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Lo humano no es bueno
"Berlin Alexanderplatz" por Burhan Qurbani

Berlin Alexanderplatz 1
Crédito de fotos: ©Wolfgang Ennenbach/2019 Sommerhaus/eOne Germany

La novela de Alfred Döblin anunciaba no sólo una nueva etapa en lo político y en lo social de la Alemania de inicios de siglo XX. También dejaba claro que un cambio se aproximaba en la literatura y desde ese punto de vista lo moderno se veía como amenazante, la ciudad como un ser vivo hambriento de gente y de almas.

De Erick Estrada

La nueva adaptación de que se hace de ella, la que dirige Burhan Qurbani, trastoca algunos detalles pero mantiene mucha de la estructura de la novela y se vuelve desoladora y pesimista a más no poder.
 
Más allá de los pasajes que conocemos en la aventura del personaje central, Franz, es el mundo en el que la historia se acomoda ahora el que da señales de recrudecimiento total, de haber perdido muchas luces, de haberse vuelto más violento. Franz se tranforma en Francis, un inmigrante africano que llega a Europa a tratar de sobrevivir sólo para darse cuenta de lo que Döblin ya había anticipado: sobrevivir es lo único que se puede hacer en cualquier parte del mundo.
Berlin Alexanderplatz 2 Francis trata de sobrevivir en Europa | © Wolfgang Ennenbach/2019 Sommerhaus/eOne Germany Sin embargo, Francis está en Berlín y el submundo urbano en el que irremediablemente se sumerge no se cansa nunca de demostrarle que cualquier aviso de humanidad en esos deshumanizados terrenos, es un aviso de peligro, un vistazo a un abismo más profundo. La forma de la película redondea a la perfección la desesperanza de Francis ("¡Yo soy Alemania!" grita el migrante autofagocitado en una sociedad corrupta y decadente) pues mezcla voces y frases, rostros y personajes, realiza puntuales elipsis de espacio y tiempo para darse un toque de lenguaje de pesadilla y obtener también un tono ominoso sobre lo que se cierne ante Francis.

Eso, eso que expande sus alas para devorarlo, es lo mismo que la novela anticipaba para el mundo: un sistema político dictatorial, descarnado, deshumanizado.

Justo como el que impera ahora en buena parte del mundo y del que Francis simplemente no puede escapar. Quizá habría que cuestionar, solamente, si el epílogo de la propuesta de Qurbani está de más o cierra bien el círculo.
 


 

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