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Comunidad, representación, recursos
Las perspectivas internacionales de la cultura emancipadora de los clubes

HF 1 2019: GAL & XVII Costa Rica Headline
© Goethe-Institut Mexiko

Sarah Ulrich y Franz Thiem, quienes coorganizan el Balance Club / Culture Festival, viajaron a Costa Rica y México en el marco del programa HERTZflimmern del Goethe-Institut para informarse in situ sobre las estrategias políticas feministas en la cultura de los clubes. A continuación nos cuentan sobre sus experiencias, sus decepciones y el empoderamiento.

De Sarah Ulrich & Franz Thiem

Los clubes suelen ser lugares en los que domina una atmósfera extática que se experimenta de manera colectiva, que nos permite olvidarnos por un momento del mundo externo, la cotidianidad, las obligaciones. Las pistas de baile son lugares para evadirse de la cotidianidad, de esperanza, alegría y comunidad. Se reinventan identidades, se rompen los estereotipos de género, se superan los obstáculos sociales. Las jerarquías entre los géneros pueden reventarse, las minorías se pueden volver visibles, las mujeres se pueden sentir seguras. Los clubes pueden ser lugares de utopías temporales. Por lo menos, ése es el ideal.
 
Porque, al mismo tiempo, los clubes siempre son parte de la totalidad de una sociedad, y por tanto dependen de las premisas sociales, políticas y económicas. Entonces, si los alrededores no son precisamente Berlín o Leipzig, sino San José, Tijuana o Ciudad de México, las posibilidades son de inmediato diferentes. Y, por tanto, también los retos.
 
¿Pero cómo se pueden hacer realidad los ideales? ¿Qué potencial tiene la cultura de los clubes para ser política? ¿Cómo pueden los grupos marginados, como la comunidad LGBTIQ*, apropiarse de los espacios? ¿Qué estrategias de visibilización y representación existen? ¿Puede la cultura de los clubes ser también una contracultura? ¿Y cómo es posible vincular todas las experiencias a nivel internacional?
 
Durante nuestro viaje de exploración para preparar el Balance Club / Culture Festival en cooperación con el Goethe-Institut Mexiko, nos dedicamos a plantear estas preguntas. El objetivo del viaje fue participar en mesas redondas con actores políticos y culturales locales así como en gigs de DJs, para aprender más de las escenas y estrategias locales, para articularse en redes y para intercambiar experiencias. A continuación queremos contar nuestras experiencias y aprendizajes de este viaje. En este texto nos concentraremos en el contenido.
 
Para poner los puntos sobre las íes desde el principio: si algo nos dejó claro este viaje, es que la cultura de los clubes como praxis política sólo tiene sentido si actúa como un contramovimiento político, si empodera a las personas y si crea espacios de subversión. Pues, en última instancia, los espacios de los clubes sólo pueden ser utopías temporales que existen dentro de una sociedad totalmente diferente. Entonces, para nosotros la cultura de los clubes es mucho más que una fiesta.
 
Para nosotros, la cultura de los clubes surge de una subcultura emancipadora. La cultura de los clubes es subversión, contraproyecto, el afán de lograr cambios sociopolíticos, la apropiación de espacios, el fortalecimiento de comunidades. En nuestra opinión, la cultura de los clubes sólo tiene sentido si surte un efecto sobre la sociedad e impulsa cambios políticos. Porque como escribe el productor, autor y perfomancero Terre Thaemlitz en el contexto de la mejora en la equidad de género en la industria cultural: “El aumento en esta mejora dependerá, en última instancia, de cambios culturales mayores.”
 
Por esto agradecemos particularmente que un importante actor cultural como el Goethe-Institut nos haya hecho esta invitación. Pues a esta cooperación la precede un reconocimiento fundamental de la cultura de los clubes y la subcultura como elementos culturales importantes. Un tema que no siempre se puede dar por sentado y con el que nos topamos con frecuencia.
 

San José (Costa Rica): De la falta de apoyo y la represión conservadora

Nuestro viaje inició en San José, Costa Rica. Tuvimos dificultades desde la investigación previa. Los grupos feministas en Costa Rica están ocupados sobre todo con los femicidios, es decir, asesinatos de mujeres. Resultó muy difícil encontrar grupos que estuvieran activos sobre todo en los ámbitos de la representación, la apropiación de espacios, el empoderamiento o la cultura de los clubes. Pronto nos quedó claro: el escenario político es diferente, y las luchas en un país conservador y católico son mucho más fundamentales.
 

Entonces, la cultura de clubes es un privilegio que primero hay que adquirir.

  •  GIG de GAL & XVII en Costa Rica (HF 1 2019) © Goethe-Institut Mexiko
    GIG de GAL & XVII en Costa Rica (HF 1 2019)
  • GAL y XVII con talentos mexicanos en Costa Rica © Goethe-Institut Mexiko
    GAL y XVII con talentos mexicanos en Costa Rica
  • Taller de GAL y XVII en San José, Costa Rica © Goethe-Institut Mexiko
    Taller de GAL y XVII en San José, Costa Rica
Puesto que en Costa Rica no hay un Goethe-Institut, los eventos se organizaron en cooperación con el departamento de Cultura de la embajada alemana en San José. De la planeación y la selección de temas nos ocupamos nosotros, de modo que también pudimos elegir a las y los invitados a las mesas redondas. Para que nuestras preguntas fueran respondidas por protagonistas locales, invitamos a tres personas con diferentes perspectivas: una representante de Chicas al Frente, una red feminista que espacios para y con mujeres; Ronald Bustamante, un músico que ya ha estado muy activo en el contexto internacional; y Coraima Díaz alias Rompiste mis Flores de música y activista femenina que se ha ocupado mucho de los temas de la representación de las mujeres y el sexismo.
 
Lo que había sido planeado como una mesa redonda acabó siendo una charla con pocos participantes, lo cual evidenció cuán pequeña es la escena de aquéllos que están de alguna manera activos en la política y en la cultura en la capital de Costa Rica. Sin embargo, quienes estuvieron presentes mostraron gran interés en sostener un intercambio de ideas. La represión estatal por parte de los sectores conservadores fue un tema importante, lo mismo que la escasa visibilidad de las personas LGBTIQ* y el sexismo, tan propagado en la sociedad. Casi todos los espacios de la subcultura se alojan en pequeños bares y casas particulares. Ni la cultura de los clubes ni las organizaciones alternativas son consideradas como un enriquecimiento cultural por las autoridades, por lo que tampoco reciben ningún apoyo oficial. Por el contrario, se cierran locales y las actividades feministas son mal vistas, por considerárseles vulgares. Esto tiene considerables repercusiones para la escena: casi no existe la articulación desde un punto de vista político-cultural. La mayoría de los espacios que existen tienen una fuerte presencia masculina, y no se ha hecho conciencia acerca de la diversidad de géneros, la discriminación y las jerarquías.
 
También resulta frustrante lo que cuentan las y los protagonistas de la escena musical: los clubes que existen son, en gran parte, lugares en los que se toca música del mainstream; en los que se ofrecen promociones de Ladies’ Nights y en los que las mujeres no se sienten seguras. Con la excepción de grupos aislados como Chicas al Frente, prácticamente no existe una conciencia sobre la equidad de género. Cuando las mujeres aparecen en el line-up, casi siempre son grupos de soporte, peor pagados que sus colegas hombres. Aunque durante los años pasados se ha hecho mucha conciencia entre los actores de la cultura, las conductas discriminadoras siguen estando a la orden del día, afirma Rompiste mis Flores.
 
„Pero es que tampoco hay tantas mujeres.” Esta opinión, que era de esperarse, la expresó un hombre del público. Pero, como le reviró Mónica Marín Odio, de Chicas al Frente: en más de 30 eventos que el grupo ha organizado con artistas mujeres, nunca ha habido una repetición en el line-up.
 

Entonces, sí existe en Costa Rica la contracultura, pero es pequeña y tiene poco apoyo.


Como representantes del Balance Festival, nos preguntaron mucho qué estrategias deberían seguir para mejorar el status quo. Nuestro resumen de este encuentro: la escena requiere más apoyo, también de afuera. La necesidad de articulación es muy grande: para presentarse de manera conjunta como actores políticos, para tener apariciones públicas, para poder exigir. Pero para eso se necesitan recursos.
 
 

Tijuana (México): el deseo de hacer comunidad

En Tijuana, la ciudad fronteriza en el norte de México, que hace poco tuvo gran presencia mediática por la “caravana de migrantes” que se quedó varada ahí, encontramos una comunidad todavía mucho más compleja. Mientras que los actores activos en la cultura de los clubes y la contracultura en Costa Rica por lo menos podían recurrir a ciertos recursos económicos e infraestructura, en Tijuana incluso eso parecía ser mucho más difícil.
 
Tanto más fuerte es la necesidad de la comunidad local de empezar desde los fundamentos: en lugar de una mesa redonda en la que se trataran nuestras preguntas, era importante para los actores locales organizar un encuentro para integrar redes, en el que si bien se discutiera acerca de nuestros diversos temas y preguntas, éstos se complementaran con las problemáticas específicas locales. El objetivo no fue tanto sostener una discusión sobre estrategias ni politizar la cultura de los clubes, sino más bien realizar una reunión absolutamente fundamental y analizar el status quo.
 
La protagonista fue Haydeé Jiménez, productora cultural, quien puso a disposición para este encuentro su community-space “Nett Nett”, en el que en ese momento se exhibía una exposición sobre las repercusiones de las interrupciones ilegales del embarazo. Presentes estuvieron también más protagonistas locales: feministas, propietarios y propietarias de clubes, gente activa en la política y la cultura. Entre ellos, Marjam Oskoui, dueña de un espacio dedicado a la subcultura en Los Ángeles, y Damián, quien opera el Wherehouse Tijuana, uno de los pocos clubes nocturnos en Tijuana que se deslinda del mainstream sexista y machista.
 
También en este encuentro en Tijuana muy pronto resultó evidente:

Para que pueda existir una capacidad de acción en la política y la sociedad, se necesita una comunidad.

Lo que resulta sorprendente es que aunque los pocos asistentes casi siempre se conocían entre sí, prácticamente nunca habían hablado sobre sus problemas y estrategias. Esto no sólo produce un agobio interno (por ejemplo, en el trato con los cárteles, el manejo de la represión estatal y los abusos sexuales), sino que también provoca conflictos entre ellos.
 
Muy pocos lugares ofrecen un espacio para un trabajo cultural y no comercial, por eso es que hay también pocos intercambios de ideas sobre lo posible y lo necesario. La realización de objetivos individuales, como la representación de personas marginadas, prácticamente no es un tema. Algunos intentos individuales de organizar series de fiestas queer y feministas fracasaron por falta de apoyo. El status quo, con una creciente represión por parte del Estado, un agravamiento de la situación económica y social debido a las sanciones impuestas por Estados Unidos y el sexismo generalizado en la sociedad, permite albergar pocas esperanzas en cuanto a un trabajo comunitario desde la subcultura. Sin embargo, las y los protagonistas estuvieron de acuerdo en que justamente ese trabajo es el que se necesita seguir haciendo.
 
Entonces, el foco en Tijuana estuvo puesto, sobre todo, en el intercambio de estrategias de articulación y en los ejemplos de buenas prácticas, como la campaña contra la hora de cierre en la ciudad de Leipzig, impulsada por el Instituto para el Futuro (Institut fuer Zukunft), o las diversas medidas de community-building, como las que conocemos nosotros, al ser políticamente activos. Pero también aquí los factores decisivos son los recursos económicos y de infraestructura, que en Tijuana faltan casi por completo. Mientras que las y los participantes de Tijuana agradecieron particularmente nuestro input y moderación del encuentro, a nosotros dos cosas nos quedaron claras:

Cuán privilegiados somos en cuanto a nuestros recursos y posibilidades de ser política y culturalmente activos y efectivos, y qué valiosa resulta una escena emancipadora y desde la subcultura.

 

Ciudad de México: mucho potencial, pocos recursos

Ciudad de México, la capital del país y la undécima ciudad más grande del mundo, nos permitió un nuevo cambio de perspectivas respecto a las posibilidades políticas de la cultura de los clubes. Ya de antemano había quedado claro que en ella hay un gran número de interesantes activistas feministas, músicas y músicos y creadores de cultura. Tanto así, que fue difícil decidir a quién invitar a la mesa redonda. Al final nos decidimos por Lucía Anaya, productora de cultura que trabaja a favor de la representación de las mujeres en la industria musical y que organiza fiestas queer; por Bruno, representante del festival feminista postporno Anormal; por Havis alias DJ Guapis, una mujer trans que organiza espacios y fiestas para personas trans; y por Carlos Cruz, quien dirige un club y un sello discográfico.
 
En este caso le agradecimos al Goethe-Institut que se encargara de organizar la infraestructura, la mesa redonda se llevó a cabo en una sala profesional de Centro Cultura de España. Esto tuvo como consecuencia que el carácter del evento fuera totalmente diferente al de los encuentros anteriores, organizados a partir de las necesidades de las subculturas locales. En comparación con San José y Tijuana, ésta fue la primera mesa redonda que pudo realizarse como tal, de manera frontal y con un público más grande.
 
Lo que encontramos fue impresionante de muchas maneras:

La comunidad en Ciudad de México no sólo es muy grande y diversa, sino también muy bien organizada y articulada tanto a nivel local como internacional.

La ofertas política y cultural son muy diversas y también, en parte, más diferenciadas que en Alemania. La escena tiene influencias internacionales y se le toma en cuenta a nivel mundial; muchos actores de la escena política y de la cultura de los clubes, sobre todo en el ámbito independiente y de la subcultura, son conocidos en Alemania. No obstante, también aquí los invitados a la mesa redonda nos hablaron de un trabajo precario, del escaso apoyo y de los altos riesgos de la autoorganización, sean de tipo económico o casos de violencia física contra personas trans.
 
Lo que resultó impresionante en las perspectivas expuestas por los invitados fue el hecho común de que todos actúan a partir de una conciencia política.

Se trate de un club, un festival, un bar feminista o una fiesta: los espacios existen a partir de que se reconoció que debe existir un contraproyecto al status quo social.

El análisis fundamental de conceptos como awareness, representación, visibilidad o sexismo parece muy avanzado y parece haberse transmitido a los espacios, aun cuando esto a veces todavía fracasa, especialmente en el contexto de los clubes, debido a la realidad de la sociedad machista mexicana.
 
Lo que más nos impresionó a los dos, como organizadores del Balance Club / Culture Festival, fue en particular la enorme solidaridad dentro de la comunidad. Todos los espacios descritos arriba son el resultado del agrupamiento de personas marginadas y discriminadas, que consideran al club o espacio cultural como un lugar para empoderarse mutuamente, para generar momentos solidarios y para vivir la colectividad. El decidido poder de nuestros invitados es que se llevan esas experiencias a su cotidianidad. Nos impresionó mucho la combatividad de estos sitios culturales y, especialmente, del trabajo feminista; estamos convencidos de que tanto los creadores de cultura como los activistas políticos pueden aprender mucho de esta forma de organización colectiva.

Resumen: Un intercambio cultural emancipador internacional sólo puede funcionar si se basa en la reciprocidad

Pudimos aprender mucho sobre las estrategias para politizar la cultura de los clubes en las tres estaciones de nuestro viaje de exploración para el Balance Club / Culture Festival, tanto desde un punto de vista periodístico como desde el activismo político y cultural. Sin embargo, nuestro resumen tiene un resabio amargo:
 
Faltan los recursos. Mientras que en Alemania existen diversas posibilidades de financiación y de apoyo para los proyectos (por ejemplo, el invaluable apoyo del Goethe-Institut, sin el cual no hubiera sido posible este viaje de exploración), en México y Costa Rica eso es precisamente lo que falta. La voluntad y las ideas, en algunos casos también la infraestructura, están dados en los lugares. Pero el escaso reconocimiento de los contraproyectos políticos y culturales y del establecimiento de una cultura de clubes emancipadora dificulta considerablemente el trabajo. Lo que se necesita para fomentar las redes internacionales y el intercambio de ideas, para así poder estar a la misma altura política y culturalmente, son modelos de fomento recíproco de las y los activistas políticos y culturales.
 
Nosotros, como equipo del Balance Club / Culture Festival, estamos conscientes de estas jerarquías y tratamos de desmontarlas en la medida de lo posible. Por eso estamos muy contentos de que, gracias al apoyo de la Fundación Rosa Luxemburg, tengamos la posibilidad de invitar al Festival a la música, technofeminista y activista chilena Constanza Piña, avecindada en Ciudad de México. Además de un taller y un concierto, dará también una charla sobre cómo las technofeministas pueden crear espacios libres de violencia sexista en América Latina. Así, conectará de manera ideal con el intercambio de perspectivas políticas en la cultura de clubes emancipadora que impulsamos con nuestro viaje. Para seguir haciendo trabajo político y cultural resulta esencia cuestionar y hacer evidentes los privilegios, escuchar sobre perspectivas internacionales, fortalecer a las comunidades y aprender en el trato recíproco. Esperamos que en este campo podamos conocer todavía muchas perspectivas interesantes y empoderadoras.
 
 
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Agradecemos al Goethe-Institut Mexiko, especialmente a Sarah Poppel y Sybille Ellermann, por habernos apoyado y hecho posible nuestro viaje de exploración. Además, agradecemos a las y los numerosos activistas y creadores de cultura que nos permitieron participar de sus experiencias y perspectivas en San José, Tijuana y Ciudad de México.
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