la forma misteriosa en que se configura la realidad (y el cine).
Los mensajes que la niña recibe de los animales a veces parecen reflejar la vida de los protagonistas y sus silencios. ¿Fue una manera de crear una segunda capa narrativa?
Me gusta pensar el cine y su forma narrativa justamente en esa línea, casi geológica digamos con cada estrato que cuenta su historia y a su vez esa sumatoria es suelo fértil donde pisa la película. Me convocan las narraciones que se van sedimentando. Que a medida que avanzan, sus elementos comienzan a revelarse como partes secretamente interconectadas que dialogan y resuenan cada vez más entre sí a medida que se van sumando (o descubriendo) capas de lectura y percepción. No me refiero a esto como el resultado de una idea diseñada y estérilmente ubicada encima de otra. Sino todo lo contrario, como el amontonamiento inevitable de las partículas más pesadas, que se asientan y dan testimonio de lo que allí se hizo presente. Filmar es para mi sobre todas las cosas un trabajo relacional y de descubrimiento.
¿Por qué decidiste “darle voz” a los animales? ¿Creés que es un tema en tendencia en el cine, como lo es en la literatura?
Me gustaba la idea que El Mensaje sea como la historia de una princesa de Disney que naturalmente tiene el talento de hablar con los animales y estar en armonía con la naturaleza, solo que acá está mediada por una realidad de crisis económica y caminos polvorientos. Sin brujas malvadas, pero sin mucho para cenar tampoco (aunque tal vez sí haya brujas también). Darles voz y entidad propia era la manera natural de explorar el misterio de la experiencia subjetiva del otro. Nada lo vuelve más evidente que la distancia interespecies. No sé si es una tendencia, pero ojalá lo sea. La historia demuestra que grandes cambios ocurren cuando quienes antes no tenían voz la encuentran.
¿Cómo ves la situación de la producción cinematográfica en Argentina en este momento?
Desde que tengo memoria, nunca estuvo peor. No solo por la inoperancia y el desdén con que se desarticula el INCAA, sino por el ataque ideológico contra la cultura en general y el cine en particular. Es triste que se fomente la violencia y los discursos de odio, que haya que volver a defender lo obvio, que se reduzca la existencia humana a un algoritmo de rentabilidad, siempre al servicio del poder económico. Pero el cine argentino siempre fue rico en voces y formas. Y lo seguirá siendo. Sabemos patear con las dos piernas y no tenemos miedo.