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Lenguaje, dominio y prejucios raciales
Cristianizar, humanizar, civilizar …

decolonial – Videostill del proyecto “Intervention M21” (www.decolonizem21.info): El Glosario (De)Colonial, Parte 2, “Civilizado - Salvaje”
Videostill del proyecto “Intervention M21” (www.decolonizem21.info): El Glosario (De)Colonial, Parte 2, “Civilizado - Salvaje” | © Aliza Yanes & Santiago Calderón

Por cinco siglos, cinco verbos y un sexto en camino, han definido el desarrollo del capitalismo y la colonialidad del poder en el mundo como nos explica Rodrigo Montoya Rojas.

De Rodrigo Montoya Rojas

Cinco verbos han sido fundamentales en el proceso de formación del capitalismo y del pensamiento moderno: cristianizar, desde tiempos romanos; humanizar, antes de cristianizar a los indios de América, considerados como muy cercanos a los animales; civilizar, con los primeros pasos del capitalismo; modernizar, cuando ya estaba afianzado su dominio; globalizar, para llegar a todos los rincones del mundo y reinar a plenitud; y un sexto por venir, que podría surgir de la pandemia actual. Los verbos aparecieron uno después de otro, uno más importante que el anterior, y todos reunidos, por eso de los tiempos viejos y nuevos, siempre revueltos. Este listado brotó de una mirada antropológica de mis trabajos de campo en los años 1969-1975 sobre el proceso de formación del capitalismo en Perú y su articulación económica, social, política y cultural con los pueblos, naciones, culturas y lenguas indígenas, existentes en nuestro suelo.

“Con los portugueses en Brasil y españoles en América, se abrieron los cinco siglos del largo proceso de formación y expansión del capitalismo en el mundo entero.”

El punto de partida de esta vasto y complejo proceso de dominación comenzó con los navegantes portugueses sin cuya vasta experiencia no habría sido posible la llegada de Colón a América. Dos años después de ese extraordinario acontecimiento, por el Tratado de Tordesillas de 1494, el papa Alejandro Sexto -valenciano, español - regaló el mundo a los reyes de España y Portugal, en partes iguales. ¡Qué gracia divina! Como ya sabemos, lo que viene del Vaticano, fue antes al Vaticano: ambos reyes le habrían pedido al papa ese regalo anticipando sus glorias por venir.

¡Qué gracia divina! 

A partir de esa bendición, los reyes de España y Portugal organizaron los viajes de conquista de Álvarez de Cabral a Brasil, de Hernán Cortez a México y de Francisco Pizarro a Perú, para tomar posesión y propiedad de las tierras, hombres, oro y demás riquezas existentes en esos suelos, con la aceptación o no de los llamados indios, con el derecho de matarlos si opusiesen resistencia, y con el consuelo de salvar las almas de los cristianos-invasores-conquistadores, si lograban liberarlos del demonio, convertirlos en cristianos y premiarlos con el paraíso del cielo.

Con los portugueses en Brasil y españoles en América, se abrieron los cinco siglos del largo proceso de formación y expansión del capitalismo en el mundo entero, incluida la China de hoy con su explícita hibridez de “Un país: dos sistemas, comunista y capitalista”, a punto de convertirse en el más poderoso del mundo.

Irreductibles oposiciones

Desde entonces, se pusieron frente a frente los nosotros-cristianos-españoles, y los otros-llamados indios por el malentendido de haber creído que Colón había llegado a la India por una ruta diferente. Los cristianos-españoles vivieron la ilusión de ser los nosotros como parte de la “raza española”, “superior y pura”, creyentes del dios único y verdadero, de su santa religión y lengua castellana, y decretaron que los llamados indios eran una “raza inferior”, con el pecado original de ignorar a Cristo, de estar al servicio del diablo, y de ser ignorantes sencillamente por no saber leer ni escribir.
  • Latitude – © Natalia Rodríguez Ramírez. Imagen: Nicolás Gombinsky
    Museum Nullius, una actuación de Natalia Rodríguez Ramírez, Lustgarten, Berlín, agosto de 2019
  • Latitude – Museum Nullius, una actuación de Natalia Rodríguez Ramírez, Lustgarten, Berlín, agosto de 2019 © Natalia Rodríguez Ramírez. Imagen: Nicolás Gombinsky
    Museum Nullius, una actuación de Natalia Rodríguez Ramírez, Lustgarten, Berlín, agosto de 2019
  • Latitude – Imagen fija del video “Museum Nullius”, 2019/2020, de Natalia Rodríguez Ramírez © Natalia Rodríguez Ramírez
    Imagen fija del video “Museum Nullius”, 2019/2020, de Natalia Rodríguez Ramírez
  • Latitude – “Museum Nullius”, una instalación de video de Natalia Rodríguez Ramírez, 2019-2020, vista de la exposición © Natalia Rodríguez Ramírez
    “Museum Nullius”, una instalación de video de Natalia Rodríguez Ramírez, 2019-2020, vista de la exposición
  • Latitude – “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle © Natalia Rodríguez Ramírez. Imagen: Andrés García González
    “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle
  • Latitude – “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle © Natalia Rodríguez Ramírez. Imagen: Andrés García González
    “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle
  • Latitude – “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle © Natalia Rodríguez Ramírez. Imagen: Andrés García González
    “Museum Nullius”, intervención de cartel en el espacio público por Natalia Rodríguez Ramírez, Lima, 2020, vista de la calle
Desde ese mismo momento quedaron fijadas una tras otra las irreductibles oposiciones cristiano-pagano, humano-animal, civilizado-(bárbaro)-salvaje, moderno-tradicional, global-aldeano, y se dieron el encargo de ocuparse de su destino, de convertirlos en siervos, de explotar a los afrodescendientes esclavos, de decirles lo que debían hacer para salvarse y parecerse a ellos como modelo a seguir.

Se forjó por ese camino el proyecto político de humanizarlos, cristianizarlos, civilizarlos, modernizarlos y globalizarlos, gracias al bautismo, a la evangelización, al trabajo asalariado, a la escuela-educación, a incorporar la tecnología para producir más y mejor, y a adoptar plenamente los valores capitalistas de hoy. Por esta última vía estaría asegurado el adiós definitivo a las ideas colectivistas y el reino del individuo como supremo valor.

Perú nacido sin los indios y contra los indios

Las repúblicas latinoamericanas están celebrando el bicentenario de la independencia de España. De Europa copiaron los caudillos militares los valores independencia, patria y libertad, pero no tuvieron en cuenta los ideales de la ilustración y ni se enteraron que el concepto de nación republicana en Alemania, Inglaterra y Francia, como sinónimo de patria-suelo, incluía a todos los allí nacidos como futuros ciudadanos de naciones de iguales, sin señores, reyes ni príncipes. Todo eso fue tan cierto que en Europa tanto reyes, príncipes cortesanos y funcionarios pagaron con sus vidas los siglos de explotación y negación de las libertades.

En Perú, los indios representaban el 80% de la población y fueron absolutamente excluidos. Casi cien años después de haber sido escrita, la frase de José Carlos Mariátegui “El pecado original de la república del Perú fue haber nacido sin los indios y contra los indios”, sigue siendo fundamentaalmente cierta. Con pocas excepciones, los valores republicanos fueron formalmente adoptados por señores dueños de esclavos y de indios, por arribistas militares que convirtieron al ejército en el primer partido político del país como escribió el célebre historiador Jorge Basadre, por curas conservadores, jueces y cortesanos del virrey. Cada militar presidente tuvo la astucia de aprobar una constitución a su medida.

“Hoy, doscientos años después, la república sigue siendo una promesa incumplida, una nación impuesta por decreto que sigue negando las naciones y pueblos realmente existentes en el país.”

Fueron excepcionales los casos de San Martín y Bolívar: no duraron en el poder debido a la ambición de los caudillos militares que formados en las canteras del virrey cambiaron de bando para expulsarlos y reemplazarlos como presidentes. Los estados naciones no correspondieron entonces ni ahora a la realidad demográfica heterogénea y rica de las patrias. Hoy, doscientos años después, la república sigue siendo una promesa incumplida, una nación impuesta por decreto que sigue negando las naciones y pueblos realmente existentes en el país.  

Dominación del mundo en beneficio de los criollos

A pesar del amor de Cristo millares de veces citado, de los valores republicanos de la ilustración y del nuevo contrato social, de la libertad, igualdad y confraternidad de la revolución francesa, ese proyecto de dominación política global del mundo siguió adelante en beneficio de los criollos descendientes directos de los españoles. Desafortunadamente, fue derrotada la primera gran revolución indígena anti colonial de Túpac Amaru, Túpac Katari y Tomás Katari (1780-1782).

En tiempos de plena vigencia de los valores europeo centristas, siguen siendo lamentables las oposiciones irreductibles: modernidad - tradición (sociedad moderna-sociedad primitiva); racionalidad-irracionalidad; razón-magia; sociedad-individuo; objeto-sujeto; cultura-naturaleza; sagrado-profano.

Complejo de superioridad

Por razones de espacio, me detengo solo en una: por su complejo de superioridad, los europeos y norteamericanos creyeron y siguen creyendo que los hombres modernos –“grandes creadores de cultura”, en singular- están por encima de la naturaleza. Por este gravísimo error, el planeta se encuentra en grave peligro de extinción. Capitalistas, comunistas y socialistas realmente existentes están todos de acuerdo en arrancarle al planeta y a la madre tierra todos sus “recursos”. Con esta convicción profunda las empresas multinacionales matan ríos, acaban con los bosques, dejan cielos sin pájaros, y cuando el petróleo, los minerales, el oro y el gas se acaban, dejan inmensos huecos y se van. Los sabios indígenas del mundo entero sostienen que los seres humanos no somos dueños de la tierra, que solo somos parte de la naturaleza, y que pertenecemos a ella. Con sus luchas por defender sus derechos (tierra, territorio, lengua, cultura, autogobierno, etc), los pueblos indígenas representan la esperanza que nos queda.

En los últimos cuatro meses, la pandemia del corona-virus ha mostrado los pies de barro del capitalismo; este tratará de salvarse, pero tal vez ya no sea posible. La historia nos ha enseñado: ningún imperio es eterno. La última lección es haber aprendido que el Allin kawsay-buen vivir, es éticamente superior al llamado desarrollo, entendido simplemente como acumulación de riqueza.  

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