Investigación universitaria
¿Ciencia patrocinada?

En las universidades alemanas están creciendo los aportes financieros de empresas y otras instituciones privadas. ¿Qué consecuencia tiene esto respecto a la independencia de la investigación universitaria?
En las universidades alemanas están creciendo los aportes financieros de empresas y otras instituciones privadas. ¿Qué consecuencia tiene esto respecto a la independencia de la investigación universitaria? | Foto (detalle): © Adobe / Photographee.eu

En las universidades alemanas están creciendo los aportes financieros de empresas y otras instituciones privadas. Esto provoca opiniones dispares: ¿A partir de qué punto corre peligro la independencia de la investigación? ¿El financiamiento privado hace que investigaciones fundamentales pasen a un segundo plano?

Seguir las huellas de Humboldt es mucho más fácil ahora, a doscientos años de su nacimiento, que en su época: los dispositivos de navegación garantizan que uno pueda orientarse en cualquier momento hasta en los rincones más apartados del mundo. Los saberes existentes pueden consultarse fácilmente y cuando uno quiere con el teléfono celular. Esos servicios los ofrece, entre otros, Google, el gigante de Internet del que nadie parece poder prescindir. ¿Y justamente esa empresa, a menudo tachada de “pulpo informático”, quiere invertir dinero en una investigación independiente sobre la relación entre Internet y sociedad? Con cuatro millones y medio de euros, el consorcio apoyará por los próximos cuatro años al Instituto Alexander Von Humboldt de Internet y Sociedad (HIIG), de Berlín. Ya en 2011, el gigante tecnológico donó idéntica suma a ese instituto como inversión inicial.

Aunque detrás del HIIG hay organizaciones muy respetadas como la Universidad Humboldt o el Centro de Ciencias de Berlín, el instituto debió defenderse de la sospecha de convertir a la ciencia en vasallo de un gran consorcio. La dirección resaltó que Google sólo formaba parte de una sociedad patrocinadora y prometió una investigación independiente de las relaciones entre Internet, política y sociedad. Ahora bien, el HIIG no es un caso aislado. También la Universidad Técnica de Múnich es blanco de las críticas porque la financiación inicial de su Instituto de Inteligencia Artificial y Ética provino justamente de Facebook. El consorcio aportó unos seis millones y medios de euros. Ahora bien, ¿qué consecuencia tiene esto para la investigación universitaria?

¿El sector económico también decide?

En principio, los responsables de la administración y el financiamiento de las instituciones educativas superiores alemanas son los estados federados. La llamada “prohibición de cooperación” les asegura a los estados federados autonomía en la política educativa y, en definitiva, son los estados los que ponen a disposición los recursos básicos para las instituciones superiores. Según la Oficina Federal de Estadísticas, en 2016 fueron alrededor de 466.000 euros por cátedra. El presupuesto se completa mediante recursos de terceros, sea del estado federal u otras instituciones públicas o del sector privado. Estos aportes se reciben a través de programas de fomentos especialmente establecidos por el estado o a través de iniciativas de excelencia gracias a las cuales las universidades especialmente productivas reciben un fomento especial. Entre estos recursos de terceros también se cuentan los subsidios de la Unión Europea, de organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, de la Sociedad Alemana de Investigación, de asociaciones patrocinadoras de la educación superior, de fundaciones o del sector privado.

A menudo los críticos consideran preocupante que la participación de estos aportes de terceros haya aumentado en lo que va del siglo. Si en 2005 el presupuesto básico suministrado por los estados federados representaba un 61 por ciento del total, diez años más tarde era un poco más del 51 por ciento. Christian Kreiß, investigador de economía y financiación de la Escuela Superior de Aalen, cuestiona la creciente influencia del sector económico en la investigación universitaria y duda de su independencia. “El afán de ganancia y la ciencia no son compatibles”, dice convencido Kreiß.

Según su opinión, además falta transparencia: ¿quién financia a quién?, ¿dónde y con qué suma? Es difícil obtener un panorama claro. Esto se debe en parte a la organización de las escuelas superiores alemanas. En todo el territorio federal hay 426 instituciones de educación superior, entre ellas 106 universidades y 216 escuelas especializadas como instituciones teológicas y pedagógicas, escuelas de administración o de arte. Kreiß considera que un registro de transparencia sería un primer paso en la dirección correcta.

Las escuelas superiores reclaman más presupuesto

La Conferencia de Rectores de Educación Superior (HRK), una asociación de las escuelas superiores, contradice la descripción de Kreiß: la colaboración con el sector económico es razonable y necesaria, explica uno de sus voceros. No existe dependencia estructural ni en los contenidos. Además, la mayor parte de los recursos de terceros provienen de subsidios públicos. La HRK tampoco acepta el reproche de falta de transparencia: “Las instituciones superiores han establecido diversas regulaciones para garantizar la transparencia en relación con el financiamiento de los proyectos de investigación y la independencia en el planteamiento y en los métodos de investigación”, dice el vocero.

Más bien, la HRK considera que son necesarias reformas en otro campo. A pesar de que las tareas son cada vez mayores, el porcentaje de recursos básicos disminuye, critica la asociación. El presupuesto debería aumentarse para que las universidades puedan tener más seguridad en su planificación. También se necesitan mayores inversiones para el saneamiento de edificios e instalaciones.

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