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Antifeminismo global
¿Cómo amenaza el antifeminismo nuestra democracia? - Un resumen

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© Canva

En la actualidad, el populismo de derecha suele centrarse en el rechazo y la resistencia al feminismo, la igualdad y la política de género. Nuestros cinco autores de México, Brasil, India, Alemania y Corea del Sur resumen sus observaciones y dejan claro que el populismo de derecha influye en la política específica de género de las minorías y supone una grave amenaza para la democracia.
 

Giovanna Dealtry

Giovanna Dealtry © privada Al terminar la lectura de las cartas escritas por colegas de Corea del Sur, Alemania, México e India, concluyo que el antifeminismo, pese a que ha sufrido modulaciones culturales, atraviesa la realidad de las mujeres en todos los continentes. Los hechos sucedidos en esos países —desde la creación de grupos neonazis sostenidos por la misoginia, hasta la instauración de gobiernos abiertamente antifeministas o la naturalización del feminicidio— son eslabones de una misma cadena cuyo objetivo es controlar el cuerpo y la agencia de la mujer, y refundar el lugar del patriarca. No en vano, como podemos observar en Brasil, México e India, además del ejemplo presentado por Kanika Gupta sobre la implantación de la teocracia en Aganistán, las religiones desempeñan un fuerte papel en la subyugación de la mujer, a tal punto que, en muchos países, el aborto aún se criminaliza con base en una idea de la vida definida a partir de creencias religiosas. Al mismo tiempo, como lo demuestran Lydiette Carrión y Bo-Myung Kim, no es posible hacer avances duraderos en materia de equidad de género si no se establecen políticas públicas efectivas. Este, en mi opinión, es el problema central. Al no asegurar la equidad en las asambleas, en las representaciones de los ministerios, en las instituciones públicas, ni crear mecanismos específicos para la inserción de mujeres —especialmente madres y racializadas— en empleos calificados, se mantiene el mismo cuadro en el que las mujeres dependen de sus compañeros o de trabajos mal remunerados, lo cual perpetúa el ciclo de violencias. Creo es necesario atacar desde varios frentes un problema tan complejo como el antifeminismo, privilegiando una educación feminista que incluya a los chicos en las discusiones. Es necesario romper —y el artículo de Tobias Ginsburg lo demuestra— con la idea de que la masculinidad se traduce en una serie de posturas de virilidad y amor a la patria, y establecer nuevas formas de ser hombre en la contemporaneidad. Sólo así, el feminismo dejará de ser una amenaza a la identidad misógina de esos hombres.

Tobias Ginsburg

ginsburg---jean-marc-turmes-formatkey-jpg-w100 ©Jean Marc Turmes En la última década, la extrema derecha no sólo se ha fortalecido globalmente, sino que su contenido, estética y lenguaje también han convergido en todo el mundo. Ciertamente, el fenómeno que nos ocupa no es nuevo, pues a lo largo de la historia los ataques contra las democracias y las sociedades abiertas también solían dirigirse, en primer lugar, contra los derechos de las mujeres y las minorías sexuales, y los autócratas y los fascistas nunca se han distinguido por su originalidad. Pero como también nos muestran ahora los textos aquí reunidos, la homogeneidad actual de la derecha global es inmensa, en su retórica machista hipermasculina, en sus estrategias antifeministas y anti-queer. Es una tendencia inquietante que no sólo se debe al intercambio digital y a la creación de redes, sino también a las campañas transnacionales a gran escala y, por desgracia, a la eficacia de estas tácticas. Este odio conduce a éxitos políticos y, en última instancia, a la violencia asesina; apenas unas semanas antes de que escribiera este texto, dicha violencia se manifestó de nuevo en el ataque terrorista en Bratislava, y luego, hace unos días, en Colorado Springs…

Entonces, ¿qué podemos hacer? En este espacio, Kanika Gupta escribió recientemente sobre la necesidad de un movimiento feminista amplio, inclusivo e interseccional, y tiene mucha razón. Al mismo tiempo, sólo puedo esperar para Europa que, más allá de los mantras repetidos una y otra vez a favor de la igualdad y “contra la derecha”, surja en la opinión pública un serio compromiso de fondo con las tendencias inhumanas y antidemocráticas. Porque mientras la autocracia y el fascismo celebran su renacimiento, una gran parte de la sociedad cree que el fascismo es sólo una mala palabra, una polémica insultante. Esta noción no sólo está muy extendida, sino que pone en peligro la vida. Podemos embadurnarnos el pelo con todos los mantras bienintencionados “contra el odio y la incitación”: mientras no reconozcamos a los enemigos de la libertad y sus estrategias, no tendremos ninguna posibilidad contra ellos.

Bo-Myung Kim

Bo-Myung Kim Foto: © Privat Hoy en día, la oposición y la resistencia al feminismo, a las políticas de igualdad de género y a las políticas de género están en el centro de la expansión del populismo de derechas. La situación general y los ejemplos concretos de México, Brasil, Alemania y Corea del Sur muestran claramente cómo el populismo y la popularidad masiva de la derecha se organizan y utilizan estratégicamente para alimentar la resistencia y la oposición contra el feminismo. Lo que tienen en común los ejemplos de todos estos países es que muestran claramente las interacciones de las políticas de minorías en materia de género, sexualidad, así como de clase social y populismo de derechas.

El populismo de derechas afirma que la discriminación estructural y la violencia contra las mujeres no existen, tergiversa el discurso de género y las políticas de minorías sexuales como peligrosas líneas de pensamiento que amenazan a las familias y el futuro de la gente. También presenta la “igualdad de género” basada en la existencia de “dos sexos biológicos binarios” como una nueva orientación y modelo para el feminismo. En este reordenamiento discursivo, la discriminación y la violencia contra las mujeres son invisibilizadas o individualizadas como cuestiones que las mujeres deben resolver o superar por sí mismas. Los representantes de la política queer y los derechos humanos de las minorías sexuales se tachan de violentos y dañinos para el orden familiar heteronormativo y el orden social conservador. La igualdad de género se redefine como un objetivo que puede alcanzarse no al cambiar la organización y ordenamiento del género, sino haciendo que el feminismo sea más conservador.

El feminismo y la política de la mujer en Corea del Sur, Europa y América Latina muestran grandes diferencias en su nivel de desarrollo y contexto histórico. Sin embargo, el populismo de derechas, el cual se extiende teniendo como respaldo al odio y la oposición al feminismo y a los movimientos de minorías sexuales nos hace reflexionar y cuestionar una vez más los principios democráticos y el significado de los derechos humanos. El feminismo y la democracia comparten un futuro común.

Lydiette Carrión

Ein Foto von Lydiette Carrión Lydiette Carrión Pienso que es muy difícil que los diferentes movimientos feministas en México, al menos por el momento, se apaguen. Percibo una discusión viva actualmente, un afán por mejorar las formas organizativas, pensar los puntos de partida teóricos o de ideas, manifestar posturas, visibilizar casos. En algunos aspectos la discusión por los derechos de las mujeres y las disidencias sexogenéricas ha logrado imponerse en la discusión pública, en redes sociales, en medios periodísticos e incluso en leyes. Todo eso es muy positivo. Sin embargo, considero que hay un trecho enorme entre la discusión pública actual y la instrumentalización en la realidad. Los feminicidios siguen aumentando, así como los grados de crueldad con los que se cometen. Continúa la violencia en las casas, en las escuelas, la violencia contra niñas, niños y adolescentes, continúa la pobreza de las mujeres. Y creo que en este paso, entre el decir y el hacer, nuestro país suele trabarse. Es ahí donde no hemos logrado plantear un camino claro. Con ello, ojo, no quiero descartar los avances que hay, empujados en su mayoría por los movimientos de mujeres, pero sí quiero resaltar la falta de correspondencia entre la discusión pública y los cambios necesarios; hay una inmovilidad o una lentitud para poder transformar de fondo las estructuras que reproducen estas violencias. Y esta inmovilidad, esta resistencia es tal, que si las mujeres organizadas se detienen, lo poco avanzado se podría perder con enorme velocidad. 

¿Qué nos espera? Quisiera saberlo de cierto, pero no lo sé. 

Kanika Gupta

kanika-formatkey-jpg-w100 Las cartas de Brasil, México, Europa, India y Corea del Sur, son testimonios de cómo el antifeminismo está tomando vida propia a raíz de la agenda de derecha que crece a nivel mundial. Es impactante ver hasta dónde pueden llegar los gobiernos para encubrir los crímenes contra las mujeres, como por ejemplo en México, donde los feminicidios son todo menos reconocidos, o la flagrante sexualización por parte de Bolsonaro de una diputada, hecho que quedó impune hasta su carrera a la Presidencia en 2018 (nota del editor: El presidente Bolsonaro ya no está en el cargo desde octubre de 2022). Como bien señala Tobias Ginsburg en su texto, la misoginia y la masculinidad tóxica son herramientas políticas. Los políticos indios las utilizan deliberadamente para mantener a las mujeres en la sombra.
 
Incluso en el siglo XXI, las mujeres de todo el mundo siguen siendo objeto de ataques. Fijémonos en Irán, por ejemplo, donde una mujer murió en custodia policiaca por romper supuestamente el código de vestimenta modesta. Por otra parte, en Karnataka, un grupo de hombres abucheó a una musulmana por llevar el hiyab. Pero en lugar de tolerarlo, ella se enfrentó al grupo. Lo que empezó como un pequeño acto de rebeldía se convirtió en un símbolo de resistencia cuando la gente salió a la calle en toda India para protestar contra la prohibición en Karnataka de que las niñas llevaran hiyab en los centros educativos públicos.

Sin embargo, toda acción tiene sus consecuencias. Las protestas mundiales tras la muerte de Mahsa Amini son un testimonio de cómo las mujeres alzan sus voces al unísono para exigir la igualdad de derechos. Al mismo tiempo, no deben pasarse por alto las pequeñas victorias:  España, por ejemplo, está a la vanguardia en materia de igualdad de género: el 50% de los representantes en el Parlamento tienen que ser mujeres. 

Como mujer de la India que ha sido víctima del hiperpatriarcado y la misoginia en diversas formas, puedo afirmar con absoluta certeza que sin igualdad de género y sin una participación igualitaria de todos los grupos sociales en los procesos de toma de decisiones, no tendremos éxito en nuestra lucha por la democracia para todos.
 

Sobre el proyecto: 

En los últimos años, el tema del antifeminismo ha ganado atención. Pero, ¿qué es el antifeminismo y qué formas adopta?

Las posiciones antifeministas son diversas y van desde la crítica a la discusión científica del género hasta el rechazo a la equidad de género. A menudo se dirigen contra el fortalecimiento de la autodeterminación femenina y apoyan la idea de una identidad de género binaria con una distribución clásica de roles.

Detrás de las diversas manifestaciones del antifeminismo suelen encontrarse opiniones sexistas, racistas, homófobas, transfóbicas y antisemitas. Esto puede suponer una amenaza para los valores centrales de una sociedad abierta y liberal.

En un intercambio epistolar entre Brasil, Alemania, Corea del Sur, India y México, nuestros autores y autoras describen qué avances antifeministas perciben en sus países. Presentan una perspectiva local sobre la cuestión: “¿En qué medida el antifeminismo amenaza nuestra democracia?”.

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