Nuevo cine alemán de género
Más creatividad, menos rutina narrativa

„Victoria“ de Sebastian Schipper
„Victoria“ de Sebastian Schipper | © Wild Bunch Germany

Películas de terror, western rodados en los Alpes, thrillers... Gracias a directores jóvenes, el cine alemán disfruta una desacostumbrada diversidad de géneros. ¿Serán capaces de convencer también al público?

Solo por muy poco tiempo se le permite tranquilidad a la cámara, y con ella a la narración, en la película de Sebastian Schipper Victoria. La mujer, berlinesa adoptiva procedente de España, toca el piano poco antes del amanecer en la cafetería que tendría que estar abriendo para los primeros clientes. El hombre, Sonne, la está escuchando, casi sin habla por tanta añoranza, la suya propia tanto como la de Victoria. Pero es un momento destinado a durar nada más que un respiro, antes de que se vean arrastrados –a un atraco a un banco, al caos, la angustia, la actividad frenética y la adrenalina–, y se vuelvan cabeza abajo sentimientos, certezas e imágenes. Victoria ganó en 2015 en Alemania seis premios cinematográficos. La película saca a sus personajes de la romántica estrechez cotidianas y sus posibilidades y los lleva directamente al cosmos cinematográfico del thriller, con todos sus ladrones, policías, historias a vida o muerte... y todo ello en un único plano continuo.

Tráiler: "Victoria", de Sebastian Schipper (Youtube.com)

¿Dónde está la diversidad en el cine de género?

Urs Spörri, gestor cultural y comisario de programación cinematográfica en el Museo Alemán del Cine, tiene la esperanza de que Victoria represente un punto de inflexión en la percepción dispensada en Alemania el cine de género: "Es una película que, improvisando y siguiendo las reglas de su género, aúna las dos corrientes que son hoy más prometedoras en el cine alemán." En efecto, hace ya algún tiempo que directoras y directores como Axel Ranisch, Isabell Šuba o Jakob Lass causan furor con sus historias directísimas, rodadas directamente de la vida, en las que dejan a los actores mucho campo libre para la improvisación: se trata del movimiento al que se suele poner la etiqueta "german mumblecore". Ahora bien, ¿qué trabajos pueden encuadrarse bajo la amplia categoría del cine de género?

En el Lexikon der Filmbegriffe ("Glosario de términos cinematográficos"), el estudioso del cine Hans Jürgen Wulff describe los géneros como "conjuntos de convenciones culturales" y "estrategias narrativas que se han vuelto rutina". Entre ellos se encontrarían seguramente las comedias de éxito entre el público general, con las cuales directores-actores como Til Schweiger o Matthias Schweighöfer llenan los cines con millones de espectadores, o las películas policiacas que las tardes de domingo congregan a millones de personas delante de los televisores. Sin embargo, piensan los responsables del Genrenale, un festival berlinés dedicado desde 2013 al cine de género, es justamente una rutina demasiado fuerte, basada en un adiestramiento demasiado unilateral, lo que está debilitando ahora mismo las fuerzas del cine alemán. "Comedias románticas conforme a lo normativo; la televisión del aturdimiento desprovista de corazón", se quejan en la página web del Festival.

"Algo está cambiando lentamente"

El diagnóstico no es necesariamente nuevo: por el consenso forzoso al que aspira un medio de masas como es el televisivo, que en Alemania tiene también un papel esencial en la financiación del cine, llevará normalmente a la pantalla temáticas con amplia conectividad, dramas familiares o, precisamente, comedias. Por el contrario, y tal como se oye criticar a cineastas, el sistema público alemán de fomento del cine insiste con demasiada frecuencia en materias relevantes desde el punto de vista social o histórico. Y así, concluyen, no es que quede mucho sitio para lo lúgubre ni lo abismal, para el terror ni para los espectaculares nuevos mundos que construye la ciencia ficción.

"Algo está cambiando lentamente", observa sin embargo Krystof Zlatnik, que dirige la programación del Genrenale y, en su calidad de cineasta, es cofundador  de la plataforma Neuer Deutscher Genrefilm (Nuevo cine alemán de género). La misma seguridad manifiesta Urs Spörri: "El cine alemán está intensificando en estos momentos la diversidad de géneros." Así, el thriller de piratas informáticos Who Am I, de Baran bo Odar, ingresaba en 2014 y pese a todo sus buenos 5,5 millones de euros; una jovial historia de paranoia intensificada hasta la histeria llevó a los cines a más de 750.000 espectadores, lo cual supone un respetable éxito. Las salas de chat encriptadas de la escena hacker aparecen aquí transformadas en un inframundo surrealista: vagones de metro llenos de imágenes con máscaras siniestras y voces distorsionadas, un universo paralelo abigarrado a la vez que amenazante desde cualquier punto de vista. Por mucho tiempo se ha echado falta en el cine alemán mundos fantásticos como estos que ahora vuelven a florecer... si bien no todos con el mismo éxito.
 
Tráiler: "El samurái", de Till Kleinert (Youtube.com)

Así, la belleza de pesadilla de la película de terror <em>El samurái</em> de Till Kleinert, que trata también el tema de la vida alemana de provincias y la angustia de ser distinto a todos los demás, no le sirvió a la pequeña distribuidora Edition Salzgeber para superar en 2014 ni siquiera los 1.500 espectadores en salas. Por su parte, El valle tenebroso de Andreas Prochaska, una película del oeste rodada en los Alpes con producción bastante costosa, sobrepasó ligeramente el mismo año la marca de las 100.000 entradas vendidas.

Hacen falta películas de autor y, a la vez, con los pies en el suelo

Parece, pues, como si hasta la fecha el interés por el cine alemán de género caracterizase ante todo a los cineastas, pero no tanto al público. A Zlatnik, programador del Genrenale, le gustaría "tener la confianza de los espectadores y, también, películas que no decepcionaran esa confianza". Una de las claves principales, en su opinión, es la credibilidad narrativa: "Hay historias que en los EE. UU. funcionan estupendamente, que aquí sencillamente no pueden tener tanto efecto. En Alemania, donde nunca hay una distancia enorme hasta la población más cercana, es difícil, por ejemplo, venderle a la gente que alguien se ha perdido en el bosque." Y apunta otro rasgo típico alemán: si una película tiene intención de entretener, nadie esperaría que contenga comentarios relevantes sobre la realidad.
 
Tráiler: "California City", de Bastian Günther (Youtube.com)

Para que haya una nueva diversidad alemana del cine de género que vaya más allá de comedia, drama social e historia policiaca, hace falta tener el valor para lo fantástico y, a veces, también ira ante el presente. Esa nueva diversidad necesita autores y directores con la cabeza metida de lleno en lo cinematográfico, pero con los pies en tierra firme y conocida; personas que sepan cómo se consigue raptar al espectador para llevarlo a otro mundo, pero sin abandonar nunca del todo el propio. "Es importante que los directores escriban con su propia letra y tengan su propia actitud y sepan incorporarlas a las convenciones del género respectivo", afirma Urs Spörri. "Sin ir más lejos, en realidad el sistema alemán de subvenciones permitiría aquí apasionantes formas mixtas que no tendrían la menor oportunidad en culturas cinemátograficas orientas a lo comercial." La película de Bastian Günther California City, que se estrenó en agosto de 2015 en los cines alemanes, sería para Spörri un ejemplo de cómo mezclar ficción y obra documental, ensayo, película del oeste y ciencia ficción. Cierto que California City no es una obra para la gran masa, pero sí, quizá, una prueba que demuestra la diversidad creativa existente en las producciones alemanas, un pequeño paso por el camino que lleva a confiar en la amplitud de onda de la creación cinematográfica nacional.

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