Salir de la dependencia  Hacia la prosperidad con el cacao orgánico

Un campesino recoge una vaina de cacao en una granja de Alépé, Costa de Marfil. La mayoría de los cultivadores obtienen muy poco dinero a cambio de su cacao.
Un campesino recoge una vaina de cacao en una granja de Alépé, Costa de Marfil. La mayoría de los cultivadores obtienen muy poco dinero a cambio de su cacao. Foto (detalle): Luc Gnago © picture alliance / REUTERS

Costa de Marfil es famosa por su cacao, que desde los tiempos coloniales se vende a precios muy bajos. El cultivo y procesamiento de cacao orgánico podría mostrarles a los campesinos un camino para salir de la pobreza y la dependencia. Así lo demuestran la cooperativa de la localidad M’Brimbo y la iniciativa del chocolatier marfileño Axel Emmanuel Gbaou.

Costa de Marfil es uno de los más importantes exportadores de cacao del mundo. Ya en época de la colonia, bajo dominio francés, se explotaba a los trabajadores de las plantaciones, que debían vender su mercadería por debajo del costo de producción. Así, por ejemplo en la época de Vichy, los productores blancos recibían por su cacao el doble que los campesinos nativos. También hoy los campesinos apenas si tienen ganancias, de modo que los niños deben ayudar a los padres en el cultivo. ¿Qué caminos tienen los campesinos para salir de esa dependencia que tienen desde los tiempos coloniales respecto de sus compradores, es decir, el sector industrial?

Béatrice Koffi Akouba es una cultivadora feliz. Mientras vamos en ciclomotor a su plantación, ella va saludando al pasar a conocidos y nos explica que el cacao orgánico ha cambiado su vida. “Como funcionaria pública de Abidjan ganaba unos 25.000 FCFA (algo más de 38 Euro). Hoy, gracias al cacao orgánico, pude construir una gran casa en M’Brimbo. Ahora estoy construyendo otra en Tiassalé y acabo de comprar un nuevo terreno. Además, tengo a mi cargo a dieciséis personas. Puedo permitirme todo eso gracias al cacao.”

Con 47 años y seis hijos, Béatrice Koffi Akouba espera para la temporada de 2022, que comienza en octubre, una cosecha de más de una tonelada de cacao. Es miembro de la Société Coopérative Equitable du Bandama (Sociedad Cooperativa para el Comercio Justo; SCEB), fundada en 2007, institución pionera en el cacao con certificación orgánica en Costa de Marfil y organización socia de Cooperativa Ethiquable, especializada en el comercio justo.

Corresponde a nuestros valores que a través de esta relación comercial los productores puedan vivir de su duro trabajo.

Ethiquable compra a la SCEB el kilo de granos a 1850 FCFA (2,84 euros), de los cuales 1.350 FCFA van a los productores, una fuente de ingresos importante para la cooperativa de M’Brimbo, localidad de la región de Agnéby-Tiassa, cerca de la ciudad de Tiassalé. Lo que les aporta la venta de sus productos es considerable si se lo compara con el precio del cacao convencional, cuyo valor por kilo oscila entre 700 y 800 FCFA (algo más de 1 euro). La SCEB invirtió la ganancia producto del comercio justo (FAIR-TRADE-STEUER) en una escuela primaria y en una enfermería, y los miembros de la cooperativa se construyeron por 23.000.000 FCFA (más de 35.000 euros) una nueva sede. Por lo demás, ahora están levantando un moderno depósito por un valor de 153.000.000 FCFA (casi 100.000 euros). Arthur Gautier, ingeniero agrónomo de Ethiquable, expresa su satisfacción por un negocio “que garantiza la generación de un ingreso suficiente, con una gestión verdaderamente democrática de la cooperativa, algo que es uno de nuestros criterios para la colaboración”.

“Corresponde a nuestros valores que en esta relación comercial los productores puedan vivir de su duro trabajo. Hoy nos enorgullecemos de haber demostrado que es posible que se pague por el cacao un precio que asegure a los cultivadores un buen ingreso”, agrega el técnico, que hace poco estuvo de visita en M’Brimbo.

“Revolución del cacao”

El “Chocolatier Marfileño” es otra buena iniciativa para valorizar el sector –desde la producción hasta la comercialización– y actualmente está teniendo mucho éxito. Esta start-up del fabricante marfileño de chocolate Axel Emmanuel Gbaou apuesta a la calidad orgánica basada en valores certificados: rentabilidad asegurada para los productores sobre la base del comercio justo, la agronomía responsable, respetuosa del medio ambiente en un país en el que la desforestación y el cambio climático adoptan dimensiones inquietantes, y, por cierto, nada de trabajo infantil.

Por año, Axel Emmanuel compra a un campesino de la región de Agneby-Tiassa una tonelada de granos de cacao. Con formación de técnico bancario, en 2010 abandonó su profesión para comenzar con su empresa de chocolate. El “Chocolatier Marfileño” puede enorgullecerse de una merecida fama (Premio Marfileño de Excelencia a Jóvenes Emprendedores 2015, Mejor Chocolatier de la Feria Agrícola de París, marzo de 2022) y considerables pedidos desde todo el mundo. Sus tabletas portan en el troquelado y el embalaje las diferentes identidades culturales del país. Su próximo objetivo es triplicar la producción anual procesando 1.500 toneladas de granos orgánicos: una dinámica económica coincidente con la “revolución del cacao” que, se espera, impacte en las cadenas de producción y procesamiento y genere mejores condiciones de vida.

Lo ecológico es una alternativa encomiable, pero…

Sin duda, el sector del cacao de certificación ecológica es un modelo económico atractivo que promete y asegura rentabilidad a los productores de cacao en Costa de Marfil, a diferencia de las dificultades que padecen los productores convencionales. El número de cultivadores que apuestan a la certificación y a la producción orgánica no deja de crecer. Con 300.000 productores y algo más de 250.000 toneladas de cacao en los últimos años, el sector del cacao sustentable está bien instalado en el país. Y, como se mencionó más arriba, los trabajadores pueden vivir dignamente de su trabajo. Ese es el lado bueno de la actual industria del chocolate.

La gran mayoría de los productores sigue practicando el cultivo convencional con todo lo que este implica: ingresos bajos, destrucción de los bosques y riesgos para la salud.

Los pedidos de cacao orgánico constituyen menos del 20 por ciento de la producción de todo el país (2.000.000 toneladas). Es una pequeña parte de la industria del cacao. La gran mayoría de los productores sigue practicando el cultivo convencional con todo lo que este implica: ingresos bajos, destrucción de los bosques y riesgos para la salud.

“El sector de cultivo orgánico es, sin duda, una herramienta contra las malas condiciones de los cultivadores marfileños del cacao y en favor de la calidad del producto. Pero lo ideal sería llegar al procesamiento de la materia prima para crear un valor agregado que haría aumentar significativamente el ingreso de los productores”, dice Pauline Zéi, directora de Inades-Formation Côte d’Ivoire (una institución panafricana para el desarrollo justo y sustentable), pues sabemos que para detener el empeoramiento de las condiciones comerciales y escapar a la dependencia los productores tienen que comenzar a procesar su propia materia prima. El gobierno marfileño está apoyando esa política de procesamiento del cacao con el objetivo de llegar a procesar entre 2025 y 2030 la mitad de la producción de cacao, algo que, por el momento, todavía es una utopía.

Algo se está haciendo a su vez en cuanto a mejorar los ingresos de los cultivadores en general. Después de un forcejeo entre Costa de Marfil y Ghana (que con una participación conjunta del 60%, son los dos mayores productores de cacao del mundo) y la gran industria del chocolate se acordó el pago de un recargo de 400 dólares por tonelada exportada, basándose libremente en el modelo del comercio justo. Se trata, por cierto, de un paso pequeño pero importante en dirección a un ingreso adecuado para los cultivadores. Sin embargo, todavía queda mucho por hacer para resolver de modo definitivo el problema de la pobreza extendida entre los productores de cacao.

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