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Humor negro existencialista
"Les Sel des Larmes" por Philippe Garrel

Les Sel des Larmes
"Les Sel des Larmes" por Philippe Garrel en la Berlinale 2020 | © RECTANGLE PRODUCTIONS - CLOSE UP FILMS

Una de las mejores partes de un festival es sentir a una sala llena sumergida en el desconcierto. Eso es lo que ocurrió en la función de prensa de Les Sel des Larmes (Las lagrimas de sal), la nueva aventura de humor negro existencialista que el experimentado Phillippe Garrel presentó en la Berlinale 2020.

De Erick Estrada

Uno podía sentir la incomodidad transitando en las escaleras de la sala, la inquietud tomando forma en las paredes del cine, las dudas flotar en el aire alrededor de la pantalla. Parecía que algo de su película anterior se colaba a esta historia en la que él no amor es la regla. En Amante por un día Garrel enfrentaba a una mujer con la nueva pareja de su padre, casi de su edad. Aquí, en Les Sel des Larmes (que es un título igual de caprichoso) nos presenta a un casi insoportable Luc, estudiante ya entrado en años, inmaduro y que se resiste a aceptar las consecuencias de sus actos, igual de caprichosos y egocéntricos que el nombre de la película.

Les Sel des Larmes 2 Luc encuentre a Betsy | © RECTANGLE PRODUCTIONS - CLOSE UP FILMS

Garrel nos deja en la obscuridad

 
Garrel no deja nunca claro si frente a nosotros dibuja una comedia amarga de un pueblerino que llega a París. Tampoco nos deja ver de frente por qué Luc es tan despreciable y capaz de abandonar a su suerte a su propio padre que ha venido a la ciudad a visitarlo. No sabremos tampoco si el que Luc encuentre a Betsy, una chica tan reacia al amor y a las responsabilidades como él, es un golpe de karma instantáneo o la reafirmación de que así son nuestros tiempos. Pero Garrel lo pone todo junto para equilibrar un discurso existencialista.
 
Lo mejor anoche no fue tratar de responder a esas preguntas, sino detectar las reacciones de la gente cuando alguien como Garrel eliminó todo lo que muchas veces nos hace sentir cómodos en una película, comenzando con los finales interesantes y con conclusiones racionales.
 

No, al salir del cine pocos sabíamos si lo que vimos era una película mala o una historia atrevida.

Lo que sí teníamos seguro es que acabábamos de ver algo que siempre se disfruta en un festival como la Berlinale: un choque de ideas, las que provocadoramente salen de la pantalla y las que la gente, nosotros, tenemos de lo que debe ser una película.
 

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