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Memorias culturales
La memoria ancestral de las plantas medicinales frente a la covid-19

Thalia Fernández Bustamante, fellow de la generación 2020 de Modelando el Pasado, escribe sobre el impacto de la covid-19 en las comunidades indígenas de México y los desafíos que enfrentan actualmente. Fernández Bustamente profundiza en cómo las prácticas médicas indígenas preservan, elevan y honran las tierras, la cultura, la flora y las formas de vida ancestrales. Invita a los lectores a reflexionar sobre los conocimientos que poseen las comunidades indígenas, mismos que podrían contribuir a la curación a nivel físico y espiritual.

El mundo sufre una pandemia por covid-19 que ha generado impactos físicos, sociales, económicos y culturales, en su mayoría de forma negativa a consecuencia del confinamiento y la vida virtual que en estos momentos llevamos por el lineamiento de sana distancia y el desocupo de espacios públicos. Esto ha dejado bastantes secuelas, tanto en las ciudades como en las comunidades originarias de México y el mundo. Hemos aprendido a sobrevivir aislados de nuestros seres queridos, de nuestros trabajos, de nuestras instituciones educativas, de nuestros métodos de convivencia social, como lo son los paseos por los centros históricos, que son un punto de reunión de cada estado, municipio y comunidad.

Enfrentarnos con una crisis de salud mundial como la que estamos pasando, no es grato para ningún país en el mundo, mucho menos para los países tercermundistas como los de América Latina. En México la mayor parte de su población está integrada por zonas suburbanas como barrios, zonas rurales y pueblos originarios, quienes se rigen por usos y costumbres, y que además aún mantienen viva su cultura, fomentando tradiciones tales como reunirse en tequios, faenas, tianguis semanales, eventos culturales, fiestas patronales, ceremonias sagradas y religiosas, entre otros. Este tipo de eventos colectivos mantienen activo el tejido social y la memoria de sus antepasados, y actualmente no pueden realizarse por las nuevas formas de vida y el confinamiento voluntario que nos ha dejado la pandemia. 
 
La situación de los barrios y pueblos originarios frente a la pandemia, tanto en zonas urbanas como rurales, ha generado un impacto no solo en la cultura, sino también en la salud física de la gente. Su alta tasa de enfermedades secundarias como diabetes, hipertensión, desnutrición, obesidad, etc., los vuelve aún más vulnerables. El grado de vulnerabilidad es mayor particularmente donde la población sufre de extrema pobreza, visto que no cuenta con los servicios básicos, como lo es el acceso al agua potable, servicios de salud, una vivienda digna, alimentación balanceada y la educación que por derecho le corresponde. Por otro lado, los medios de comunicación no llegan y la información es bastante escasa, lo que hace que muchas de estas comunidades no tengan conocimiento de la gravedad de la enfermedad a la que nos enfrentamos, o en caso de saber, no cuentan con los servicios médicos para diagnosticar, atender y combatir el covid-19. Aún contando con acceso a información y centros de salud, los existentes o mejor equipados quedan a grandes distancias. 
 
Luego están las comunidades indígenas en resistencia, que durante años han defendido y resguardado su territorio de megaproyectos impuestos por empresas privadas, que han aprovechado la coyuntura para seguir despojando los territorios y violentado la seguridad física de los habitantes, que ahora no solo se enfrentan a ese tipo de conflictos por la defensa de la tierra, sino también a esta nueva crisis de salud. Los posibles contagios llegan a ser aprovechados para el ingreso ilegal de estas empresas a los pueblos. Incluso las organizaciones, colectivos y pueblos en resistencia han sido aislados de las manifestaciones, mítines, plantones, marchas, eventos culturales, entre otros, que forman parte de sus estrategias de lucha y protesta ante las injusticias o violaciones a derechos humanos, dado que se han observado casos de contagios y pérdidas humanas. 
 
Sin embargo, es importante destacar que existen comunidades que se han organizado para llevar a cabo sus propias acciones de protección, en algunos casos a través de guardias comunitarias para reducir la circulación de personas, o incluso implementando el cierre definitivo de sus accesos. En cuanto a la información, han dado pie a difundir las principales recomendaciones a través de radios comunitarias, redes sociales, aplicaciones, periódicos, fanzines o carteles impresos. Vale la pena decir, que a pesar de ese esfuerzo, existen comunidades -sobre todo las más alejadas- que siguen sin tener acceso a internet u otro tipo de comunicación.   
 
Muchas comunidades, pueblos y barrios, a pesar de las limitaciones y problemas que enfrentan, han optado por retomar la memoria de sus pueblos, enfrentando la crisis de covid-19 con medicina tradicional, aquella sabiduría ancestral que durante años se ha usado para remediar males físicos, emocionales y espirituales, ya que son un recurso terapéutico importante gracias a sus propiedades benéficas. En pocas palabras, tener plantas medicinales y usarlas significa salvar el mundo indígena, así como la historia de sus ancestros. Aunque resulte complicado imaginar, la salud de nuestros antepasados estuvo en manos de las mujeres y hombres más sabios de los pueblos, como los son ancianos, brujos, curanderos y parteras, quienes en realidad son herederos de una serie de conocimientos elementales para el cuidado de la vida. Sin lugar a dudas, ellos sabían qué plantas buscar y usar, además de las cantidades exactas que tenían que utilizar para generar un remedio oportuno para sanar.
 
Los remedios que nos han sido heredados por esta tierra, nos permiten aprovechar las plantas de manera distinta, por ejemplo en pomadas, ungüentos, champú, jabón, tinturas, baños, comidas, ceremonias, infusiones, entre otros, hechos a base de plantas, hierbas, raíces, flores y cortezas, tales como manzanilla, hierbabuena, tejocote, ruda, romero, lavanda, ixtafiate, diente de león, hierba del sapo, epazote, jarilla, rosa de castilla, hierba mora, pulque, aguamiel, hongos, jengibre, etc., que están al alcance de las manos de las comunidades. En el caso de los barrios indígenas y no indígenas que viven en las ciudades, estas plantas pueden ser adquiridas en los mercados o tianguis,  que  en México son considerados como una fuente de información importante ya que son proveedores de productos de todos lados, y a su vez también funcionan como un lugar de encuentro para el conocimiento ancestral.

Por otro lado, es importante mencionar que las piedras son parte de la medicina ancestral. Un ejemplo frecuente del uso de las hierbas es el milagroso temazcal, una estructura circular a base de piedra, barro o varas de bambú donde se realiza un baño de vapor utilizando infusiones de diferentes plantas medicinales colocadas en piedras calientes, todas con diferente objetivo de sanación para enfermedades respiratorias, digestivas o musculares, aunque también es considerado un ritual de conexión entre cuerpo, mente, espíritu y naturaleza. Por último, cabe resaltar que los rituales no solo cumplen con mejorar el equilibrio cuerpo, mente y espíritu, sino también se han usado y mantenido por generaciones como parte esencial del tiempo y las cosechas en los pueblos indígenas, es por eso que la mayoría de las comunidades en México siguen manteniendo la costumbre de visitar sitios sagrados que se encuentran incrustados en cada territorio, ya sea en selvas, bosques, montañas o desiertos, pero que sin duda alguna tienen un simbolismo para seguir conservando la vida, la alimentación, la cultura, la educación, la lengua y el territorio mismo. 
 
La OMS menciona que:
 

“La medicina tradicional es todo el conjunto de conocimientos, aptitudes y prácticas basados en teorías, creencias y experiencias indígenas de las diferentes culturas, sean o no explicables, usados para el mantenimiento de la salud, así como para la prevención, el diagnóstico, la mejora o el tratamiento de enfermedades físicas o mentales. Hacen referencia a un conjunto amplio de prácticas de atención de salud que no forman parte de la propia tradición del país y no están integradas en el sistema sanitario principal. El concepto de medicamentos herbarios abarca hierbas, material herbario, preparaciones herbarias y productos herbarios acabados, que contienen como principios activos partes de plantas, u otros materiales vegetales, o combinaciones de esos elementos”.
 
México es un país bastante fértil para los remedios tradicionales, por un lado por su diversidad cultural y étnica, por otro lado porque cuenta con un gran territorio que contiene una variedad de plantas, sabores, colores, aromas y texturas que aportan sustancias útiles para la sanación. En este caso, las plantas medicinales proporcionan una gama de oportunidades curativas. Por eso, sería de suma importancia romper paradigmas sobre su uso y seguir fortaleciendo su estudio, asimismo generar una red amplia de comunidades indígenas con conocimientos sobre remedios herbolarios como una forma de abastecerse unos a otros y aprovecharlos desde sus propios espacios. Incluso valdría la pena seguir generando conciencia por medio de la difusión mediática, resaltando que el uso de estos remedios no es malo, y que podría llegar a formar parte de las alternativas formales de sanación  en las grandes ciudades a nivel nacional e internacional. 
 
Las plantas medicinales responden a la memoria que han dejado nuestros ancestros, así como los caminos que se recorren para poder recolectarlas -todas estas plantas medicinales crecen entre grietas, veredas, arbustos, magueyes, pasto y milpas- sin dejar de lado los ya antes mencionados sitios sagrados que albergan descansos y rezos para pedir por la salud, la naturaleza y el bienestar de los pueblos. Por ello es importante mantener a salvo a todas las comunidades indígenas del mundo, escuchar sus necesidades, darles voz a sus exigencias, respetar sus creencias y mantener una conexión con sus territorios y sus habitantes, quienes son un claro ejemplo de resistencia ante tanta desigualdad, y quienes nos comparten y heredan su conocimiento ancestral. Dar una vida digna y respetar la naturaleza de los pueblos, es mantener un vínculo de raíz presente en nuestro aprendizaje, ya que como seres humanos pertenecientes a diferentes tiempos y espacios, somos conscientes de que también somos totalmente vulnerables a enfermedades y pandemias, pero que sin lugar a dudas, valorar y dar uso a la medicina tradicional de las comunidades indígenas podría salvar muchas vidas. 
 

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