Los derechos de los animales  “Libertad es romper la relación de abuso entre humanos y animales”

Freiheit © Moisés Patrício

La libertad –un derecho prácticamente sagrado para los humanos– se empieza a concebir poco a poco también como inalienable en el caso de los animales. El activista chileno Mauricio Serrano Palma habla sobre el derecho a la libertad de todos los seres sintientes.

El reconocimiento de las personas no humanas es cada vez menos excepcional en los ordenamientos jurídicos alrededor del mundo. Esta es la vía legal a través de la cual activistas por los derechos de los animales han obtenido la libertad de animales recluidos en zoológicos o circos: al obtener estatus de personas no humanas, estos individuos son sujetos con derechos. Están, por ejemplo, los casos de la orangután Sandra en Buenos Aires, el orangután Tommy en Nueva York o el elefante Kaavan en Pakistán, entre otros.

Y es que la libertad, un derecho sagrado e imprescriptible de los seres humanos, empieza a ser reconocida también para el caso de los animales no humanos. A este objetivo se dedica el activista chileno Mauricio Serrano Palma, fundador de la organización Animal Libre y director para Latinoamérica de Veganuary, organización que promueve el veganismo.

Para Serrano todo comenzó a los 15 años en su natal Rancagua, a una hora de Santiago de Chile, cuando sintió que tenía que oponerse de manera tajante al rodeo, una tradición profundamente ligada a la identidad chilena en la que dos jinetes azotan y embisten a una vaca. Serrano empezó haciendo manifestaciones locales y hoy es una de las voces más reconocidas en favor de los derechos animales en Latinoamérica.

¿De qué hablamos cuando hablamos de los derechos de los animales?

Hay algo que es común para todo ser sintiente: se trata de individuos que tienen experiencias positivas o negativas y son conscientes de sí mismos. Esto es así para animales humanos o no humanos. Unos y otros tenemos la necesidad de que se nos trate con consideración. Como animales humanos, cuando hacemos algo que tiene un impacto negativo en otros seres sintientes tenemos que ser consientes de que eso es moralmente negativo. Esto ocurre cuando se ignoran o descuidan tres derechos básicos: el derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a no ser lastimado. Entonces, estos tres derechos básicos que los animales humanos tenemos y que están legalmente protegidos, les son desconocidos a los animales no humanos, con excepción de un cierto grupo de animales sintientes. Por esto también tenemos que hablar de “especismo”, es decir, de discriminación dependiendo de la especie. En realidad no deberíamos preocuparnos solo por los derechos de ciertos animales, sino de todos los seres sintientes.

¿Qué tan importante es tener una base legislativa para la protección de estos derechos?

Podemos avanzar hacia leyes que busquen que estos derechos se respeten. Pero hay un elemento fundamental que garantizaría que esto ocurra: que la ciudadanía tome conciencia de que los animales son seres sintientes y tienen derechos básicos. En Chile, por ejemplo, hemos avanzado en un borrador de la Constitución en el que se consigna que los animales deben vivir vidas sin maltrato, pero esto es producto de que la gente se ha informado y ejerce presión política.

¿De qué forma está relacionado el debate sobre los derechos animales con la noción de libertad de los animales?

Desde un punto de vista simbólico, la libertad en los animales implica romper el estatus actual que los define como meras cosas, como “bienes semovientes”. Esta concepción permite que vivan condenados a una explotación total y a un uso y abuso constante durante toda su vida. Hablamos de libertad en el sentido de romper esa relación de abuso entre el animal humano y el animal no humano. Rompiendo esa relación podemos avanzar hacia aspectos prácticos de la libertad en diferentes situaciones. Entonces podemos pensar en animales recluidos en zoológicos o circos o encerrados en avícolas como ocurre con las llamadas “gallinas ponedoras”. A estos animales se les coarta la libertad de movimiento, hasta llegar a extremos en los que ni pueden extender sus alas, relacionarse con otros de su especie y cosas así. Entonces, la libertad y la liberación animal son una consigna que tiene que ver con un cambio de paradigma y que repercute luego en aspectos pragmáticos para otorgarles la libertad que merecen en relación a su especie.

¿Por qué a los seres humanos se nos ha dado tan naturalmente privar de la libertad a los animales cuando la libertad es valorada como uno de los principales derechos de las personas?

Hay una razón principal –aunque puede haber muchas otras– y es la utilidad de los animales no humanos para nosotros. Esto implica limitar la movilidad y el desarrollo natural de los animales para obtener de ellos productos para alimentarnos o vestirnos y actividades que nos sirvan para entretenernos o transportarnos. Bajo ese utilitarismo es que el humano lamentablemente ha usado a seres, que cree que son inferiores, para satisfacer sus propias necesidades sin velar por el bienestar de ellos o apenas teniendo una mínima consideración, pero solo para que los animales puedan seguir siéndole útiles. Cuando el animal se rompe una pata o el pelaje no reúne las características deseadas, el humano no busca atender al animal o proporcionarle atención médica a menos que el costo de “arreglar” al animal –como si fuera una cosa– sea menor que el beneficio que obtendrá del animal.

¿Qué dice sobre nosotros humanos la forma en que tratamos a los animales, los sometemos, mantenemos en cautiverio y usamos para nuestros fines?

Estamos en un proceso de cambio importante. No quiero condenar ni condenarme, porque también fui parte de esto. Muchas veces no hay intencionalidad sino que se mantienen ciertas prácticas por una tradición o costumbre que no hemos llegado a cuestionar. Pero veo el futuro con esperanza, por eso hago lo que hago. Va a llegar un momento en el que se van a cuestionar estos cientos de años en que nos hemos relacionado de esta manera con los demás animales. Tal vez no lo vea yo, ni lo alcancen a ver mis hijos, pero tal vez mis nietos sí vivirán esa etapa en la que se recordará el trato a los animales como otra de tantas catástrofes que hemos protagonizado.

En la última década ha habido innumerables campañas para liberar animales en cautiverio: un oso polar en un centro comercial en China, una orca confinada a un acuario mínimo durante cinco décadas o gorilas confinados a espacios reducidos en zoológicos. ¿Qué ha hecho posible que la gente empiece a rechazar estos actos que antes eran normalizados?

Organizaciones de la sociedad civil nos han ayudado a ver ciertas actividades con otros ojos, pues han cuestionado que nos divirtamos en los acuarios, zoológicos o circos donde los animales viven encerrados. Cuando vemos prácticas tortuosas o el impacto físico que tiene el encierro en los animales dejamos de normalizar esa forma de diversión. Un ejemplo son los animales que presentan conductas estereotipadas repetitivas en los zoológicos. Cuando el público recibe esa información toma una mejor decisión.

¿Cómo imagina la relación con los animales cuando sean libres?

En cuanto a los animales que hoy están en granjas o viven cerca a los humanos, será una relación similar a la que actualmente tenemos con los animales con los que convivimos, como los perros o los gatos. Velamos por su bienestar acorde a las necesidades que tienen. Y no es, como muchos dicen, que habrá millones de esos animales y que nos van a invadir las vacas o las gallinas, al contrario, habrá muchos menos de esos animales pero sí estarán conviviendo con los humanos o en lugares acordes para ellos, como santuarios donde gocen de protección y cuidado.

Mauricio Serrano Palma en Instagram
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Organización Animal Libre en Instagram
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Organización Animal Libre en Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Animal_libre

Veganuary
https://veganuary.com/es/

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