¿Democratización en la lucha por el clima?
Cambio climático y luchas sociales

ZAD du Carnet
Cerca de Saint-Nazaire, en el departamento de Loira-Atlántico, los activistas de la “ZAD du Carnet” trabajan para proteger una de las últimas reservas de biodiversidad de Francia, amenazada de ser destruida por un proyecto industrial. La ZAD (zona de protección ambiental) fue desalojada el 23 de marzo de 2021 tras siete meses de ocupación. | Foto (detalle): © Victoria Berni

¿Podemos ganar en Francia la lucha por el clima? Tres activistas jóvenes hablan al respecto desde su perspectiva de las luchas sociales, políticas y económicas.

De Victoria Berni

“En tanto todo siga orientado al crecimiento económico, no lograremos tener un sistema sostenible ni justo.” No puedo por menos que dar la razón a Asuka cuando afirma que el capitalismo verde no es ninguna solución para nuestra crisis climática. Comencemos observando más de cerca la relación mutua que tienen en mi país el activismo climático y medioambiental y la justicia social.

En Francia está sucediendo ahora mismo algo que podría significar una victoria en la lucha por el clima. En octubre de 2019 se puso en marcha una forma totalmente nueva de ejercer la democracia: el Acuerdo ciudadano en favor del clima (Convention Citoyenne pour le Climat), cuya redacción estuvo a cargo de 150 ciudadanas y ciudadanos elegidos por sorteo y que pretende que, para el año 2030, Francia haya reducido en un mínimo del 40 por ciento sus emisiones de gases con efecto invernadero.
 
Sin embargo, muchas entidades estiman que el Proyecto de ley del gobierno francés a raíz del Acuerdo malogra por completo esa labor ciudadana. Una idea rectora del Acuerdo era recuperar un genuino diálogo democrático tras la dura intervención contra el movimiento de los chalecos amarillos, que en noviembre de 2018 habían empezado a protestar contra el impuesto al CO2 sobre el precio del combustible. Dicha protesta resulta absolutamente comprensible si se piensa que el impuesto al CO2 resulta para el 10 por ciento más pobre de la población cuatro veces más gravoso que para el 10 por ciento más rico, que por su parte causa mucha más contaminación en el medio ambiente.

En palabras de Elodie, de 32 años, portavoz de Alternatiba, “los chalecos amarillos encarnaban la exigencia de justicia social en conexión con el clima. Desde entonces, el movimiento por el clima no solo ha crecido, sino que también ha trabado vínculos.”

Ecologismo descolonizador de los estratos sociales inferiores en pro de la justicia climática

Dentro de estos vínculos, Alternatiba se sumó el 18 de julio de 2020 al Comité Adama para una marcha de protesta contra la contaminación atmosférica en los barrios obreros y contra la violencia policial y el consecuente fallecimiento por asfixia de Cédric Chouviat, Lamine Dieng d’Adama Traoré y otras víctimas de discriminaciones racistas. Así habló Elodie en esa ocasión: “El movimiento Adama y el movimiento en favor del clima proclaman el mismo mensaje: queremos respirar”.

Este ecologismo de los estratos sociales inferiores lucha contra “la colonización de los barrios obreros por grupos de población de rango social más alto” (Manon Vergerio). La gentrificación impulsa a la población más débil socialmente en dirección a los extrarradios, a instalaciones industriales, a un entorno contaminado por los grandes ejes de tráfico y a viviendas en mal estado con eficiencia energética baja. Para actuar en contra de este fenómeno, Youth for Climate ocupa casas del centro de París para que las utilicen personas socialmente débiles.

Tras la fachada de la ecología liberal, “business as usual”

Según Maxime, de 24 años, coordinador internacional de Extinction Rebellion Francia, se trata de “ir a la raíz de los problemas, es decir, en el sentido más auténtico del término: ser radical. Ello incluye también llevar a cabo campañas de desobediencia civil contra los sectores responsables de destruir la vida, los vínculos sociales y la democracia.”

En este contexto, la atención se centró en 2020 en Total, para denunciar ese ecologismo liberal que practica el “green washing” al tiempo que persevera en el mismo modelo económico destructivo. Elodie explica: “Total quiere convertir la refinería de Grandpuits en una fábrica de biocombustible y despedir a 200 personas. La plantilla es consciente de los efectos en el clima y quieren cambiar su trabajo, pero sin la destrucción social y el ‘green washing’ de la empresa Total, que sigue extrayendo petróleo”.

Maxime opina que “para lograr el cambio de paradigma económico que necesitamos, puede usarse por ejemplo una renta que recompense el cambio ecológico, tal como propone Sophie Swaton, y financiar así el cambio profesional”.

La ecología global a la luz de las luchas culturales

Elodie cree que ya se ha conseguido una victoria cultural: “En Francia en 2021 no queda ni un solo partido político que no hable de protección medioambiental, y todos los sectores quieren tomar parte en ella. El siguiente objetivo es ahora pasar de este ecologismo individual o un ecologismo global”. Pero para ello hacen falta ofertas de un modo de vida alternativo.
 
Esta era la visión con la que Romane, de 26 años, empezaba su disertación universitaria sobre el tema de las localidades ecológicas: “¿Es habitar de otra manera una posibilidad de luchar por una ecología global? Habitamos una comunidad viva y comprometida, vivimos sobriamente y de manera local en un vínculo con la tierra y nuestras vecinas y vecinos. Vivimos aquello en lo que creemos. Intentamos implicarnos en instituciones locales. Luchamos en muchas localidades distintas. Acogemos a visitantes para transmitir lo que hacemos y para mostrar que otro estilo de vida es posible”.
 
Además, Gabriele, mi compañero de blog, también podría contar cómo grandes empresas italianas llegan a cometer crímenes contra el clima sin la menor consecuencia legal, y también cómo podemos las y los activistas responder ante eso. ¿Os parece interesante? ¡Leed entonces su contribución la semana que viene!
 
Han pasado ya casi seis años desde el Acuerdo de París, y más de dos desde que Greta Thunberg hizo su primera huelga por el clima. ¿Dónde estamos hoy? ¿Qué han hecho los gobiernos? ¿Tenemos las estrategias acertadas, o hay muchas cosas, y más básicas, que deberían cambiar? Desde la ciencia a la administración de justicia y otras luchas sociales, pasando por el ideal del ecocapitalismo, la primera temporada de Blog, Engage, Act! plantea en qué situación se encuentra la crisis climática y se pregunta si los movimientos por la justicia climática avanzan realmente hacia sus objetivos.

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