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Festivales de música
“Nada puede reemplazar el éxtasis colectivo”

La cultura de los eventos en vivo y los festivales ha cobrado cada vez más importancia para la industria musical, pues los artistas apenas pueden subsistir con las ventas de discos y los ingresos por streaming. ¿Pero en qué situación está el rubro de los festivales al aire libre? ¿Qué perjuicios recibió por el Coronavirus? Una entrevista con el experto en música Frehn Hawel.

Frehn Hawel es desde los años noventa jefe de comunicaciones de la agencia de conciertos Karsten Jahnke, encargada de los contratos para recitales de artistas como Judith Holofernes, Lena, Max Raabe, a-ha y Wladimir Kaminer. También es asesor de relaciones públicas del Reeperbahnfestival de Hamburgo. Además él mismo se ha presentado como músico. En 2021 lanzó bajo el nombre Frehn/McPhail el disco Transmissions For The Upper Room, que grabó junto con Rick McPhail, guitarrista y tecladista de Tocotronic. Frehn Hawel es desde los años noventa jefe de comunicaciones de la agencia de conciertos Karsten Jahnke, encargada de los contratos para recitales de artistas como Judith Holofernes, Lena, Max Raabe, a-ha y Wladimir Kaminer. También es asesor de relaciones públicas del Reeperbahnfestival de Hamburgo. Además él mismo se ha presentado como músico. En 2021 lanzó bajo el nombre Frehn/McPhail el disco Transmissions For The Upper Room, que grabó junto con Rick McPhail, guitarrista y tecladista de Tocotronic. | Foto (detalle): © picture-alliance/Jazzarchiv/Markus Lubitz Linus Volkmann: Usted trabaja en la agencia de conciertos Karsten Jahnke y se ocupa de las relaciones públicas del Reeperbahnfestival de Hamburgo. ¿Cómo fue el año 2020? ¿Fue un año de “pies tranquilos” por falta de actividad o fue estresante porque el rubro debió crearse sus propias oportunidades?

Frehn Hawel: Como sea, se suponía que el año 2020 sería distinto. Íbamos a alcanzar nuevos récords en la industria de festivales local, pues era seguro que el estupendo año 2019 sería superado en frecuencia y densidad de eventos. Cuando apareció el Coronavirus, enseguida nos dimos cuenta de lo inventiva que es nuestra industria. Hubo shows vía streaming, conciertos en autocines o eventos que al menos fueron posibles con el público sentado y bajo ciertas reglas. El hecho de poder haber organizado el Reeperbahnfestival con restricciones en otoño de 2020 da cuenta de mucha pasión y voluntad, pero también de la constante capacidad de aprender y de adaptarse a nuevas condiciones.

Dejando de lado la pandemia de Coronavirus, ¿cuál es el promedio de visitantes de los grandes festivales en Alemania?

Rock Am Ring tiene unos ochenta mil visitantes y la misma cantidad tiene Hurricane. Esto números pueden servir muy bien de marco de referencia.

¿Qué lugar ocupa Alemania comparada con el resto de Europa y otros países?

No llegamos a las dimensiones de Glastonbury de Inglaterra, allí el número ya es de seis cifras. Pero Alemania vive sobre todo de una oferta amplia. Además de los grandes festivales al aire libre, hay muchos festivales medianos y relativamente pequeños, lo que hace del escenario alemán algo muy interesante. Eventos como Immergut o Haldern trabajan con un repertorio de artistas muy selecto, para el cual también hay público. Lo que sucede es que el mercado alemán tiene una enorme complejidad.

¿Cree que los shows vía streaming y los conciertos en autocines les señalaron a los organizadores de festivales una alternativa que va más allá de la pandemia?

Más bien los viví como ganas de experimentar algo nuevo. Primero todos pensaron “¡Qué locura, todo lo que se puede hacer!”, pero después de un tiempo notamos que el entusiasmo comenzó a disminuir. Por citar el viejo refrán: “You can’t beat the real thing“. La gente tiene ganas de vivir algo en común, algo más fuerte que el volumen permitido en una habitación. Nada reemplaza el elemento físico, el éxtasis colectivo...

Desde hace veinte años, el festival Immergut atrae a Neustrelitz, en Mecklenburg-Vorpommern, a artistas indies, de rock y pop. Desde hace veinte años, el festival Immergut atrae a Neustrelitz, en Mecklenburg-Vorpommern, a artistas indies, de rock y pop. | Foto (detalle): © Nina Sartorius / immergutrocken e.V.

Un aspecto importante de la experiencia de festivales fue siempre su carácter internacional. ¿Cuál es su pronóstico, volverá ese carácter internacional?

Para poder pensar esa cuestión hay que observar más allá del mundo de la música. Por ejemplo, en 2021 fue posible la Copa Europea de fútbol, aunque tuvo sus consecuencias en la evolución de la pandemia. También los viajes son posibles con restricciones, la gente vuelve a sentarse en los aviones. Frente a esto, también la cultura de los festivales volverá a acercarse poco a poco a los niveles de antes, aunque todavía se tardará un tiempo en llegar a una normalidad completa. Pues los festivales no reservan a los grandes artistas internacionales el verano mismo en que se hace el evento sino, a más tardar, en el otoño del año anterior. Ya por cuestiones de logística, ninguna banda grande puede volar a Europa sólo por dos conciertos. Y mucho menos si los conciertos tienen un aforo del 20 % de su capacidad, porque todos los espectadores tienen que estar sentados. Por eso es entendible que más allá de una evolución positiva, todos los involucrados tengan cierta prudencia.

Una pregunta provocativa: ¿no sería bueno que se volara menos a y por causa de los festivales? Me refiero a la protección del clima.

Es verdad que la consciencia va creciendo en esa dirección. El problema es que para el negocio de las giras es necesario trasladar mucho equipo de un lugar al siguiente. Estamos buscando nuevas ideas. Nuestra agencia representa, por ejemplo, a artistas de Escandinavia que donan dinero a la reforestación para compensar las emisiones de CO2 después de una gira. Pero hay que reconocer que el modo en que las bandas pueden ganar dinero consiste sencillamente en salir de gira. La mayoría no puede vivir dignamente de la venta de CDs o de los ingresos por los conciertos vía streaming.  Por eso para los músicos es fundamental estar de gira.

Pero esa tarea de logística no puede ser responsabilidad sólo de los y las artistas.

No, obviamente, si las empresas que alquilan transportes tuvieran opciones eléctricas en el caso de los vehículos más grandes, eso sería un buen paso en la dirección correcta. Pero también en ese caso habría que hacer la cuentas. Hay muchos factores, es decir, la cuestión no se puede solucionar tan fácilmente, pero la industria se ocupará los próximos años de encontrar la respuesta.

¿La pandemia ha causado daños irreparables y/o traído transformaciones que permanecerán?

El peligro es que la gente se acostumbre a no hacer más determinadas cosas. No habría sido ningún problema retomar la actividad después de tres meses. Pero ya llevamos dos años de pandemia. Exactamente ahora una nueva generación de adolescentes está en edad de ir a su primer concierto o festival, pero a falta de ofertas se busca otra cosa. Uno lo sabe por propia experiencia. Si no hubiera hecho determinadas cosas a determinada edad, esas mismas cosas jamás habrían tenido la importancia que alcanzaron. Espero equivocarme y que haya un efecto rebote. Como sea, subsiste el riesgo de que haya una nueva generación que se disperse y experimente la música de otra manera que justamente no será la de ir a festivales.

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