Acceso rápido:

Ir directamente al segundo nivel de navegación (Alt 3) Ir directamente al primer nivel de navegación (Alt 2)

Transición energética
Desobediencia civil a favor del clima

End Coal Now: Acción de Ende Gelände en la mina a cielo abierto de Hambach, en otoño de 2018.
End Coal Now: Acción de Ende Gelände en la mina a cielo abierto de Hambach, en otoño de 2018. | Foto (detalle): © Jens Volle/Ende Gelände (CC BY-NC 2.0)

Alemania ha decidido eliminar gradualmente el carbón pero, en las áreas mineras de lignito de Renania, la compañía de energía RWE continúa talando los bosques y evacuando a los pueblos cercanos. La resistencia es múltiple: desde “Ende Gelände” (Punto final) hasta “Triole gegen Kohle” (Tresillos contra el carbón).

De Bernd Müllender

Ese día el viento sopla con fuerza sobre la zona minera de lignito Garzweiler, cerca de Mönchengladbach. Abajo, en la mina a cielo abierto, las excavadoras están constantemente sacando el oro marrón de la tierra. Pero no sólo se extrae carbón aquí, también se pueden contar cien aerogeneradores alrededor de la pequeña ciudad de Lützerath, que se encuentra directamente en las miles de hectáreas de mina de carbón. Pero, ¿por qué la mitad está inmóvil?

Las turbinas no están descompuestas: se apagan porque la red está saturada. Si hay suficiente energía disponible, la producción de electricidad se cierra. Y como las viejas centrales eléctricas de lignito de al lado no pueden interrumpir su trabajo así nada más, las turbinas eólicas descansan mientras que las excavadoras continúan paleando. Así, la inercia de la industria del carbón aquí, día tras día, hora tras hora, impide directamente la extracción y el uso de energías renovables.

Las excavadoras junto a los aerogeneradores: en Lützerath, el conflicto entre el carbón y las energías renovables es palpable. Aquí la compañía de carbón y la resistencia civil se enfrentan, la naturaleza intacta trata de sobrevivir junto a la mina a cielo abierto. En Lützerath apenas quedan diez casas, oficialmente sólo viven aquí tres personas. Sin embargo, o precisamente por esto, este diminuto caserío directamente junto al agujero de carbón más grande de Europa se ha convertido en el nuevo símbolo de la lucha contra la tecnología de lignito que daña el clima. La razón: el pueblo ya ha sido evacuado en gran parte para dar paso a la minería del carbón.

Activistas anticarbón en el borde de la mina a cielo abiertos Garzweiler, en 2019. Los overoles blancos de pintor son un rasgo característico de la alianza Ende Gelände. Activistas anticarbón en el borde de la mina a cielo abiertos Garzweiler, en 2019. Los overoles blancos de pintor son un rasgo característico de la alianza Ende Gelände. | Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Marcel Kusch Bastian Neuwirth de Greenpeace dice mirando la excavadora: “En Lützerath se decide París, el límite de 1,5 grados”. Si aquí la mina se amplía y se quema el carbón subyacente, el Acuerdo Climático de París ya no se cumplirá para Alemania: RWE quiere producir casi 900 millones de toneladas de lignito, lo que excedería las cantidades máximas de CO2 acordadas en el acuerdo climático muchas veces. Es por eso que Neuwirth se encuentra aquí hoy, junto con activistas, residentes y conservacionistas: todos quieren interponerse en el camino de la expansión de la mina.

De gente que vive en árboles y ocupantes ilegales de excavadoras

Una amplia alianza ha luchado durante mucho tiempo contra el lignito. Los más llamativos son los activistas de “Ende Gelände”, con los overoles blancos de pintor que usan durante sus visitas y ocupaciones en la mina a cielo abierto. Se llaman a sí mismos “asociación de grupos de justicia climática desobedientes”, están oficialmente en la mira de la Oficina Estatal para la Protección de la Constitución y, por lo tanto, son clasificados por muchos medios como “extremistas de izquierda”.

Hoy, su portavoz Emilia Lange está en este lugar. Dice que el trabajo descentralizado en muchas ciudades, asociaciones locales y pequeños grupos de ejercicio conformó el éxito del grupo, que hace campaña con acciones de desobediencia civil, especialmente contra la minería de combustibles fósiles.

Los participantes de la alianza Ende Gelände y los manifestantes de Fridays for Future irrumpen en la mina a cielo abierto Garzweiler, en 2019. Los participantes de la alianza Ende Gelände y los manifestantes de Fridays for Future irrumpen en la mina a cielo abierto Garzweiler, en 2019. | Foto (detalle): © picture alliance/Geisler-Fotopress/Christoph Hardt Ende Gelände también estuvo presente en 2018, cuando los opositores al carbón hicieron campaña contra la tala del bosque de Hambach, un pedazo de bosque en el borde de la cercana mina a cielo abierto de Hambach. Ende Gelände irrumpió en el pozo y ocupó las excavadoras de carbón. No estaban solos en sus actos de resistencia: también dieron la vuelta al mundo las imágenes de jóvenes que vivieron durante meses en casas en los árboles, construidas por ellos mismos, para proteger los árboles de la deforestación. Las casas en los árboles fueron desalojadas en otoño de 2018 en una controvertida operación policial a gran escala, que posteriormente fue calificada como ilegal. Sin embargo, la resistencia, en principio, fue exitosa: juntos, los ocupantes de árboles y excavadoras, los residentes y los manifestantes pudieron detener la deforestación con sus cadenas humanas y protestas a gran escala hasta que el fallo de un juez prohibió la tala del bosque. Los activistas ya se han instalado en los árboles alrededor de Lützerath y la mina a cielo abierto Garzweiler.

La solidaridad de los residentes con los activistas contra el carbón es grande. Suministran regularmente alimentos y equipos a los ocupantes ilegales del bosque, tanto en la mina a cielo abierto de Hambach como en los pueblos de Garzweiler. Ya sea la anciana que después de una visita guiada quedó tan entusiasmada con el compromiso de los jóvenes que regresó por la noche con unas bandejas de pastel, o la viuda de un alpinista que llevó al bosque montones de equipos de escalada. Muchos okupas también tienen “padrinos cotidianos” en los pueblos de los alrededores: personas en cuyas casas pueden lavar la ropa o ducharse.

Durante las protestas, a menudo están hombro con hombro: los residentes, organizados en la iniciativa ciudadana “¡Todos los pueblos permanecen!”, y los activistas, como en Lützerath. Los miembros de la iniciativa ciudadana son agricultores, empleados, alumnos o artesanos de los pueblos circundantes, que se niegan a renunciar a su tierra: “Si aquí se gana la batalla, también nosotros estaremos a salvo”, dice una mujer del pueblo vecino de Keyenberg.

La desobediencia civil también significa enfrentarse con la policía una y otra vez: bloqueo de "Ende Gelände" en la mina a cielo abierto de Hambach en octubre de 2019. La desobediencia civil también significa enfrentarse con la policía una y otra vez: bloqueo de "Ende Gelände" en la mina a cielo abierto de Hambach en octubre de 2019. | Foto (detalle): © christianwillner.com/Ende Gelände (CC BY-NC 2.0) A Emilia Lange, de Ende Gelände, la complace la “gran comprensión de la gente aquí frente a nuestras formas extremas de resistencia”. Nadie de la iniciativa ciudadana critica las ocupaciones de excavadoras, aunque sean ilegales. Incluso grupos menos prominentes en Garzweiler ocupan repetidamente las excavadoras, como “Lebenslaute” (Sonidos de vida), una orquesta política de 100 miembros que participa en protestas con conciertos. Llamaron a su acción “Tresillos contra el carbón”, en la que cantaron las suites de Bach bajo las cintas transportadoras y así detuvieron el trabajo durante horas.

El agricultor que no renuncia a su tierra

¿Podrán salvar el lugar? Probablemente no sólo con ocupaciones de excavadoras, ni con conciertos y plantones. También aquí en Lützerath podría ser posible un giro como el de 2018 en el bosque de Hambach, donde el Tribunal Administrativo Superior de Münster declaró que fue ilegal la tala realizada inmediatamente después de la evacuación del bosque. En septiembre de 2021, el Tribunal Administrativo de Colonia incluso clasificó como ilegales la anterior acción de desalojo por parte de alrededor de 4.000 agentes de policía y los costos de un estimado de 50 millones de euros.

Lignito y aerogeneradores: Vista de la mina a cielo abierto de lignito Garzweiler. Lignito y aerogeneradores: Vista de la mina a cielo abierto de lignito Garzweiler. | Foto (detalle): © picture alliance/FotoMedienService/Ulrich Zillmann En Lützerath, todos esperan una orden judicial del Tribunal Administrativo Superior de Münster contra la expropiación del agricultor Eckardt Heukamp. Su granja, de 250 años de antigüedad, se encuentra justo en el borde de la mina a cielo abierto. La expropiación es legalmente posible en Alemania sólo si considera que es beneficiosa para el bien común. En el caso de la minería de lignito, esta justificación se ha aplicado hasta ahora, varios pueblos han sido evacuados en las últimas décadas a favor de la minería a cielo abierto. La producción de energía fósil puede haber servido al bien común después de la guerra, argumentan los opositores del lignito, pero hoy favorecer el bien común implica detener por completo y lo más rápido posible la explotación de carbón.

Muchas personas apoyan in situ al campesino Heukamp. Algunos, como la capitana de Seawatch Carola Rackete, incluso han vivido en su granja o en los prados y bosques adyacentes. Otros muestran su solidaridad a través de donaciones para que Heukamp pueda hacer frente a los costos de los dictámenes periciales, así como los de abogados y tribunales, que hasta ahora ascienden a 90.000 euros. “Lo que está sucediendo aquí es un crimen contra las generaciones futuras”, dice una mujer que acudió a las protestas.

La resistencia contra la minería a cielo abierto de lignito tiene una larga historia: cadena humana contra la producción de carbón en la mina a cielo abierto Garzweiler en 2015. La resistencia contra la minería a cielo abierto de lignito tiene una larga historia: cadena humana contra la producción de carbón en la mina a cielo abierto Garzweiler en 2015. | Foto (detalle): © picture alliance/dpa/Henning Kaiser

Día X

Lo que los manifestantes en Lützerath llaman “crímenes contra las generaciones futuras” no sólo tiene lugar aquí, y no es sólo aquí donde se está agitando la resistencia. De Bangladesh a Inglaterra, de China a Estados Unidos, los ciudadanos se manifiestan contra el smog, los activistas bloquean los transportes de carbón y acuden a los tribunales con demandas. En Sudáfrica, por ejemplo, se están produciendo feroces protestas después de que una activista contra el carbón fuera asesinada a tiros en su casa en el otoño de 2020. En India, los pueblos originarios se embarcaron en una marcha de protesta de 300 kilómetros en octubre de 2021. Y en Australia, ocho adolescentes ganaron una demanda contra la ministra de Medio Ambiente, que ahora está obligada a intervenir en potenciales proyectos de carbón futuros.

En Alemania, la situación política parece fundamentalmente mejor: el gobierno federal ha puesto fin al carbón, pero sólo para 2038. Hasta entonces, la compañía de energía RWE quiere continuar operando su mina a cielo abierto y aprovechar miles de millones en subsidios. A lo largo de las décadas, el carbón ha destruido las casas de miles de personas, los monumentos y las iglesias han sido sus víctimas, así como los paisajes culturales, el suelo sano y la naturaleza intacta. Entre otras, los políticos han citado repetidamente el futuro de los empleos como la razón por la cual no es posible llevar a cabo con más rapidez la eliminación gradual del carbón. En la década de 1960, había hasta 100.000.

Lützerath también se ha convertido en un lugar simbólico para aquellos activistas climáticos internacionales que luchan por el objetivo de 1.5 grados: después de Greta Thunberg, la activista climática ugandesa Vanessa Nakate también apoyó la protesta local en Lützerath en octubre de 2021. Lützerath también se ha convertido en un lugar simbólico para aquellos activistas climáticos internacionales que luchan por el objetivo de 1.5 grados: después de Greta Thunberg, la activista climática ugandesa Vanessa Nakate también apoyó la protesta local en Lützerath en octubre de 2021. | Foto (detalle): © picture alliance / Associated Press / Martin Meissner La resistencia es ardua; los éxitos, a menudo, de corta duración: “No se taló el bosque de Hambach, eso es cierto”, explica el pedagogo forestal de Aquisgrán Michael Zobel. Pero se taló “todo a su alrededor, de modo que surge una ubicación insular. Como resultado, el bosque se seca”.

Mientras tanto, las excavadoras de lignito, que con una longitud de 240 metros y una altura de 100 metros son las máquinas más grandes del mundo, continúan cavando como monstruosos mecanismos de relojería en los pozos de hasta 400 metros de profundidad. ¿Seguirá todo así hasta 2038? Antes de eso, puede que llegue el día X, del que los activistas hablan a menudo, el día en que comenzará la demolición de las primeras casas vacías en Lützerath. Y ése será el punto final: “Todos estaremos allí”, dice Emilia Lange, en columnas, por cientos, "bajo la protección del anonimato, con nuestros overoles de pintores”.

Top