Berlinale | Ceremonia de premiación  Una celebración del cine narrativo clásico

Su película «Drømmer» (Sueños) ganó el Oso de Oro. El director Dag Johan Haugerud y las actrices Selome Emnetu, Ella Øverbye, Ane Dahl Torp y Anne Marit Jacobsen.
Su película «Drømmer» (Sueños) ganó el Oso de Oro. El director Dag Johan Haugerud y las actrices Selome Emnetu, Ella Øverbye, Ane Dahl Torp y Anne Marit Jacobsen. Foto (detalle): © Richard Hübner / Berlinale 2025

La edición del aniversario de la Berlinale estuvo bajo circunstancias difíciles, pero la directora artística Tricia Tuttle cumplió su tarea de manera excelente.

Al inicio de esta 75. Berlinale, toda la atención estaba sobre Tricia Tuttle, la nueva directora artística. Al final, podría ser que las decisiones mayormente sorprendentes del jurado internacional sean las que den los impulsos más importantes para la reorientación deseada del festival. O tal vez, ¿es algo que no puede pensarse uno sin el otro?

Premio inesperado

Lo menos esperado fue, sin duda, el Oso de Oro para Drømmer (Dreams), el premio principal al mejor filme que fue para Noruega. El presidente del jurado, Todd Haynes, lo llamó una precisa “meditación sobre el amor”, una obra sobre una estudiante que se enamora de su profesora y escribe sobre ello. Algunos podrían decir que es un retroceso hacia lo privado en uno de los festivales más políticos, pero también una declaración a favor de un buen cine de autor, en este caso casi exclusivamente protagonizado por mujeres. Tal vez el premio al mejor guion para esta película tan cargada de diálogos hubiera sido más adecuado. Sin embargo, ese fue para el rumano Radu Jude, por su estudio moral satírico Kontinental ‘75.
 
Eszter Tompa en „Kontinental '25“, dirigida por Radu Jude.

Eszter Tompa en „Kontinental '25“, dirigida por Radu Jude. | Foto (detalle): © Raluca Munteanu

Como en los últimos años, el cine global estuvo bien representado con la contribución china Living the Land (Huo Meng, Mejor Dirección) y la distopía brasileña The Blue Trail (Gabriel Mascaro, Gran Premio del Jurado). Todos los premios fueron tan merecidos como los premios de interpretación para Rose Byrne (Mejor Actriz Principal) en If I Had Legs I’d Kick You de Mary Bronstein y Andrew Scott (Mejor Actor de Reparto) en Blue Moon de Richard Linklater, con lo que también el cine estadounidense tuvo su cuota.

La película inaugural de Tom Tykwer: ¿Estancamiento en el caos?

Tanta equidad hizo olvidar el comienzo accidentado. La película inaugural de Tom Tykwer, Das Licht, parecía una especie de introspección del festival mismo: una burguesía educada superficialmente politizada en busca de sentido, Berlín bajo la lluvia constante, un estancamiento entrópico en el caos. Todo es posible, incluso un musical, pero nada funciona. Al menos Tykwer hizo funcional el principal escenario de Potsdamer Platz para el cine, algo que en la realidad probablemente nunca se logre: la ruina de las inversiones ni siquiera es bonita bajo la inesperada nieve. Hay cosas en las que ni Tricia Tuttle puede hacer nada.

Los primeros filmes de la competencia confirmaron esta impresión. La dificultad de combinar relevancia política con imágenes poderosas y personajes creíbles se vio ejemplificada en el experimento psico-sexual del mexicano Michel Franco, en su película Dreams, con la estrella de Hollywood Jessica Chastain. El tema —la desigualdad de poder basada en las dependencias económicas entre Estados Unidos y su vecino México— es más relevante que nunca.

A continuación, los filmes de la competencia fueron más sólidos. El director estadounidense, Richard Linklater, no es nuevo en la Berlinale desde Boyhood (Oso de Plata 2014). Blue Moon, su homenaje al libretista de musicales Lorenz Hart, fallecido en 1943, es una oda al desesperado amor por el arte en un negocio cínico. El cine alemán tuvo su momento de luz y un nuevo talento, con Was Marielle weiß de Frédéric Hambalek.
Rose Byrne  en „If I Had Legs I’d Kick You“, dirigida por Mary Bronstein.

Rose Byrne en „If I Had Legs I’d Kick You“, dirigida por Mary Bronstein. | Foto (detalle):© Logan White / © A24

Sin embargo, la directora del festival, Tricia Tuttle, estableció un tono verdaderamente nuevo con incursiones inesperadas en el cine de género: el sangriento homenaje de Hélène Cattet y Bruno Forzani al género de euroespionaje de los años 60, Reflet dans un diamant mort (Reflejo en un diamante muerto), el horror maternal feminista de If I Had Legs I'd Kick You de Mary Bronstein y la historia de terror La Tour de Glace (La torre de hielo) de Lucile Hadžihalilović, basada en La reina de las nieves de Hans Christian Andersen. A duras penas esta última película habría sido concebible bajo la dirección previa de Mariette Rissenbeek y Carlo Chatrian.

Debates previsibles, pero ningún escándalo

Los previsibles debates sobre el conflicto de Oriente Medio y las controversias antisemitas que habían ensombrecido la Berlinale 2024 se abordaron mejor esta vez. Se supo que la actriz Tilda Swinton, quien recibió el Oso Honorario por su trabajo de toda la vida, simpatiza con el movimiento antiisraelí BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones). Un actor iraní boicoteó el festival y leyó una carta con consignas que llamaban a la destrucción de Israel. Con valentía y habilidad diplomática, Tuttle ha logrado quitarle impulso al debate y hacer realidad su intención de dejar que las películas hablen por sí mismas. Dos documentales sobre la insoportable situación de los rehenes israelíes retenidos por Hamás y sus familias, A Letter to David, de Tom Shoval, y Holding Liat, de Brandon Kramer, estaban entre las piezas del mosaico de esta construcción. Este último incluso ganó el premio al mejor documental. La visita de la rehén liberada Liat Beinin Atzili y su familia fue uno de los momentos más emotivos del festival.
Yehuda Beinin en „Holding Liat“. Dirección: Brandon Kramer

Yehuda Beinin en „Holding Liat“. Dirección: Brandon Kramer | Foto (detalle): © Meridian Hill Pictures 2025

Otros dos documentales, Das Deutsche Volk (El pueblo alemán), de Marcin Wierzchowski, y Las cartas de Möllner, de Martina Priessner, capturaron la triste continuidad de la violencia racista en imágenes poderosas. En otro año, Timestamp, el único documental en competición, podría haber recibido el Oso de Oro: la tranquila observación de Kateryna Gornostai de la vida cotidiana de los
escolares ucranianos durante la guerra llegó justo en el momento adecuado. Pero con sus decisiones, el jurado estableció prioridades diferentes. Esta vez, los asuntos de actualidad y los temas políticos difíciles no ocuparon el primer plano.

Competencia de glamour con Cannes y Venecia

En uno de los años más difíciles de su historia, la Berlinale 2025 fue una celebración del cine narrativo clásico. Contrarrestó una lectura activista del cine con una comprensión más profunda de los anhelos humanos de paz y libertad. Pero Tricia Tuttle no sólo ha conseguido llevar el vacilante festival a aguas más tranquilas. Su competición, nada grandiosa pero sí atractiva, sumó puntos con nuevas formas y espacio para soñar. El Oso de Oro para Drømmer representa esto, al igual que el Oso de Plata para La Tour de Glace, que honra un logro artístico especial, con su oscura magia de nieve. Las mujeres delante y detrás de la cámara estuvieron más presentes que nunca.
Escena de „Drømmer" (Dreams), con Ane Dahl Torp, Ella Øverbye, Anne Marit Jacobsen. Dirigida por Dag Johan Haugerud.

Escena de „Drømmer" (Dreams), con Ane Dahl Torp, Ella Øverbye, Anne Marit Jacobsen. Dirigida por Dag Johan Haugerud. | Foto (detalle): © Motlys

El hecho de que la Berlinale Special, la sección comercial del festival, esté ahora en cabeza en la competencia por captar la atención de las espectadoras y los los espectadores es sin duda un problema. Aquí fue donde se vio el thriller de ciencia ficción Mickey 17 de Bong Joon Ho o la película biográfica de Bob Dylan, A Complete Unknown, de James Mangold, y aquí es donde vinieron las grandes estrellas, como Robert Pattinson y Timothée Chalamet. Pero en la lucha constante con los festivales más glamorosos de Cannes y Venecia, Tuttle y su jurado han hecho que la Berlinale vuelva a ser más atractiva y, en general, han dominado muy bien una enorme tarea. Su mensaje: ¡Vale la pena volver a Berlín!

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